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miércoles, 30 de octubre de 2013

LO QUE SE SOBRE LAS MINAS...UN AÑO Y MEDIO DESPUÉS

 

He pedido a mi padre que me cuente como ha podido suceder el accidente en el pozo minero de León. Ha respondido que la bolsa de grisú debía ser grande y seguramente no dio tiempo a detectarla.

Que el trabajo en la mina es así de difícil. Sabes cuando entras pero no tienes idea de si saldrás por tu propio pie, accidentado o muerto. No hay más opciones. La mina es de dura.

Mi padre trabajó en una mina holandesa varios años. Era una mina del Estado holandés y el gobierno de ese país viajó hasta España para contratar mano de obra.

La comisión de expertos reclutaba hombres jóvenes, sanos, con ganas de trabajar y que supieran leer y escribir con cierta soltura y nivel. El último punto resultaba vital porque al tratarse de un trabajo técnico en un país extranjero saber leer y escribir era importante.

Al llegar a Holanda, los mineros contratados contaban con seguro médico, residencia y un servicio de intérpretes. Pero lo más interesante era que también se ofrecían clases de holandés para los trabajadores a los que se les pagaba un plus por asistir impartidas por una joven profesora que hablaba ocho idiomas. De esta forma los mineros que asistían a clase lograban una mejora en su destino laboral

Mi padre se inscribió en esas clases y muy pronto su situación mejoró. Le asignaron como tutor a un minero holandés veterano, que le supervisaba y enseñaba el oficio. Pronto se convirtieron en amigos y compartieron confidencias y fines de semana en familia.

Los mineros españoles y de otras nacionalidades europeas se alojaban en una residencia perfectamente equipada en la que también vivían los mineros holandeses jubilados que no tenían familia propia. Las plantas inferiores estaban reservadas para ellos facilitando su movilidad.

Mi padre enviaba a diario correo a mi madre, que entonces era su novia.

Pero en cierta ocasión, durante varias semanas mamá no recibió noticias de Holanda. Preocupada se dirigió al departamento responsable de la contratación y expuso el caso. Las autoridades españolas tomaron nota y a los pocos días, le facilitaron un número de teléfono de Holanda y dijeron que para más información debería llamar a ese número.

Conseguir la conferencia pertinente costó una semana de llamadas solicitándola y los ahorros de seis meses de trabajo como bordadora, 500 pesetas de 1963.

Que una conferencia tardase una semana no era extraño. Digamos que España en ese tiempo no era precisamente un ejemplo de avances tecnológicos. No todo el mundo tenía teléfono, ni televisión, ni coche. Finalmente mamá pudo hablar con papá.

Su grupo de trabajo durante el turno había tropezado con una bolsa de grisú. Por suerte los equipos de detección que empleaban les permitieron detectarla a tiempo, dar la alarma y ser evacuados hasta el hospital de la mina.

Tras los exámenes pertinentes, algunos mineros regresaron a casa dos días después. Pero mi padre y otros compañeros permanecieron un mes en el hospital y no regresaron a la residencia y al trabajo hasta que estuvieron totalmente recuperados.

Los encargados de la explotación siempre les decían que primero era el trabajador y luego el carbón. Un minero sano, bien alimentado y tranquilo era un buen trabajador. La empresa y el minero ganaban.

Trabajó hasta que en 1964 regresó temporalmente a casa para casarse. Mamá y papá pasaron digamos que una luna de miel en Barcelona porque los trámites para que ella obtuviese el pasaporte eran más rápidos aquí que en Córdoba.

A pesar de que el trabajo de papá estaba asegurado, a pesar de que tenían una casa disponible en el pueblo cercano a la mina, se quedaron aquí. Mamá tenía miedo de lo que suponía el trabajo de un minero. Bajar al interior de la tierra sin garantías de salir y volver a casa.

Así que papá contactó con sus jefes en Holanda, les explicó que no se incorporaría a su puesto, expuso sus motivos y la respuesta fue que lo comprendían y que por si cambiaba de opinión le guardaban un año su puesto de trabajo.

A los pocos días encontró trabajo en Barcelona en el sector de la construcción. Sin contrato y sin seguro médico. Un intermediario le alquilaba a un contratista de obra y ambos se repartían beneficios antes de darle a papá su salario. Un año más tarde, papá fue contratado en una empresa de metalurgia, en la que trabajó hasta que Carlos Solchaga ministro de Industria, decidió que debía llevarse a cabo la reconversión industrial lo que supuso una sangría para la industria española y el inicio de la cuenta atrás.

