Aprovechando que continúo inmersa en una
inusitada crisis organizativa mi proceso de arqueología vital me está deparando
verdaderos hallazgos que podrían provocar la envidia de profesionales reputados
como el doctor Arsuaga y palidecer sus estudios en Atapuerca.
Y puestos ya a dar una patina de
respetabilidad al simple proceso de limpieza general de mi archivo personal doy
por bautizada esta humilde leonera como La Sima
de los Papeles. Toma ya modestia si señor.
Esta tarde he rescatado un reportaje de
julio de 2011 publicado por El País,
sobre el doblaje de películas en España. Antes de proseguir vaya por delante mi
admiración más sincera a las y los dobladoras y dobladores míticos y grandes de
producciones, series, documentales, espacios de teletienda, campañas de
publicidad, video juegos y demás productos que llenan miles de horas de nuestra
vida y que teniendo en cuenta la incapacidad demostrada en nuestro país para
aprender lenguas extranjeras ha resultado desde el principio más que una
profesión, un arte, un ejercicio de filigrana fina. Vamos que realizan una
labor social.
Pocos recuerdan que los primeros doblajes
fueron obra de profesionales de la radio, de los miembros de los cuadros de
actores de radioteatro que en épocas heroicas por aquello de los medios
precarios y el oído vigilante de la censura, ofrecían momentos memorables a la
audiencia de este país sumido en el gris más marengo y oscuro que se pueda
imaginar.
Curtidas sus voces en tonos de drama o
comedia, con una dicción que todavía enamora y unos ritmos que te permitían ver
la historia con los ojos cerrados la sincronización de esas voces con la imagen
original sinceramente era y es, teniendo en cuenta los avances técnicos, algo
mecánico. Pero gracias a su capacidad interpretativa, a la magia de sus voces
las películas resultaban más que atractivas.
Teniendo en cuenta esta gran
profesionalidad y calidad interpretativa, los mayores de la casa estarán
sonriendo al recordar producciones de Disney que llegaban a nuestros cines
dobladas en Latinoamérica. No hace muchos años descubrí a los actores de
algunos de estos doblajes en una película de Mario Moreno, Cantinflas.
Gracias a estas producciones, no solo
cinematográficas sino también televisivas, aprendimos que el “ocsiso estaba en el piso” o lo que es
lo mismo que “el muerto estaba sobre el
suelo”.
Capitulo aparte merecen los dibujos
animados. Y no me refiero solo a películas como Dumbo o el Libro de la Selva,
sino a series animadas que en estas semanas he redescubierto en un canal
infantil y cuyos responsables han tenido a bien programarlas con el doblaje que
escuché de niña (Scooby Do, ¿Dónde estás?
o Los autos locos)
Al parecer las productoras de allende
nuestros mares no se fiaban del régimen político que gobernaba el país y el
descubrimiento que habían hecho sus responsables de controlar el doblaje de las
películas y convertirlo en arma política e ideológica y por tanto las películas
y las series llegaban con la musicalidad
que el castellano solo puede adquirir en climas más cálidos.
No obstante algunos de los ejemplos más
atroces de doblaje de películas no solo afectaron a producciones extranjeras sino
también a productos patrios. Uno de los casos más extraños es una escena de
interrogatorio preguntan a Ingrid Bergman si está divorciada. La actriz
responde que si y reafirma su respuesta con un gesto afirmativo de cabeza. El
doblaje final nos permite escuchar que “no
está divorciada” al tiempo que parece que su cabeza ha cobrado vida propia.
En cierta forma me recuerda a una escena
de Cantando Bajo la Lluvia en la que
la compañera de reparto del personaje de Gene Kelly, dice si y se escucha en la
sala “no, no” y Gene Kelly responde “No, no “ y se escucha “si, si”. Solo que Cantando Bajo la Lluvia nos cuenta el
inicio del cine sonoro y la falta de sincronía aparente de Ingrid Bergman
obedece a un propósito más oscuro. A partir de ahí la lista de desaguisados
censores es infinita y podemos dividirla en doblaje a películas rodadas en
castellano y doblaje de películas extranjeras.
En el apartado Ibérico destacarían Viridiana y Bienvenido Mr. Marshall. Al parecer no fue necesario censurar ni
prohibir la cinta de Buñuel porque simplemente no existió. Se retiró con efecto
retroactivo el permiso de rodaje y no tenía existencia legal. No obstante triunfó
en el Festival de Cannes al tiempo que fue condenada por el Vaticano. El
General exigió ver la cinta en El Pardo, solo. Y cuando acabó la proyección
dijo con su sensibilidad habitual que no entendía tanto escándalo por “unos chistes baturros”.
En el caso de Bienvenido Mr. Marshall la censura fue kafkiana. Los censores
temían que el discurso de Pepe Isbert fuese interpretado como una burla de la forma
en que el General pronunciaba los suyos cuando “se dignaba a turbar la paz de
los hogares patrios”. Así que se procedió a proyectarla en El Pardo y el Jefe
del Estado no vio problema alguno. Lo que si mereció tijera fue la escena en la
que la maestra del pueblo soñaba con jugadores de rugby altos, jóvenes y
sudorosos.
Lo más grave sin embargo se produjo con
las cintas extranjeras. La magnífica Senderos
de Gloria de Kubrick al mostrar la realidad de la guerra se convirtió en
una producción incomoda. Simplemente no se dobló ni estrenó hasta 1986, aunque
en 1980 se pudo ver en el Festival de San Sebastián en una retrospectiva del
director. El General llevaba 11 años enterrado cuando por fin pudimos ver el
mensaje antimilitar que impregna la obra.
Otro de los gloriosos cortes en una
película mítica lo sufrió Casablanca.
En un momento de la historia alguien le dice a Rick- Bogart que es un soñador
que siempre apuesta por causas perdidas como la de apoyar a la República
Española. Por tanto ese fragmento delator de las filias del cínico Rick fue
suprimido y ya está, a otra cosa mariposa.
Mogambo por su parte es uno de los momentos estúpidos de la censura
española. En la historia original el personaje de Clark Gable pretende ligar
con el personaje de Grace Kelly, infelizmente casada. El doblaje convierte a
Grace Kelly no en adultera faltaría más, sino en incestuosa, porque de un
plumazo su marido se convierte en su hermano.
Y el no va más se lo lleva Con Faldas y a lo Loco. La frase final
que pronuncia el millonario pretendiente de un Jack Lemon magistralmente
travestido “Nadie es perfecto” puso
los pelos como escarpias a los censores puesto que se trataba decían de una
apología gay.
Así que si revisamos alguna de aquellas
producciones dobladas, escucharemos en ocasiones algún salto en el dialogo
doblado. No se trata de un fallo de la banda sonora. Simplemente se trata de
recuperar el texto original. Lo que resulta más chocante es que visto y
escuchado con los ojos de este nuevo siglo, tanto cuidado en proteger los
inocentes oídos y ojos del pueblo llano, resultaba innecesario.
El pueblo llano es mucho más listo de lo
que creen sus gobernantes y sabe distinguir el contexto de cada acción y
analizar cada situación. Quien tenga ojos que vea y quien tenga oídos, que oiga
o mejor, que escuche, que es algo que últimamente no hacemos. Escuchar, un arte
perdido.
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