Blog Urbano y de Vanguardia. La Pequeña Balboa, desde las ondas a las letras,
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como la gran lacra de la sociedad, Ley de Dependencia...

Opiniones personales, la vida cotidiana. Ideas, reflexiones. Comunicación personal.

sábado, 31 de marzo de 2012

BIOGRAFIA O CURRICULUM


Uno de mis contactos en una red social me ha enviado una solicitud para protestar en cierta forma contra la decisión unilateral de la compañía que ha creado la citada red y que por tanto la gestiona, de que cada usuario añada su biografía. Al mismo tiempo me he percatado de que son muchos los usuarios de la citad red que están en contra de activar ese nuevo apartado. Y les comprendo.

Porque los de a pie, la gente normal y corriente no creemos tener biografía. Y la tenemos. Al parecer asociamos esa palabra con la gente cuyo nombre por méritos propios ciertos o fabulados aparece en la prensa o en los diccionarios.

Lo cierto es que un texto que se presente como nuestra biografía dice en realidad muy poco de nosotros. Dice mucho de nuestra imagen publica pero muy poco de nuestra verdadera esencia.

Podemos decir que hemos nacido en una ciudad determinada en una fecha determinada, que hemos cursado unos estudios determinados y que trabajamos o hemos trabajado en un sector o una empresa, o varios sectores y empresas, determinados. Pero eso no nos define como seres únicos y especiales. Tan solo son datos.

Lo que nos define realmente son las acciones, las decisiones, las experiencias que nos han convertido en lo que somos. Y por supuesto nos define una parte intima que en la mayoría de los casos nadie, ni siquiera la familia, los amigos íntimos o nuestra pareja conoce.

Creemos que lo sabemos todo de todos y creemos que es saludable. Que es necesario. Que nos permitirá conocer mejor a las personas con las que nos relacionamos. Pero no es cierto.

A mi lo que realmente me gusta es conocer detalles de ciertos personajes, que permiten comprender sus acciones, sus decisiones. Detalles que les hacen más humanos, más cercanos.

Un conocido actor norteamericano que destaca en el genero de la comedia, es en realidad doctor en filosfía, ha publicado diversos ensayos, publica diariamente sus artículos en un prestigioso periódico y ha dado a luz tres novelas, una de ellas escrita en tercera persona, sin olvidar que es un virtuoso autodidacta del banjo.

Otro actor fue criticado durante años por alternar en su filmografía títulos magníficos y producciones que podríamos denominar alimenticias. Nadie comprendía porque. En realidad estaba ayudando a mantener económicamente a la familia de otro compañero de profesión y amigo, que tras sufrir un grave accidente de equitación quedó tetrapléjico y que al agotarse su seguro médico de no ser por la ayuda de su amigo no habría sobrevivido. Posteriormente el actor que aceptaba papeles mediocres o alimenticios se hizo cargo del hijo de su amigo cuando este murió y más tarde también falleció su esposa victima de cáncer.

Otra actriz aunque es licenciada en chino mandarín es más conocida por haberse convertido en la esposa de un actor en ciernes que se ganaba la vida como camarero y era más joven que ella varios años.

Otra actriz cursó sus estudios en la Sorbona de París y además de formar parte del grupo de seres superdotados intelectualmente ha desarrollado una magnífica carrera no solo como actriz sino también como directora.

Dos actores ya consagrados en cierta ocasión pidieron al director de la película en la que trabajaban que les escribiese una escena en la que ambos compartiesen cámara. Querían recordar los tiempos en los que empezaban y uno de ellos recién casado acogió al otro en su apartamento e convirtió su cocina en dormitorio improvisado instalando una cama plegable.

Otro actor recientemente fallecido desarrolló una prestigiosa carrera interpretativa por casualidad. Cuando tenía tres años los médicos le extirparon un ojo puesto que un tumor había afectado al nervio óptico y al globo ocular. Lejos de acomplejarse llevó una vida normal. Intentó alistarse en la marina de los EEUU tras Pearl Harbour pero evidentemente fuer rechazado. Entonces formó parte de la flota mercante que llevaba al frente alimentos y combustible. Cuando se licenció volvió al instituto, se graduó, ingresó en una prestigiosa universidad y se convirtió en un experto en auditorias trabajando para el estado. Su trabajo le producía gran estrés. Así que decidió relajarse asistiendo a clases nocturnas de teatro amateur. Su profesora sin consultar con él, envió a un estudio la grabación de un ensayo y en poco tiempo dejó la contabilidad para centrarse en la interpretación.

