Blog Urbano y de Vanguardia. La Pequeña Balboa, desde las ondas a las letras,
comprometiéndose con la actualidad , con los problemas sociales y con el día a día.

Violencia de género, Niños robados, Injusticias sociales,
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como la gran lacra de la sociedad, Ley de Dependencia...

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lunes, 12 de noviembre de 2012

LA PEQUEÑA BALBOA Y EL PARO


Querida familia, queridos amigos y amigas, tras un largo paréntesis he vuelto. No ha sido por falta de ganas, ni por carecer de temas que comentar y compartir.

La ausencia se ha debido a que he permanecido atrapada en la gran maraña burocrática de este bendito lugar.

Como os conté me he visto obligada a “cesar temporalmente en mis actividades laborales” debido a que mi querida fibromialgia y otros achaques con los que no os aburriré se ha convertido en una pesadilla diaria y nocturna.

Mientras me llega la posibilidad de acceder a un tratamiento que mejore mi calidad de vida, mientras mi futuro se aclare, he cumplido con los trámites que me parecieron oportunos.

Puedo pareceros una ingenua pero no he perdido la esperanza de seguir siendo útil a la sociedad y de mantener mi dignidad intacta. Como decía Don Hilarión en La Verbena de La Paloma “las ciencias avanzan que es una barbaridad”. Así que como soñar de momento es gratis, ¿Por qué no mantener la esperanza de que un día pueda volver a la vida activa?

Así que pensé, “mientras los médicos se ponen en marcha, mientras las cosas se encauzan, sería bueno acceder a algún curso que me recicle como profesional, que me ponga al día, que me permita mejorar mi perfil”.

Para ello el primer paso era inscribirse en el departamento correspondiente del Ministerio-Conselleria de Trabajo-Treball como desempleada.

El proceso debería ser sencillo y lógico. Pero no es así. A una calle de mi casa se encuentra una Oficina de Desempleo. Pero según las reglas la Oficina que debía ocuparse del trámite está situada a unos 15 minutos de distancia, que en mi caso, caminar con la ayuda de un bastón o unas muletas en función del día, se convierte en 45 minutos.

Tras una ardua investigación, desde los años 80 no había pisado una oficina de desempleo, consigo el número de la Oficina correspondiente y una voz grabada me indica la fecha de mi cita previa para inscribirme, prevista para dos semanas más tarde.

Mientras, intento no desanimarme, ser optimista, pensar en que todo saldrá bien. Pero justo en esa semana se publica una nueva Encuesta de Población Activa, que más bien podría llamarse Población Desactivada y me percato que formo parte de una nueva oleada de desempleados y desempleadas que si no se pone remedio nos estrellaremos en las rocas de Costa Desesperación.

Los días pasan y mis ahorros menguan. Los de la familia menguaron hace tiempo. No hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, no hemos malgastado, no hemos despilfarrado. Simplemente hemos vivido, mejor dicho sobrevivido.

Llega la mañana en que debo asistir a la cita para inscribirme como desempleada. El primer paso consiste en responder a las preguntas de una amable señorita. Y cuando digo amable no miento.

En este tiempo de calvario burocratico, tan solo puedo hablar de comprensión y amabilidad por parte de todos los que me han atendido y orientado.

Crea una ficha nueva y me inscribe. Cuando termina su trabajo me dice apenada que lo que más le preocupa es que mi situación, mi enfermedad no me permitirá reincorporarme a la vida activa. Que si algún día las cosas mejoran, en mi contra pesará y bastante mi enfermedad.

Y tiene razón. ¿Qué empresario, que empresaria contrataría a alguien como yo, a alguien que con el tiempo verá como su situación empeora?

Antes de darme un número de orden para el siguiente paso, me imprime la Dirección y el teléfono del Tribunal Médico que en caso de que lo solicite evaluaría mi grado de enfermedad y me daría una idea sobre el futuro.

Le doy las gracias y me despido. Me siento en un rincón, desde el que puedo observar las caras de todas las almas que comparten experiencia conmigo. Se les nota tan cansados, tan desesperanzadas, tan tristes.

Aparece mi número en la pantalla. Me dirijo a la mesa asignada. Me siento y saludo a la señorita que calculará mi prestación por desempleo.

