Blog Urbano y de Vanguardia. La Pequeña Balboa, desde las ondas a las letras,
comprometiéndose con la actualidad , con los problemas sociales y con el día a día.

Violencia de género, Niños robados, Injusticias sociales,
La realidad de los pensionistas, El Alzheimer
como la gran lacra de la sociedad, Ley de Dependencia...

Opiniones personales, la vida cotidiana. Ideas, reflexiones. Comunicación personal.

viernes, 4 de mayo de 2012

GENOCIDIO EN TASMANIA


Ya falta poco para que acabe este ciclo de textos dedicados al racismo, la xenofobia y el papel jugado por Occidente en este terrible e infinito proceso de destrucción que han padecido a lo largo de los últimos siglos otras culturas más antiguas pero que no merecieron respeto alguno por nuestra parte.

Confieso que en estos días he recordado un refrán muy popular entre los estudiantes de mi generación que servía para justificar lo poco que nos apetecía cumplir con nuestras obligaciones académicas: Cuanto más estudio, más se, cuanto más se más olvido, entonces ¿para que estudiar?

Cuarenta años después para mí el significado de este juego de palabras ha variado notablemente y se ha tornado más amargo. Porque a raíz de la propuesta de mi amiga Annabel Pinto de hablar sobre este tema y para resultar lo más objetiva posible, he buceado entre decenas de documentos que tratan sobre ello y ahora “cuanto más estudio, más se, cuanto más se menos puedo olvidar”.

De todos los episodios conocidos sobre el exterminio de culturas nativas, uno de los más sobrecogedores tal vez para mí ha sido el de Tasmania.

A principios del siglo XIX la colonización de Tasmania se convirtió en un genocidio, promovido y compensado económicamente por el gobierno británico que dio como resultado la total destrucción de la población aborigen tasmana.

Este proceso es conocido como Guerra Negra (Black War) y se refiere a un periodo de guerra no declarada entre las fuerzas británicas junto a los nuevos colonos, contra los aborígenes tasmanos en la llamada Tierra de Van Diemen actualmente Tasmania.

No obstante la llamada Guerra Negra también puede emplearse al hablar de conflictos posteriores entre colonos y aborígenes australianos (Australia continental)

Cuando los primeros colonos europeos llegaron a Tasmania en 1722 se encontraron con una cultura nativa de estructura más simple que la del continente australiano que no tenía conciencia del peligro inminente y no supo defenderse. Se les uso como esclavos de trabajo y sexuales, se les cazó y mutiló. Sus pieles fueron vendidas al gobierno. Los hombre fueron asesinados y los que sobrevivían castrados, los niños morían golpeados y apaleados. A las mujeres se les permitio irse con las cabezas de sus maridos atadas al cuello.

La población inicial de unos 5.000 nativos en 1830 se había reducido a 220 o 72 (la cifra varia en función de la fuente consultada) y finalmente fueron recluidos hasta su muerte. Sin olvidar que otro de los motivos de este proceso de aniquilación fueron las enfermedades traídas por los colonos y ante las que los nativos sucumbieron puesto que su sistema inmunológico se mostró desbordado.



El hecho de que esta “guerra” no hubiese sido declarada oficialmente impide exactitud a la hora de estudiar un periodo de tiempo concreto. Pero teniendo en cuenta las noticias que aparecen en la prensa del momento y los decretos promulgados por las autoridades británicas podemos construir una cronología aproximada.

El inicio tal vez coincidiera con la creación del primer asentamiento británico en Tasmania, una colonia penal, en 1803.

La segunda fase podría corresponder con la publicación de un artículo dirigido a los colonos para perseguir a los nativos en defensa propia. (página 2 de el número 552 del Colonial Times and Tasmanian Advertiser de fecha 1 de diciembre de 1826)

Lo decimos inequivocadamente LA DEFENSA PROPIA ES LA PRIMERA LEY DE LA NATURALEZA. EL GOBIERNO TIENE QUE RETIRAR A LOS NATIVOS SI NO, ¡SERÁN CAZADOS COMO ANIMALES SALVAJES Y DESTRUIDOS!

En 1828 George Arthur gobernador de Tasmania proclama la expulsión de los nativos de todos los territorios ocupados por los colonos. Los aborígenes tan solo podrán atravesarlos una vez al año para pescar en las costas, siempre que obtengan un pasaporte para realizar el viaje.

En abril del mismo año el gobernador Arthur declara la ley marcial en la colonia puesto que los enfrentamientos entre la resistencia tasmana y los colonos no cesan y la escalada de violencia parece imparable. El decreto de ley marcial comienza así…

Comoquiera que los negros o aborígenes nativos de esta isla durante un tiempo considerable han realizado una serie de ataques indiscriminados contra las personas y propiedades diversas de los súbditos de Su Majestad: y últimamente en especial han cometido los actos más crueles y sanguinarios de violencia y pillaje; mostrando una evidente y sistemática disposición para matar y destruir a los habitantes blancos de forma indiscriminada siempre que se les presenta la oportunidad…

Para reforzar la declaración Arthur ordena la creación de partidas de exploración que deberán patrullar los asentamientos coloniales y capturar a los aborígenes encontrados en el territorio, autorizando a las patrullas a dispararles si se resistían al arresto y su posterior traslado a las zonas de reclusión.