Otra actriz era vecina de un joven aspirante a actor. Ambos mataban el tiempo jugando a cartas en las largas noches de invierno en las que no tenían trabajo, ni perspectivas de tenerlo ni un céntimo para gastar. Cuando ella consiguió su primer trabajo como modelo fotográfica, lo primero que hizo fue comprarle a su amigo un abrigo decente que le abrigase y con el que pudiese presentar buen aspecto en las entrevistas de trabajo y las audiciones.

Un conocido escritor redactó una historia de terror que acabó en el cubo de la basura. Su esposa decidió sin consultarle que el texto merecía una oportunidad y sin decirle nada envió una copia a varias editoriales. Un domingo que regresaban a casa con su hijo enfermo y con la certeza de que no tenían dinero para comprar las medicinas que necesitaba el niño, encontraron en el buzón la carta de una de las editoriales que no solo se interesaba por publicar el libro sino que también adjuntaba un cheque que resultó providencial.

Un actor y un guionista ambos de gran talento, desde el principio de sus días de estudiantes fueron clasificados como casos perdidos. Su capacidad para asimilar conocimientos académicos y para avanzar en el programa de estudios era nula. En ambos casos alguien se interesó por ellos y descubrió que en realidad eran disléxicos. Con la ayuda adecuada no solo mejoraron su rendimiento sino que forjaron unas magnificas carreras profesionales.

Otro actor por el que nadie apostaba un céntimo con el tiempo no solo se ha convertido en referente de la interpretación sino que también ha destacado como director sin olvidar que es compositor y que posee una productora y un sello discográfico.

La lista de casos en los que la biografía que conocemos no es la real, la que define a sus protagonistas es muy extensa. Tanto que necesitaríamos varios años para transcribirla.

Así que llegado este punto no tengo claro si la citada red social en realidad habla de curriculum vitae o de biografía. Si se refiere a un curriculum vitae este ya aparece de forma más o menos detallada en el apartado que recoge nuestro perfil. Si se trata de biografía pura y dura, entonces creo que no han acertado.

Porque una biografía es algo demasiado complicado como para simplificar y en ocasiones tampoco resulta demasiado fiable puesto que los detalles más importantes con el paso del tiempo los olvidamos o los recordamos con mayor benevolencia de la que merecen.

Por otra parte hasta que no abandonamos este mundo, hasta que La Parca no decide llevarnos con ella, nuestra biografía no está completa. Lo importante es que y cuando hicimos tal cosa o alcanzamos tal logro. Lo importante es abandonar este mundo con la tranquilidad de que lo que hicimos fue porque nos lo dictó el corazón y porque fuimos coherentes con nuestra forma de pensar.

Espero tardar muchos años en escribir el punto final a mi biografía. Espero que alguien me recuerde no solo por los fallos sino por algún pequeño acierto. Espero en definitiva que alguien me recuerde cuando mi voz se pierda definitivamente en el cosmos.


jueves, 29 de marzo de 2012

LA RISA


No he escuchado nada más hermoso en toda mi vida que las carcajadas de una niña, de un niño. Es un sonido que encierra toda la escala de emociones vibrantes y claras. Es una composición única y mágica.

Aunque se produce de forma simple el resultado para quien lo escucha es una sensación de bienestar indescriptible.
Según los expertos sonríen desde el primer momento para despertar en los adultos ternura y necesidad de cuidarles sean o no sus padres. La Naturaleza en su sabiduría infinita les dota de un mecanismo que te obliga a prestarles atención porque los humanos somos las criaturas más vulnerables de la tierra desde que nacemos. No sabemos andar, no sabemos buscar nuestro sustento, si tenemos frío no sabemos como calentarnos, si enfermamos no sabemos como buscar remedio. Dependemos por entero de los adultos del grupo.