 

 

Por eso cuando ayer tuvimos noticia de la muerte de los mineros en el pozo de la cuenca de León, le pregunté de nuevo a papá sobre el grisú. Y me dio su opinión sobre lo sucedido.

Pero desde ayer anda meditabundo. No ha olvidado su tiempo en la mina. Lo que supone depender de otros compañeros para salir vivo. Lo duro que resulta arrancar carbón u otros minerales a la tierra.
La angustia que supone meterse en la jaula y bajar hasta el túnel. El alivio que te invade cuando entras en la jaula y por fin sales a la superficie, sano y salvo, intacto. Y puedes respirar tranquilo de nuevo.
No olvida la entereza de las familias de los mineros. De sus mujeres, madres, hermanas, hijas, de sus hijos. De la capacidad que tienen para actuar de forma normal en una vida que no tiene nada de normal.

No olvida cuando sonaban las sirenas que anunciaban problemas en el pozo. Y la cara de angustia de las familias que no sabían que pasaba. Y sus caras de alivio cuando veían como sus maridos, hermanos o hijos salían por su propio pie. Y la cara de dolor y pena de los familiares que de pronto comprendían que algo grave había pasado con quienes más querían.

 
 
El accidente minero de ayer 28 de octubre de 2013, ha sido el más grave de los últimos 18 en el sector minero español.

Los leoneses Carlos Pérez, Manuel Moure, Antonio Blanco, Orlando González y Roberto Álvarez y el asturiano José Luis Arias, de entre 35 y 45 años, trabajaban a 694 metros de profundidad en la galería 740 en el Pozo Emilio del Valle de la mina de carbón propiedad de la Hullera Vasco Leonesa de la localidad leonesa de Llombera de Gordón, en el municipio de Pola de Gordón.

Los mineros fueron sorprendidos por un escape súbito de gran magnitud de grisú, un gas que devora el oxígeno de forma radical y brutal. Fueron los demás trabajadores, un centenar, los primeros en saber del accidente y quienes los evacuaron de la zona. Algunos sufrieron también los efectos del gas y uno de ellos figuraba entre los heridos trasladados al Hospital de León.

A estas horas al menos cuatro de los cinco mineros hospitalizados habían sido llevados ya a planta y solo uno permanecía en la UCI bajo los efectos de la sedación inducida y en estado grave.

Los seis fallecidos y los cinco heridos que ahora son noticia, que ocupan las primeras páginas de la prensa, los primeros minutos de los informativos, estos once hombres y sus compañeros de las cuencas mineras de España han sido ignorados en el último año y medio.

Los once hombres que desde ayer son desgraciadamente noticia y sus compañeros fueron calificados por el ministro de Industria de privilegiados cuando hace un año y medio empezaron una fiera lucha por sus derechos.

Esos mismos hombres, los mineros de toda España llegaron a Madrid tras una larga marcha para exigir que se les escuchara.

 

 
Porque el 3 de enero de 2012 se publicaba que el ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, informaba al entonces presidente del Principado de Asturias Álvarez-Cascos sobre el futuro de los fondos minero, que tras las aprobación en Consejo de Ministros días antes del fin de 2011 de la eliminación de las partidas destinadas a infraestructuras de los fondos mineros de toda España.
Álvarez-Cascos consideraba que aquel ajuste perjudicaba especialmente al Principado y que la eliminación de la financiación de infraestructuras con cargo a los fondos mineros constituía una grave agresión contra Asturias de todas las que figuraban en las medidas de ajuste de Rajoy.

El 13 de junio de 2012 el ministro Soria, señalaba en el transcurso de una sesión de control al Gobierno en el Congreso que el Gobierno al que pertenece continuaría literalmente con el plan de cierre de las cuencas mineras elaborado por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y remitido a Bruselas en agosto de 2011.                 

El ministro se refería a un calendario muy definido en el que figuraba el plan de cierre a 1 de enero de 2019 de las unidades de producción minera del carbón que hubiese recibido ayudas.

Para reforzar esta tesis el ministro se remitió a las palabras del comisario europeo de Competencia, Joaquín Almunia, que recordaba que “toda ayuda pública que no sea compatible tiene que ser devuelta”.

(Lo que me llama poderosamente la atención. El ministro Soria se aferraba a este comentario del Comisario Almunia...y este tipo de ayudas son parecidas a las que recibió el sector naval y que tras las decisiones de la UE despertaron las iras de ciertos sectores cercanos al gobierno)

En aquella sesión de control al gobierno y tras las dos preguntas hechas por los diputados socialistas José Antonio Alonso y Antonio Trevin, representantes de sindicatos mineros, reivindicaron un mayor apoyo al sector mostrando camisetas en las que se leía “No al cierre de la industria de la minería del carbón”. Esa demostración que se produjo antes del turno de réplica del ministro, fue acogida con los aplausos de varios diputados mientras que el presidente de la Cámara Jesús Posada, reclamo a varios empleados que despejaran la tribuna y no permitieran la exhibición de ninguna camiseta.