Semanas antes entré en la página web del SEPE, y calculé que tal vez se me concederían 400 euros mensuales durante 2 años. Y pensé que a lo mejor las cosas, a lo mejor mi cuerpo mejoraba y no necesitaba más que unos meses de prestación. A pesar de haber cotizado durante años, a pesar de haber contribuido con mi granito de arena, me sentía culpable por ello. En mi vida laboral, he estado de baja por enfermedad tan solo una vez en mi vida y no es que no me hayan faltado motivos para quedarme en casa. Pero soy así, ni mejor ni peor, así y punto.

La señorita empieza a introducir mis datos con el fin de calcular mi prestación. A medida que teclea su cara se torna seria, muy seria. Revisa una y otra vez los documentos que he aportado. Se levanta, consulta con otros compañeros. Me miran. Vuelve a la mesa. Me doy cuenta de que no sabe como darme la noticia.

La ayudo con una sonrisa. “Verá me siento fatal, pero tengo que decirle que su prestación será por seis meses y una cantidad aproximada de 139 euros”.

El mundo desaparece, no puedo respirar, es una suerte estar sentada…mi vida laboral, toda mi vida, mis clases, mi esfuerzo…mi vida… ¿Qué ha pasado? ¿Es una broma no?

No es una broma, es una realidad. Pura y dura. Mía, personal, única e intransferible.

De eso hace ya varias semanas. De como he llegado a esta situación no pienso hablaros, aunque es fácil de adivinar.

De mi boca no saldrá reproche alguno, ni mis dedos plasmaran mi decepción.

En estas semanas he limpiado mi lista de contactos de forma sencilla.

Me he encontrado gente que antes de decir buenos días me ha contestado “yo no tengo dinero y no te puedo dejar”, gente que al preguntarme y contar me ha dicho “que son las cartas que me toca jugar”, gente que simplemente no estaba o que te contesta con “y yo estoy peor” gente que se empeña en decir que te ha pasado porque eras ingenua y estupida, tal vez pero por favor si mañana te sucede a ti, cosa que no deseo, tranquilo no te diré que eres estupido e ingenuo.…y gente maravillosa que no tiene ni para comer pero esta dispuesta sin haber pedido nada a darme 50 euros cada mes para que pueda sobrevivir.

Hoy es 12 de noviembre de 2012. Mi primer ingreso por desempleo estaba fechado para el 10 de noviembre de 2012.

Llevo toda la mañana corriendo de un lado para otro. Llevo toda la mañana agobiada, sin respiración, intentando seguir la pista a mi prestación por desempleo. En teoría la mágica cifra de 163,08 Euros (Base reguladora diaria=17,92 Euros, Deducción Seguridad Social=23,10Euros), que debía aparecer por vez primera en mi cuenta bancaria por un periodo de seis meses (1 de octubre de 2012 a 30 de marzo de 2013) no aparece.

Desde hace tres horas escucho la voz grabada de un amable caballero que me indica que el tiempo de espera para mi consulta (en que recodo del camino de internet se ha perdido la prestación?) “es de más de seis minutos”.

Estoy de acuerdo. Llevo más de seis minutos intentando saber que sucede, que error he cometido esta vez. Porque los ciudadanos y las ciudadanas asumimos que se trata de un error que hemos cometido nosotros, nosotras.

Ahora son las 14:25PM, 2:25PM y sigo sin tener respuestas. Porque las líneas están saturadas, porque el SEPE no da abasto, porque somos muchos los que necesitamos atención.

Anoche el Parlamento Griego aprobó nuevas medidas que asfixiaran a la población: recortes por más de 10.000 millones de euros, que afectaran sobretodo a los pensionistas y subida de impuestos.

En las últimas horas, Angela Merkel en uno nuevo episodio del Beso de la Muerte ha visitado Portugal para felicitar a su gobierno por lo bien que hace los deberes exigidos por la UE y el FIM.

Hoy el Parlamento Español discute los presupuestos generales para 2013.

En los últimos días se han registrado en España los primeros suicidios por desesperación. Hemos conocido la historia de una madre octogenaria que cuidaba de su hija discapacitada visual. Ambas han sido halladas muertas. La madre por causas naturales. La hija por falta de cuidado y hambre.

Somos noticia por los desahucios de las viviendas que fueron refugio de sueños y ahora son pesadillas desesperadas, somos noticias por la posible privatización del sistema sanitario español, somos noticia porque los políticos, los legisladores no trabajan para el pueblo sino para la banca y contra el pueblo.