Y con una sonrisa y más tarde con una carcajada y con el tiempo con una oleada de risas obligamos a los mayores a que nos cuiden y protejan.

Si una niña o un niño llora nos desesperamos. Dicen que es el sonido que más estresa a los adultos por su tono agudo y continuado. Hasta el momento en que el más pequeño de la casa no aprende a comunicarse a través del lenguaje, más o menos elaborado, y nos hace saber en todo momento que le sucede, llora. Y nuestra incapacidad para interpretar y traducir la situación nos estresa. Mucho.

Con el tiempo nos convertimos en seres más complejos capaces de expresar la emoción o el estado más simple a través del lenguaje verbal, con la mirada y con la sonrisa o el llanto. Es entonces cuando sabemos que si un niño o una lloran es porque realmente algo va mal.

La sonrisa, la risa, el humor son mecanismos de expresión y comunicación muy poderosos. Resultan imprescindibles para lograr un equilibrio perfecto ante los conflictos.

A medida que adquirimos responsabilidades el tiempo que dedicamos a reír disminuye. Nuestra sociedad considera que alguien que está siempre de buen humor, que siempre ríe o que tiene la capacidad de hacer reír es poco productivo y por tanto debe ser guiado hacia un claro ejercicio de la seriedad.

No obstante pasamos la mitad de nuestra vida buscando motivos que nos provoquen la sensación única de una sonrisa, de una carcajada: contamos historias cortas que llamamos chiste, asistimos a espectáculos que nos diviertan, leemos relatos que nos permitan sonreír.

Tanto empeño ponemos en ello que olvidamos ser espontáneos y esperamos que sean otros los que nos brinden la oportunidad de recuperar el lado más lúdico de nuestra vida sin sentirnos por ello culpables.

Existe un país que mide su riqueza en relación a la felicidad de sus habitantes. No es nuestro caso desde luego ni el caso de la mayoría de los países de este mundo.

No nos sobran motivos para reír. Tanto es así que desde hace muchos años no escucho ningún chiste nuevo. Si echo la vista atrás me veo en la cafetería del hospital en el que estudiaba hace veinte años los lunes por la mañana temprano escuchando chistes nuevos que nos permitían enfrentar una dura semana de trabajo y estudio.

Con el tiempo los chistes siguieron presentes en nuestra sociedad. Más o menos afortunados, elaborados, simples, nuevos o viejos. Pero estaban presentes.

Ahora no. Simplemente hemos perdido el humor. Y lo sabemos. Sabemos que es lo único que nos permiten mantener la cordura, el equilibrio.

Nos han despojado de la esperanza, de la fe, del trabajo, de la dignidad y ahora también del humor.

Claro que no todo el mundo tiene la gracia adecuada para hacer que los demás sonrían, rían y se carcajeen. Y no todo el mundo está dispuesto a perder un segundo de su vida en pos de un chiste.

En la década de los 90 de siglo pasado Europa se enfrentó de nuevo a la crueldad de la guerra con el conflicto de la antigua Yugoeslavia. Y lo más alarmante fue descubrir que muchos niños que se habían visto envueltos en el conflicto se colgaban de la parte trasera de los convoyes militares intentado suicidarse. El hambre, los bombardeos, la falta de esperanza, los francotiradores, la perdida de sus padres o su familia al completo les llevó a la desesperación, a la depresión y a la idea de que la muerte era su única salida.

Fue entonces cuando alguien pensó que el mundo se había olvidado de un detalle. Existían organizaciones de médicos sin fronteras, bomberos sin fronteras, maestros sin fronteras, arquitectos sin fronteras. Pero nadie había creado una organización que llevase la esperanza a los lugares más desesperados. Fue entonces dicen cuando nació Payasos Sin Fronteras.

Varios años antes el médico norteamericano Patch Adams empezó a desarrollar una terapia que mezclase la prescripción farmacológica tradicional con la risa. El propio doctor Adams había necesitado de todo su sentido del humor para superar algunos episodios personales graves.

Desde entonces en muchos centros hospitalarios los pacientes infantiles reciben la visita de animadores y payasos voluntarios que intentan que su estancia sea un poco menos dramática.