A la salida del Congreso, el secretario de la Federación de Industria de CCOO en León, Alberto González Llamas, declaró que existía un conflicto muy importante provocado por el Gobierno de Mariano Rajoy al ser desleal con el acuerdo pactado con el anterior ejecutivo y calculado al milímetro para la supervivencia de la minería.

El secretario general de CCOO en El Bierzo, Vicente Mirón, acusó al Gobierno de no aportar soluciones lo que obligará a los habitantes de las comarcas mineras a emigrar.

Por su parte Juan Carlos Alvares Liébana secretario de Industrias Extractivas de CCOO lamentó las respuestas del ministro en el Pleno, que no aportaron nada nuevo únicamente lo que planteaba la Comisión de Seguimiento del Plan del Carbón sin cambios de posición e incumpliendo compromisos pactados.

En esos días varios mineros junto a sus familias se habían encerrado algunos pozos a pesar del frío, la oscuridad, la escasez de alimentos para hacer visible la lucha del sector. Y también en esos días las fuerzas del orden público recibían y cumplían órdenes de cargar y reprimir con intensidad a los trabajadores que únicamente defendían su trabajo y su forma de vida.

 

 


 
El 22 de junio de 2012 el ministro afirmaba en rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros que no había marcha atrás en los recortes al carbón, instaba a sindicatos y trabajadores a pactar las ayudas previstas hasta 2018 y daba a entender que es un sector muy protegido.

Sus argumentos eran que no había marcha atrás porque su ministerio “ha sufrido recortes del 32% para este año y estamos dando al sector del carbón que da trabajo a 4.000 empleados 655 millones de euros, mientras que el Plan Nacional del Turismo, un sector clave de la economía que da trabajo al 11,39% de los afiliados a la Seguridad Social sólo va a contar con 438 millones”.

El 9 de julio de 2013 se publicaba que el senador socialista Ibán García del Blanco, planteaba una interpelación al ministro Soria, para conocer la situación del sector del carbón en España. Según el ministro, se estaba trabajando con sindicatos y empresarios en la elaboración de un nuevo marco de actuación que quería ser un plan distinto al remitido por el anterior Gobierno a Bruselas.

Soria reiteraba su convencimiento del papel que debía jugar el carbón en el mix energético como único combustible fósil en España que garantizaba el suministro en situaciones extremas. No obstante el ministro no ofreció detalles sobre la negociación del futuro plan ni la fecha en que podría firmarse.

El responsable del ministerio de Industria lamentaba que España no tenía carbón de calidad, eficiente y barato y que esa era la razón por la que el Gobierno debía obligar a las eléctricas a quemar carbón nacional algo que pagaban todos los españoles a través de la factura eléctrica.

Recordaba el ministro que en los últimos 22 años se han invertido 22.000 millones de euros en mantener vivo el sector del carbón, de los que 5.400 millones han sido ayudas a empresas, “2.200 para una sola empresa, cien al año”.

En su opinión la pregunta que era necesario formular era que si “todos estos planes han servido realmente para reestructurar las comarcas mineras”. En un alarde de maestría él mismo respondía a su pregunta al decir que la respuesta era no y que era necesario reflexionar al respecto.

“Respecto a las ayudas “a una empresa en concreto”, caso llevado al debate por el senador socialista, señaló que cualquier compañía que acceda a subvenciones debe estar al día con sus obligaciones con la Seguridad Social y la hacienda pública. “El Gobierno tiene que cumplir la legalidad”, destacó.

El senador García del Blanco, lamentaba que la realidad de las comarcas mineras “ no es dura, es terrible para miles de familias, que ya han sufrido más de 500 desahucios” y criticó que en este caso lo peor era la falta de esperanza y de futuro. Para el senador socialista “la sensación era que el Gobierno quería derrotar a las cuencas mineras por hambre como sucedía en un asedio medieval” y destacaba que el grupo socialista no estaba preocupada por los empresarios sino por los trabajadores que llevaban muchos meses sin trabajo y por tanto sin cobrar y denunciaba el servilismo del Gobierno con el lobby nuclear.

