Ha pasado mucho tiempo desde que publiqué el último post. Pero
os confieso que en el último año me ha resultado complicado centrarme, buscar
temas, documentarme, escribir… publicar.
No ha sido por falta de ideas, os lo aseguro. Se trata dicen
de una reacción normal del cuerpo y la mente, especialmente de la mente, tras
un suceso traumático.
El mío, mi suceso traumático ya sabéis que sucedió el 24 de
julio de 2014. Al parecer mi mente y mi cuerpo no acaban de superar el paso por
la UCI y lo que llamo mis días perdidos, los días en los que gracias al amor y
el calor de mi familia urbana logré recupera la consciencia y respirar de
nuevo.
Por ello no he escrito nada nuevo. Aunque tampoco ha sido
necesario.
La mayoría de los temas que forma parte de los que
denominamos “actualidad” ya eran actualidad en 2012. Y desde entonces forman
parte de nuestras vidas, de nuestra cotidianidad.
El FMI, la UE, el Frente Islámico, Grecia, la crisis económica
en España, la corrupción, el desprecio por los más desfavorecidos, la guerra en
Siria, los centenares de muertos en el Mediterráneo… llegaron en forma de noticia
breve y la incapacidad de gobiernos y organismos supranacionales y el incesante
apetito de los medios de comunicación, dispuestos a alimentarse
indiscriminadamente de carroña o sangre fresca informativa, han permitido que
crezcan hasta alcanzar el tamaño de primera plana y páginas centrales.
Se han instalado en el rincón más sombrío de nuestra sociedad y desde allí nos vigila, acechan nuestros movimientos, nuestra respiración.
Se han instalado en el rincón más sombrío de nuestra sociedad y desde allí nos vigila, acechan nuestros movimientos, nuestra respiración.
La publicación en los últimos días de la imagen de Aylan un
menor sirio de 3 años que se ahogó en el Mediterráneo cuando su familia
intentaba cruzar desde Turquía a territorio griego para ponerse a salvo tras
escapar del conflicto civil que hace más de 5 años que asola el país, puso de
nuevo sobre los tapetes oficiales la situación.
De nuevo las cadenas televisivas se han convertido en el
foro perfecto para los que se denominan “expertos en…”, diseñen soluciones
teóricas que nunca se ajustarán a la realidad porque la realidad es más
espantosa de lo que jamás puedan imaginar esos “expertos” sentados en sus
despachos y redacciones.
Hace meses que no escribo nada nuevo, porque no hay nada
nuevo sobre lo que escribir. Por ello rescato antiguos post de La Pequeña
Balboa para refrescar los temas que cada semana regresan a nuestras vidas, como
restos de un naufragio social de dimensiones incalculables…
Cuando rescaté el post sobre la guerra civil de Siria, mi
querida Rita Turza siempre tan amable dijo que extrañaba a La Pequeña Balboa.
Espero que pronto regresé de su prolongado silencio y
también espero que un día los temas a comentar sean más amables pero no suelo
pecar de optimista y sé que las buenas noticias tardarán todavía bastante en
llegar.
Por el momento, nos hemos instalado en una dinámica en la
que comportamientos alejados de la moral y la ética nos parecen normales.
La corrupción, las decisiones arbitrarias de gobiernos
incapaces, la legislación que no protege a los desfavorecidos sino a quienes una
y otra vez saltan los límites de la legalidad, los medios de comunicación que
desinforman y se venden al mejor postor, los políticos que desarrollan toda su
actividad en la televisión pero acuden en contadas ocasiones a sus despachos…
todo esto y más nos parece normal. Y aunque no nos parezca normal, aunque no
sea normal, hemos asumido que “las cosas son así y no podemos hacer nada por
cambiarlas”.
Nos enojamos, insultamos desde casa a los que nos han
llevado al borde del abismo cuando aparecen en pantalla, soportamos situaciones
espantosas con una templanza pasmosa.
Nos han repetido tanto que tenemos todo lo que nos merecemos
que hemos asumido el papel de víctimas obedientemente, sin oponer resistencia.
Mientras llegan nuevos vientos de paz y cordura, La Pequeña
Balboa procura recuperarse, recuperar las palabras que perdió hace un año. Es
un proceso lento, pero da resultados.
A lo único que no he renunciado es a mis sueños. Porque son
míos y los considero valiosos. Son el embrión de nuevos proyectos, del futuro.
Futuro…esa es la clave…la esperanza, el futuro, la vida, que
siempre se abre paso.
BlancaRosa Fernández Moreno
En Twitter: @BlancaR.Fernández
En Facebook : facebook.com/blancarosa.fernandezmoreno
En mi correo electrónico: truckpy@gmail.com
En la Radio, Domingos de 23:00 a 00:00 , El Prat Radio, La Buhardilla, Les Golfes
Gracias a todos por vuestra lectura y comentarios,