Pero ¿y los adultos? ¿Qué pasa con los adultos? Ya no contamos chistes ni tenemos la sonrisa presta a escapar de nuestros labios, a volar. Y lo necesitamos, como comer, beber o descansar.

Lo que ocurre es que hemos olvidado en muchos casos, y no sin motivo, como hacerlo, como sonreír, reír y carcajearnos. Necesitamos que nos reduequen, que nos enseñen como hacerlo.

Y es en ese punto cuando entran en acción los expertos en riso terapia. Lo triste es que tengan que enseñarnos a reír de nuevo porque hemos perdido el sentido del humor porque andamos con una carga tan grande sobre nuestros hombros que no levantamos la cabeza al caminar.

Espero y confío en que un día, no importa cuando, pero que llegue al fin, podamos reír de nuevo. Yo no me rendiré y seguiré buscando motivos para sonreír a pesar de la tormenta que nos está cayendo encima y que nos tiene ateridos de frío y con las ropas caladitas.

De momento lo que me hace sonreír es muy simple. Una campaña que publicita una marca de caramelos y que no emplea tiempo alguno en loar el producto. Simplemente vemos una arañita diminuta que al más puro estilo Chuck Norris le pega una paliza a un tipo joven y fuerte.

Lo se. Es algo muy tonto y muy simple, pero a mí de momento me vale. Incluso ha logrado que yo que siento pavor por los arácnidos y los insectos en general vea a las arañitas de otra forma.

Y es que el humor cuanto más simple y menos elaborado resulta más efectivo.
Feliz jornada.

miércoles, 28 de marzo de 2012

CUESTIÓN DE VOCABULARIO


   Mañana 29 de marzo de 2012 se va a liar parda en este bendito reducto irreductible llamado España. Fijo. Y si no atentos a las noticias que claro está variarán notablemente dependiendo del color del cristal con que se miren u enfoquen.

   Porque para tener una idea clara de lo que estará pasando deberemos hacer una composición al más puro estilo collage con retazos de las diferentes cadenas televisivo-radiofónicas y por tanto con retazos traídos por los vientos ideológicos de las mismas.

   Unos dirán que la huelga habrá sido un éxito, otros que un fracaso, otros que ni fu ni fa, otros que vaya usted a saber. Lo cierto es que nadie tendrá claro el resultado final. Y si no esperemos al viernes y sus conclusiones.

   Lo que más me preocupa a estas alturas de la película es que los de a pie, el pueblo llano no tenemos claro que significa Estado. Para la mayoría es un concepto abstracto, gigantesco y alejado de la realidad. Y lo cierto es que es muy fácil de entender y manejar.

   Por un momento imaginemos que el Estado es un edificio. En nuestro caso sería un edificio de ocho plantas con dos viviendas por rellano y un ático soleado y con terraza común. ¿Nos situamos?
   El siguiente paso es tener claro que como cada propietario se dedica a sus quehaceres más peregrinos necesitamos que alguien se ocupe de temas legales y administrativos, de alguien que nos represente. A ese personaje le llamaremos Administrador de Finca.
   El tercer paso consiste en acordar una cuota mensual que permitirá sufragar los gastos generales y en caso de necesidad afrontar reparaciones, cambios de bombillas, el mantenimiento del ascensor, pagar un seguro acorde con las características de nuestro inmueble etc etc etc.

   Cada propietario pagará puntualmente su cuota y el administrador, pues eso administrará esos fondos y anualmente se celebrará una reunión, llamada junta de propietarios, que nos permitirá saber el estado real de nuestro fondo común: si hemos gastado más o menos, si el año próximo en función de la subida de precios sería adecuado aumentar la cuota, renovar la junta de vecinos que resuelve los problemas diarios o busca soluciones para los mismos con la ayuda del administrador.

   Creo que hasta ahora resulta sencillo comprender el funcionamiento de una comunidad de propietarios, ¿verdad? Pues el Estado debería funcionar igual.