En febrero de 1830 el gobierno ofreció una recompensa de 5 Libras por cada adulto aborigen y 2 Libras por cada niño entregados vivos. Debido a la captura masiva de aborígenes Arthur aclaró que la recompensa solo se pagaría por los individuos hallados en los asentamientos coloniales y que no se abonaría las capturas realizadas en zonas alejadas o aun no colonizadas. En caso de que los colonos y los convictos atacasen o agrediesen a los nativos sin motivo serían llevados ante la justicia y castigados.

Para reforzar estas acciones Arthur convocó a los colonos adultos, convictos o libres para formar una cadena humana conocida como Línea negra que deberían realizar batidas por el territorio. En realidad era una partida de caza que se desplazó desde las zonas colonizadas hasta el sur y hacia el este para acorralar a los nativos en la península de Tasman y cerrar el itsmo que conectaba la zona con el resto de la isla. De esta forma los aborígenes permanecerían aislados de los colonos.

La Línea Negra constituyó un autentico fracaso. La cifra de nativos capturados no fue tan importante como se esperaba. Pero el acoso y el cansancio les obligó a rendirse y los 220 que habían sobrevivido fueron recluidos en las islas del Estrecho de Bass bajo la promesa de conservar la vida. Las condiciones de vida del asentamiento y las enfermedades hicieron el resto y pronto solo quedaron 47 cuyos descendientes siguen viviendo en ese lugar.

En 1860 murió el último hombre tasmano. Un miembro de la Royal Society of Tasmania, George Stokell mandó abrir su tumba para hacerse una petaca con su piel.

El genocido se dio por concluido en 1876 tras la muerte de la ultima mujer palawa (tasmana). Se llamaba Truganini (Trugernanner).

TRUGANINI

Truganini (su nombre también se ha transcrito como Trugernanna, Trugannini o Trucanini) también conocida como Lallah Rookh, nació en la Isla Bruny (Lunawan-na-Alonna) hacia 1812 y murió el 8 de mayo de 1876 en Hobart y es considerada como la última aborigen pura y la última persona que hablaba la lengua aborigen de Tasmania.

Hija del jefe Mangerner (también transcrito como Mangana) antes de los 18 años vio como unos cazadores de ballenas apuñalaban a su madre asesinándola, perdió a su hermana Moorinna que fue raptada y murió al poco tiempo y a su primer prometido que se ahogó cuando intentaba salvarla de ser raptada.

En 1829 se unió a su segundo prometido Woorrady. En 1830 el gobernador Arthur intentó un acercamiento con los nativos que hubiesen sido menos hostiles. La campaña empezó en la isla de Bruny. Truganini y Woorrady acompañaron como guías e interpretes en el resto del territorio a George Augustus Robinson, misionero cristiano conocido como Protector de los Aborígenes.

La pareja estaba convencida de que esa era la manera de proteger a su pueblo de la violencia de los blancos. En 1835, Robinson convenció al jefe Mangerner para que su pueblo fuera trasladado de la isla Bruny a la isla de Flinders, al noreste de Tasmania, a cambio de alimentos, ropa, alojamiento, prometiéndoles que era un asentamiento provisional y que más adelante podrían regresar a su tierra.

Truganini y Woorrady fueron trasladados junto con otros 230 aborígenes, los últimos supervivientes de entre los indígenas de Tasmania y convertidos al cristianismo (Robinson bautizó a Truganini como Lallah Rookh, el nombre de una princesa oriental protagonista de un cuento que fue popular en Inglaterra en aquella época).

Robinson esperaba que el aislamiento los salvara, pero muchos murieron. Truganini pronto se dio cuenta de que las condiciones de vida insalubre en el campamiento, unida al desarraigo de los indígenas y a la propagación de enfermedades europeas contra las que no estaban inmunizados, abocaban el proyecto al fracaso.

En 1838, Robinson fue encargado de crear otro asentamiento para aborígenes en la bahía de Port Phillip, frente a Melbourne, en Australia. En 1839 se llevó a Truganini, junto con Woorrady y otros 14 indígenas, para que le ayudaran a convencer a los nativos. Desilusionada por la experiencia tasmana, Truganini se unió a una rebelión de aborígenes que se oponían a los planes de Robinson, y huyó con un grupo de personas que consiguieron escapar del campamento.

Vivieron unos dos años en Melbourne y los alrededores, pero al encontrarse fuera de la ley acabaron robando para sobrevivir a los colonos de la región de Dandenong, convirtiéndose a la fuerza en fugitivos. Se dirigieron entonces hacia el cabo Paterson donde miembros del grupo asesinaron a dos cazadores de ballenas y dispararon e hirieron a algunos colonos.

