Querida familia, queridos amigos y
amigas, tras un largo paréntesis he vuelto. No ha sido por falta de ganas, ni
por carecer de temas que comentar y compartir.
La ausencia se ha debido a que he
permanecido atrapada en la gran maraña burocrática de este bendito lugar.
Como os conté me he visto obligada a “cesar
temporalmente en mis actividades laborales” debido a que mi querida
fibromialgia y otros achaques con los que no os aburriré se ha convertido en
una pesadilla diaria y nocturna.
Mientras me llega la posibilidad de
acceder a un tratamiento que mejore mi calidad de vida, mientras mi futuro se
aclare, he cumplido con los trámites que me parecieron oportunos.
Puedo pareceros una ingenua pero no he
perdido la esperanza de seguir siendo útil a la sociedad y de mantener mi
dignidad intacta. Como decía Don Hilarión en La Verbena de La Paloma “las
ciencias avanzan que es una barbaridad”. Así que como soñar de momento es gratis,
¿Por qué no mantener la esperanza de que un día pueda volver a la vida activa?
Así que pensé, “mientras los médicos se
ponen en marcha, mientras las cosas se encauzan, sería bueno acceder a algún curso
que me recicle como profesional, que me ponga al día, que me permita mejorar mi
perfil”.
Para ello el primer paso era inscribirse
en el departamento correspondiente del Ministerio-Conselleria de Trabajo-Treball
como desempleada.
El proceso debería ser sencillo y lógico.
Pero no es así. A una calle de mi casa se encuentra una Oficina de Desempleo.
Pero según las reglas la Oficina que debía ocuparse del trámite está situada a
unos 15 minutos de distancia, que en mi caso, caminar con la ayuda de un bastón
o unas muletas en función del día, se convierte en 45 minutos.
Tras una ardua investigación, desde los
años 80 no había pisado una oficina de desempleo, consigo el número de la
Oficina correspondiente y una voz grabada me indica la fecha de mi cita previa
para inscribirme, prevista para dos semanas más tarde.
Mientras, intento no desanimarme, ser
optimista, pensar en que todo saldrá bien. Pero justo en esa semana se publica
una nueva Encuesta de Población Activa, que más bien podría llamarse Población
Desactivada y me percato que formo parte de una nueva oleada de desempleados y
desempleadas que si no se pone remedio nos estrellaremos en las rocas de Costa
Desesperación.
Los días pasan y mis ahorros menguan. Los
de la familia menguaron hace tiempo. No hemos vivido por encima de nuestras
posibilidades, no hemos malgastado, no hemos despilfarrado. Simplemente hemos
vivido, mejor dicho sobrevivido.
Llega la mañana en que debo asistir a la
cita para inscribirme como desempleada. El primer paso consiste en responder a
las preguntas de una amable señorita. Y cuando digo amable no miento.
En este tiempo de calvario burocratico,
tan solo puedo hablar de comprensión y amabilidad por parte de todos los que me
han atendido y orientado.
Crea una ficha nueva y me inscribe.
Cuando termina su trabajo me dice apenada que lo que más le preocupa es que mi
situación, mi enfermedad no me permitirá reincorporarme a la vida activa. Que
si algún día las cosas mejoran, en mi contra pesará y bastante mi enfermedad.
Y tiene razón. ¿Qué empresario, que
empresaria contrataría a alguien como yo, a alguien que con el tiempo verá como
su situación empeora?
Antes de darme un número de orden para el
siguiente paso, me imprime la Dirección y el teléfono del Tribunal Médico que
en caso de que lo solicite evaluaría mi grado de enfermedad y me daría una idea
sobre el futuro.
Le doy las gracias y me despido. Me
siento en un rincón, desde el que puedo observar las caras de todas las almas
que comparten experiencia conmigo. Se les nota tan cansados, tan
desesperanzadas, tan tristes.
Aparece mi número en la pantalla. Me dirijo
a la mesa asignada. Me siento y saludo a la señorita que calculará mi
prestación por desempleo.
Semanas antes entré en la página web del
SEPE, y calculé que tal vez se me concederían 400 euros mensuales durante 2
años. Y pensé que a lo mejor las cosas, a lo mejor mi cuerpo mejoraba y no
necesitaba más que unos meses de prestación. A pesar de haber cotizado durante
años, a pesar de haber contribuido con mi granito de arena, me sentía culpable
por ello. En mi vida laboral, he estado de baja por enfermedad tan solo una vez
en mi vida y no es que no me hayan faltado motivos para quedarme en casa. Pero
soy así, ni mejor ni peor, así y punto.