El senador García del Blanco pedía al ministro que pagase lo adeudado a las empresas, que normalizase el suministro a las eléctricas, dejase un espacio para el carbón míx energético en la futura reforma del sistema eléctrico y rearmase el proyecto de la Ciudad de la Energía de Ponferrada.

García del Blanco pidió el ministro que “pague lo adeudado a las empresas y normalice el suministro a las eléctricas, deje un espacio para el carbón en el mix energético en la futura reforma del sistema eléctrico y rearme el proyecto de la Ciudad de la Energía de Ponferrada”.

 


Hace dos días ya que el accidente ha ocurrido. En las próximas horas la cuenca minera permanecerá en paro. Será también el momento en que los actuarios podrán bajar a la mina y analizar los indicios que tal vez ayuden a saber que ha sucedido.

El ministro Soria ayer viajó a León, no se trasladó al lugar del accidente, y permaneció reunido con un grupo de señores estupendos y trajeados que seguramente no han bajado a la mina.

Cuentan que intentó visitar a los mineros heridos pero que ni los mismos ni sus familias le han permitido tal cortesía.

Este invierno se prevé un grave problema debido al elevado precio en el consumo eléctrico.

Lo que sucede es que ahora lo comprendo todo. Las pobres eléctricas se ven obligadas a comprar un carbón de baja calidad, por el mero hecho de mantener vivo un sector de producción en el que trabajan privilegiados que cobran menos de 1.000 euros al menos por bajar al corazón de la tierra y ponerse en peligro.

Lo que sucede es que el ministro del sector, el mismo caballero que ha decido poner un impuesto a la energía solar, en realidad es un pobre corazón al que todos intentan fastidiar.

Que no pasa nada si compramos carbón extranjero como ha pasado hace unas semanas y lo paseamos por la cuenca minera española como si tal cosa.

Que no pasa nada porque en realidad es bueno cerrar las cuencas mineras para dar paso a una industria energética limpia y barata como es la nuclear.

Mientras las cuencas mineras saben que no hay futuro simple y llanamente porque quienes deben dar soluciones no están demasiado dispuestos a ello.

No importa si padecen una crisis alimenticia o si ya se han tramitado más de 500 expedientes de desahucios. No importa que nadie hable de ellos desde hace más de año y medio

No importa sino cobran desde hace meses, no importa si pasan hambre, no importa si pierden la vida…

Ahora durante unos días se vivirá esa solidaridad extrema de los medios de comunicación. Esos medios que hasta media tarde no contaron lo que sucedía.

Ahora no sirve de nada esas conexiones impecables e inmediatas. Ahora no sirve que habléis, entrevisteis, llenéis horas de programación...

Decidme, ¿en dónde habéis estado en los últimos meses?

O mejor decidme ¿en dónde estabais en aquellas largas noches de miedo y gases lacrimógenos que vivieron los mineros y sus familias en la cuenca minera?

O decidme porque no estabais a las puertas de la central térmica de Compostilla, cuando los transportistas de El Bierzo después esperar varias semanas para meter carbón español en el almacén central se alzaron ante la presencia de un convoy de mineral extranjero que contaba con la escolta de la guardia civil

Lo que los transportistas españoles pedían era que se respetase el turno de los camiones que van llegando ya que ellos debían descargar primero.

Endesa necesita carbón importado al ser más bajo en azufre que el carbón español para realizar la mezcla de minerales que permite mantener en marcha los grupos en funcionamiento.

El ministerio de industria destinará cerca de 730 millones de euros a las centrales de Compostilla y Anllares por quemar carbón español según el nuevo real decreto que entra en vigor entre el 15 de noviembre y las primeras semanas de diciembre

Comprendo que es mucho más importante hablar de la liga de futbol, por ejemplo, de lo chachi que es cierto tenista, de lo requetechachi que es la F.1…de cosas como vemos tan sesudas e importantes.

Ahora eso sí, cuando oléis sangre, os lanzáis en picado y hacéis acto de presencia raudos y veloces.

Teniendo en cuenta lo que viene sucediendo, yo personalmente como ciudadana, os digo “gracias por nada”. Sinceramente.

Recordad que los muertos que ahora homenajeáis son los mismos hombres que según el ministro al que distéis voz y eco "eran unos privilegiados"
 
Gran privilegio desde luego morir por llevar el pan y la sal al hogar.
Lo único inamovible y constante de todo esto,
es que los mineros nunca han tenido duda de lo que son.
Referente de la clase obrera, clase obrera.
Roca solida.
Gente recia y solidaria.
Ellos saben a lo que se dedican.
A ver cuando vosotros medios de comunicación recordáis el oficio.
 

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