Somos noticia porque en realidad somos un país magnifico construido por gente magnifica que sufre las consecuencias de la política llevada a cabo por gente ambiciosa, que se muere por pasar a la historia con letras de oro y que no tiene ni idea de lo que en realidad requiere gobernar, dirigir, gestionar.

 

Mientras escribo esto, no he conseguido que nadie me atienda en el teléfono 901.119.999 del SEPE. La voz que contesta grabada y poco natural, parece cansada de mentir. Nadie me atenderá, y el tiempo de espera a mi cargo será de más de seis minutos. La voz y yo lo sabemos.

En un momento de la espera he pulsado una tecla del teléfono y me han informado de lo que es en realidad la prestación por desempleo. Un derecho. Y que el minimo a percibir será de 426euros (uno de los supuestos es por haber cumplido condena en prisión). Me ha entrado la risa. No es mi caso. Como siempre soy la excepción que se carga la regla.

Mientras sigo esperando, repaso mi contrato de desempleada…fue el 8 de octubre de 2012 cuatro días antes de que a las autoridades incompetentes de este país se les llenara la boca y los ojos de patriotismo.

1-Me comprometo a buscar activamente empleo, presentarme a cubrir las ofertas de empleo que se me faciliten y devolver a los Servicios Publicos de Empleo los justificantes de comparecencia en el plazo de 5 días, aceptar las colocaciones adecuadas, participar en acciones especificas de motivación, información, orientación, formación, reconversión o inserción profesionales, y en los trabajos de colaboración social, renovar la demanda de empleo en la forma y fechas establecidas y comparecer ante la Entidad Gestora de las prestaciones por desempleo o los Servicios Publicos cuando sea requerido/a.

Y luego en dos artículos más prometo que soy honrada a carta cabal y no miento, que no tengo donde caerme muerta y que mi único capital es la ropa que me abriga.

Antes de despedirme me gustaría lanzar algunas preguntas al aire…aunque no tengan respuestas

A quien pueda interesar:

-Cuando mi prestación por desempleo, concluya habrá esperanza para mi?

-Cuando mi prestación por desempleo concluya tendré derecho a asistencia sanitaria

-Cuando mi prestación por desempleo concluya cree que seguiré en este mundo.

-Cuido de mis padres (él enfermo vascular octogenario, ella Alzheimer 150% discapacidad reconocida) no recibimos ayudas económicas, no vivimos por encima de nuestras posibilidades.

-Intento cuidar de mi misma pero le aseguro que no es fácil.

-No pido caridad sino mi dignidad.
-
Porque no puedo acceder a mi plan de pensiones hasta que haya cobrado esta gran prestación por desempleo...
 
-Se que no soy apta para trabajos duros o pesados, pero creo que algún hueco debe existir para alguien como yo…

-Que ha pasado con mis años de cotización, con mis sueños, con mis esperanzas…

-Con que derecho os habéis adueñado de mi futuro…

 

Y mientras el viento se lleva mis preguntas, el tren en el que estamos subidos aumenta la velocidad de marcha, sigue sin control, el conductor no tiene ni idea y los que deberían atender a los pasajeros, están inmersos en una orgia de lanzamiento de excrementos al grito de “Y tu más”.

En breves instantes este tren descarrilará a la entrada de Estación Amargura.

Suerte al pasaje. A los que los que os habéis empeñado en esta ruta suicida, solo os deseo que algún día la amargura de aquellos a los que estáis matando de hambre y desesperación os cobre el peaje que debéis.

No sois dignos de este pueblo, ni este pueblo ni este país os merece.

Asumid vuestra responsabilidad, salid del despacho y bajad a la calle, oled la pena y la miseria de aquellos a los que maltratáis.

Y ya que estáis tan empeñados en oler a santidad recordad que Aquel que es más grande que vosotros, Aquel cuyo nombre tomáis en vano dijo que “es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de los cielos”.

Por fin comprendo la escena final de El Planeta de Los Simios interpretada por Charlton Heston cuando descubre la Estatua de La Libertad destrozada.

“Malditos, yo os maldigo a todos”
 
Y de nuevo recurro a mi querido Rocky Balboa "Nada acaba hasta que tu dedices que acaba".



Pues eso que sigo siendo la Pequeña Balboa y que no me rendiré...no lo lograreís...seré vuestra peor pesadilla...porque sabeís...ahora no tengo nada que perder...nada...Me lo habeís quitado todo...menos el corazón...y ese mientras siga latiendo os garantiza lucha sin cuartel...