La señorita empieza a introducir mis
datos con el fin de calcular mi prestación. A medida que teclea su cara se
torna seria, muy seria. Revisa una y otra vez los documentos que he aportado.
Se levanta, consulta con otros compañeros. Me miran. Vuelve a la mesa. Me doy
cuenta de que no sabe como darme la noticia.
La ayudo con una sonrisa. “Verá me siento
fatal, pero tengo que decirle que su prestación será por seis meses y una
cantidad aproximada de 139 euros”.
El mundo desaparece, no puedo respirar,
es una suerte estar sentada…mi vida laboral, toda mi vida, mis clases, mi
esfuerzo…mi vida… ¿Qué ha pasado? ¿Es una broma no?
No es una broma, es una realidad. Pura y
dura. Mía, personal, única e intransferible.
De eso hace ya varias semanas. De como he
llegado a esta situación no pienso hablaros, aunque es fácil de adivinar.
De mi boca no saldrá reproche alguno, ni
mis dedos plasmaran mi decepción.
En estas semanas he limpiado mi lista de
contactos de forma sencilla.
Me he encontrado gente que antes de decir
buenos días me ha contestado “yo no tengo dinero y no te puedo dejar”, gente
que al preguntarme y contar me ha dicho “que son las cartas que me toca jugar”,
gente que simplemente no estaba o que te contesta con “y yo estoy peor” gente que se empeña en decir que te ha pasado porque eras ingenua y estupida, tal vez pero por favor si mañana te sucede a ti, cosa que no deseo, tranquilo no te diré que eres estupido e ingenuo.…y gente
maravillosa que no tiene ni para comer pero esta dispuesta sin haber pedido
nada a darme 50 euros cada mes para que pueda sobrevivir.
Hoy es 12 de noviembre de 2012. Mi primer
ingreso por desempleo estaba fechado para el 10 de noviembre de 2012.
Llevo toda la mañana corriendo de un lado
para otro. Llevo toda la mañana agobiada, sin respiración, intentando seguir la
pista a mi prestación por desempleo. En teoría la mágica cifra de 163,08 Euros
(Base reguladora diaria=17,92 Euros, Deducción Seguridad Social=23,10Euros),
que debía aparecer por vez primera en mi cuenta bancaria por un periodo de seis
meses (1 de octubre de 2012 a 30 de marzo de 2013) no aparece.
Desde hace tres horas escucho la voz
grabada de un amable caballero que me indica que el tiempo de espera para mi
consulta (en que recodo del camino de internet se ha perdido la prestación?) “es
de más de seis minutos”.
Estoy de acuerdo. Llevo más de seis
minutos intentando saber que sucede, que error he cometido esta vez. Porque los
ciudadanos y las ciudadanas asumimos que se trata de un error que hemos
cometido nosotros, nosotras.
Ahora son las 14:25PM, 2:25PM y sigo sin
tener respuestas. Porque las líneas están saturadas, porque el SEPE no da abasto,
porque somos muchos los que necesitamos atención.
Anoche el Parlamento Griego aprobó nuevas
medidas que asfixiaran a la población: recortes por más de 10.000 millones de
euros, que afectaran sobretodo a los pensionistas y subida de impuestos.
En las últimas horas, Angela Merkel en
uno nuevo episodio del Beso de la Muerte ha visitado Portugal para felicitar a
su gobierno por lo bien que hace los deberes exigidos por la UE y el FIM.
Hoy el Parlamento Español discute los
presupuestos generales para 2013.
En los últimos días se han registrado en España los
primeros suicidios por desesperación. Hemos conocido la historia de una madre
octogenaria que cuidaba de su hija discapacitada visual. Ambas han sido
halladas muertas. La madre por causas naturales. La hija por falta de cuidado y
hambre.
Somos noticia por los desahucios de las
viviendas que fueron refugio de sueños y ahora son pesadillas desesperadas,
somos noticias por la posible privatización del sistema sanitario español,
somos noticia porque los políticos, los legisladores no trabajan para el pueblo
sino para la banca y contra el pueblo.
Somos noticia porque en realidad somos un
país magnifico construido por gente magnifica que sufre las consecuencias de la
política llevada a cabo por gente ambiciosa, que se muere por pasar a la
historia con letras de oro y que no tiene ni idea de lo que en realidad
requiere gobernar, dirigir, gestionar.
