Barcelona también sucumbió a la moda de las exposiciones exóticas de seres
humanos.
Entre el verano y el otoño de 1897 se podía leer en la sección de espectáculos
de la prensa de la Ciudad Condal el siguiente anuncio:
Los Ashantis.
Pueblo negro. Ciento cincuenta individuos. Abierto de día y de noche. Ronda de
la Universidad, 35. Entrada 1 peseta; los jueves, día de moda, entrada 2
pesetas.
A pesar del elevado precio de las entradas y de que el solar de la Ronda
Universidad en el que se instaló la exposición, no era adecuado para tal fin
porque era pequeño y a diferencia de París y Londres no había árboles o
elementos decorativos que podían aumentar el potencial decorativo, el éxito de
publico fue un acontecimiento.
En opinión de la prensa de la época el lugar idóneo hubiese sido el Parc de
la Ciutadella. No obstante se afirmaba que era “una verdadera atracción de la
temporada original y pintoresca que debía ser conocida por todas las personas interesadas
en los usos de las razas negras”.
En plena guerra de Cuba y Filipinas la prensa abundaba en interpretaciones
bestiales, partenalistas e irónicas sobre los colonizados y los ashantis no
fueron una excepción.
Ataviados únicamente con túnicas de colores intensos ofrecían varios espectáculos
que ejercían una atracción morbosa sobre el público de Barcelona cautivado por
los cuerpos fueres y nerviosos de piel suave y sangre generosa.
En 1900 Bufalo Bill pasó por la ciudad con su espectáculo sobre el Salvaje
Oeste que incluía un grupo de nativos americanos.
Y más tarde también pasó la Ciudad Condal procedente de Labrador un grupo
de inuits que antes de viajar a Madrid se instalaron en el Nuevo Retiro. La
prensa destacaba la altura media de las mujeres, tan solo 1’25.
Otro de los espectáculos de éxito lo proporcionó un centenar de senegaleses
que se instalaron en la montaña del Tibidabo en donde ahora está situada la
atracción de El Avión. Este grupo que formaba parte de una gira que antes había
visitado Le Mans, Nantes y Amiens permaneció en Barcelona entre marzo y agosto
y generó un mercado de souvenirs importante entre los que destacaban las
postales.
El ultimo zoológico humano del que se tiene noticia en Barcelona data de
1925 y se trata de la tribu fulah de Guinea Ecuatorial, que también se instaló
en el Tibidabo aunque su éxito fue menor.
A partir de la década de 1930 este tipo de espectáculos deja de ser
interesante para el público y empieza a ser considerado inmoral.
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