Siguió una larga persecución en la que capturaron a los responsables de los asesinatos, que fueron juzgados y ahorcados en Melbourne en 1841. Se sabe que Truganini fue herida de bala en la cabeza antes de que fuera también juzgada con los demás miembros del grupo y enviada de nuevo a la isla de Flinders en 1842. Woorrady la acompañaba pero murió durante el viaje.

En 1856, Truganini y los últimos 46 supervivientes del campamento de Flinders fueron trasladados a Oyster Cove, al sur de Hobart, desde donde pudo volver a visitar su isla natal.

Allí reanudó en parte con el estilo de vida aborigen, recolectando semillas y plantas en el bush, y conchas en el mar. En 1869, sólo seguían con vida en Oyster Cove ella y William Lanney, o Lanne, también llamado Billy o "King Billy", que falleció en el año.

En 1873 Truganini fue trasladada a Hobart, a la casa de la familia Dandridge, donde murió tres años más tarde tras solicitar que sus cenizas fueran esparcidas en el canal D'Entrecasteaux.

Se organizó un funeral oficial y concurrido, con un féretro que resultó estar vacío: Truganini ya había sido enterrada la víspera en el cementerio de una cárcel de mujeres, la Female Factory de Cascades, un suburbio de Hobart, para poder ser exhumada posteriormente con fines científicos.

Dos años más tarde fue desenterrada por la Royal Society of Tasmania y expuesta en el museo. No fue hasta abril de 1976, en el centenario de su muerte, que sus restos fueron incinerados y esparcidos de acuerdo con sus deseos.

En 1997 el Royal Albert Memorial Museum, de Exeter, devolvió el collar y el brazalete de Truganini a Tasmania. Muestras de su piel y de su pelo fueron encontradas en el Royal College of Surgeons de Inglaterra, y devueltas a Tasmania en 2002. Se estima que los restos de unos 50.000 aborígenes tasmanos y australianos continúan en posesión de instituciones médicas y científicas en el mundo.[6]

Truganini fue descrita como una mujer de baja estatura, de hermosa y penetrante mirada, valiente e inteligente, y que de joven había sido muy bonita y atractiva. No tuvo descendencia.

Existe todavía una comunidad aborigen en Tasmania, descendientes en su mayoría de mujeres aborígenes de las islas del estrecho de Bass. Fanny Cochrane, una indígena nacida en el asentamiento de la isla Flinders, sobrevivió a Truganini y tuvo 11 hijos.

En 1975, el gobierno de Australia editó un sello de correos con la efigie de Truganini, dentro de una serie titulada Six Famous Australian Women (seis mujeres australianas famosas).


EPILOGO

H. G. Wells, en el capítulo uno de su novela La Guerra de los Mundos, (1898) escribió: "Debemos recordar la destrucción cruel y completa que nuestra especie ha provocado, no sólo sobre animales como el bisonte y el dodó, sino también sobre sus razas consideradas inferiores. Los tasmanos, a pesar de su apariencia humana, fueron completamente eliminados en una guerra de exterminio provocada por los inmigrantes europeos en un período de cincuenta años".


En 1997 el gobierno australiano pidió disculpas oficiales por el genocidio sucedido a todos los pueblos indígenas de Australia y Tasmania, el parlamento de la isla apoyo con unanimidad la declaración. El texto decía:

Que este hogar, en nombre de todos los tasmanios expresa su profundo pesar y sincera en el dolor y la angustia causada por las políticas del pasado en las que los niños aborígenes fueron separados de sus familias y hogares; pide disculpas a los aborígenes de las acciones pasadas y reafirma su apoyo a la reconciliación entre todos los australianos. Hay muchas personas que actualmente trabajan en la comunidad, la academia, los diferentes niveles de gobierno y organizaciones no gubernamentales para fortalecer lo que se ha denominado como la cultura aborigen de Tasmania y las condiciones de aquellos que se identifican como miembros de la comunidad descendiente.

En noviembre de 2006 Tasmania se convirtió en el primer estado o territorio de Australia en ofrecer una compensación financiera por las Generaciones Robadas (Stolen Generations), los aborígenes desplazados por la fuerza de sus familias por agencias gubernamentales y las misiones de la iglesia entre aproximadamente 1900 y 1972.

Cerca de 4.000 a 6.000 personas reclamaron ser descendientes de aborígenes tasmanios. Unas 40 personas fueron reconocidas como tales y fueron aptos para la compensación de la partida de 5 millones de dólares americanos.

 Pero nada compensa el sufrimiento de tantas almas, ni la destrucción de culturas milenarias. Nada.




2 comentarios:

  1. El hombre ha creado de este mundo un infierno para si y para todo lo que le rodea.

    Saludos y muy buen blog

    ResponderEliminar
  2. Toda sociedad contiene una porcion de cerebros defectuosos que en la convivencia habitual son ignorados por carecer de brillo, pero que en circunstancias convulsas se revelan como verdaderos monstruos dando rienda suelta a una crueldad ilimitada. Pero enfermos los hubo hay y habra siempre... la cuestion es... porque el resto de la tribu se deja arrastrar por estos enfermos?

    ResponderEliminar