Mientras escribo esto, no he conseguido
que nadie me atienda en el teléfono 901.119.999 del SEPE. La voz que contesta
grabada y poco natural, parece cansada de mentir. Nadie me atenderá, y el
tiempo de espera a mi cargo será de más de seis minutos. La voz y yo lo
sabemos.
En un momento de la espera he pulsado una
tecla del teléfono y me han informado de lo que es en realidad la prestación
por desempleo. Un derecho. Y que el minimo a percibir será de 426euros (uno de los supuestos es por haber cumplido condena en prisión). Me ha
entrado la risa. No es mi caso. Como siempre soy la excepción que se carga la
regla.
Mientras sigo esperando, repaso mi
contrato de desempleada…fue el 8 de octubre de 2012 cuatro días antes de que a
las autoridades incompetentes de este país se les llenara la boca y los ojos de
patriotismo.
1-Me comprometo a buscar activamente
empleo, presentarme a cubrir las ofertas de empleo que se me faciliten y
devolver a los Servicios Publicos de Empleo los justificantes de comparecencia
en el plazo de 5 días, aceptar las colocaciones adecuadas, participar en
acciones especificas de motivación, información, orientación, formación,
reconversión o inserción profesionales, y en los trabajos de colaboración
social, renovar la demanda de empleo en la forma y fechas establecidas y
comparecer ante la Entidad Gestora de las prestaciones por desempleo o los
Servicios Publicos cuando sea requerido/a.
Y luego en dos artículos más prometo que
soy honrada a carta cabal y no miento, que no tengo donde caerme muerta y que
mi único capital es la ropa que me abriga.
Antes de despedirme me gustaría lanzar
algunas preguntas al aire…aunque no tengan respuestas
A quien pueda interesar:
-Cuando mi prestación por desempleo,
concluya habrá esperanza para mi?
-Cuando mi prestación por desempleo
concluya tendré derecho a asistencia sanitaria
-Cuando mi prestación por desempleo
concluya cree que seguiré en este mundo.
-Cuido de mis padres (él enfermo vascular
octogenario, ella Alzheimer 150% discapacidad reconocida) no recibimos ayudas económicas,
no vivimos por encima de nuestras posibilidades.
-Intento cuidar de mi misma pero le
aseguro que no es fácil.
-No pido caridad sino mi dignidad.
-Porque no puedo acceder a mi plan de pensiones hasta que haya cobrado esta gran prestación por desempleo...
-Se que no soy apta para trabajos duros o
pesados, pero creo que algún hueco debe existir para alguien como yo…
-Que ha pasado con mis años de
cotización, con mis sueños, con mis esperanzas…
-Con que derecho os habéis adueñado de mi
futuro…
Y mientras el viento se lleva mis
preguntas, el tren en el que estamos subidos aumenta la velocidad de marcha,
sigue sin control, el conductor no tiene ni idea y los que deberían atender a
los pasajeros, están inmersos en una orgia de lanzamiento de excrementos al
grito de “Y tu más”.
En breves instantes este tren
descarrilará a la entrada de Estación Amargura.
Suerte al pasaje. A los que los que os habéis
empeñado en esta ruta suicida, solo os deseo que algún día la amargura de
aquellos a los que estáis matando de hambre y desesperación os cobre el peaje
que debéis.
No sois dignos de este pueblo, ni este
pueblo ni este país os merece.
Asumid vuestra responsabilidad, salid del
despacho y bajad a la calle, oled la pena y la miseria de aquellos a los que maltratáis.
Y ya que estáis tan empeñados en oler a
santidad recordad que Aquel que es más grande que vosotros, Aquel cuyo nombre tomáis
en vano dijo que “es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que
un rico entre en el reino de los cielos”.
Por fin comprendo la escena final de El
Planeta de Los Simios interpretada por Charlton Heston cuando descubre la
Estatua de La Libertad destrozada.
“Malditos, yo os maldigo a todos”
Y de nuevo recurro a mi querido Rocky Balboa "Nada acaba hasta que tu dedices que acaba".
Pues eso que sigo siendo la Pequeña Balboa y que no me rendiré...no lo lograreís...seré vuestra peor pesadilla...porque sabeís...ahora no tengo nada que perder...nada...Me lo habeís quitado todo...menos el corazón...y ese mientras siga latiendo os garantiza lucha sin cuartel...