   Todos somos propietarios de este edificio situado en la Península Ibérica y con el ático soleado con terraza en los dos Archipiélagos. Todos pagamos (o deberíamos hacerlo) nuestra cuota puntualmente en forma de impuestos (directos, indirectos, circunstanciales, de los unos y de los otros) y eso nos permite garantizar que el Estado del Bienestar será el adecuado: las escuelas públicas garantizarán una buena formación a nuestros futuros propietarios, la sanidad pública estará a la altura de las circunstancias en una dinámica normal y en un momento de crisis grave, la protección social será excelente, las pensiones serán adecuadas para aquellos propietarios que ya no están en edad de trabajar y si de que les cuiden…

   Para administrar y orquestar todo contaremos con el trabajo del Administrador de la Finca que aporta un equipo de gente cualificada en cada área y que se compromete cada cuatro años a prestar un servicio a la comunidad.

   Pero ante todo y por encima de todo el Administrador, en este caso el Gobierno deber recordar que el dinero que maneja no le pertenece, que simplemente lo administra, lo distribuye, decide cuales son las partidas prioritarias para evitar que la estructura del edificio se deteriore y las vidas de los que lo habitan corran peligro.

   Por tanto resulta una cuestión importante que el Gobierno y sus miembros comprendan de una vez por toda que ellos tan solo son funcionarios de alto rango, renovables cada cuatro años. Que el edifico no les pertenece en su totalidad, que no tiene justificación alguna que no cumplan con su trabajo o las promesas hechas cuando se postulaban como candidatos. Y lo más importante que no están por encima de nadie. Si un Administrador de Fincas normal y corriente no presenta las cuentas claras los propietarios que le han contratado pueden llevarles ante el Tribunal y exigirles responsabilidades. ¿Por qué no lo hacemos los ciudadanos con un Gobierno cuando falla en sus deberes y responsabilidades?

   No es normal que cuando pagamos nuestros impuestos seamos Contribuyentes y cuando necesitamos que se nos preste un servicio que hemos sufragado con creces se atrevan a decir que somos Una Carga Para El Estado.
   No es de recibo que se permitan el lujo de exigir a los ciudadanos de a pie que debemos ajustar nuestra economía por el bien común y nuestros administradores se permitan unos sueldos tremendos. Nadie les pidió que se apuntaran al baile. Al fin y al cabo cuando alguien entra en política se supone que lo hace porque desea trabajar para la comunidad, ¿no? Pues no. Al parecer entrar en política es para algunos como estudiar una carrera o aprender un oficio que les permita ganar un sueldo más que generoso y optar a una serie de privilegios que pagamos el resto de los mortales.

   Por si no fuera bastante cada vez que abren la boca es para tratar a los que les pagamos el sueldo como si fuésemos gentes con pocas luces a las que hay que dictar las normas porque ellos son más listos que nosotros. Nos dicen que nuestro esfuerzo es poco, nos sacan los colores, nos leen la cartilla, nos avergüenzan en público y lo peor es que nos dejamos.

   Pero en nuestro caso es mucho más terrible. Porque nos han metido quieras que no en un condominio continental que a su vez cuenta con más vecinos que a su vez son propietarios de sus pisos y tienen sus propios administradores. Y son vecinos con los que nunca nos hemos llevado especialmente bien y que siempre nos han mirado por encima del hombro.

   Y si llegado el caso se nos ocurre decir que no lo vemos claro, nos tachan de antipatriotas, de rompearmonías, de cantamañas que no sabemos de lo que hablamos. En suma de disidentes del sistema a los que hay que controlar y reeducar.

   Porque veamos…no me permiten plantear un sistema de pisos federados con una capital administrativa pero que permita que cada vecino administre sus propias cuentas y sin embargo me obligan a formar parte de un condominio en el que el resto de propietarios me toma por el pito del sereno. Sinceramente me parece un despropósito mayúsculo. Una pesadilla a la que no le veo el fin y que ha producido y seguirá produciendo monstruos aterradores que envenenan nuestras vidas de forma dramática.

   Mientras aquí estoy, aullando a la luna mis cuitas sin la más mínima esperanza de que la razón entre en algunas cabezas. Y no me refiero a los grandes ideólogos que dicen que este sistema no funciona que incitan a que lo ignoremos pero que no aportan soluciones. Como decía una persona muy lista si detectas un problema pero no aportas soluciones formas parte del problema.

   El sistema es el que es y de momento es lo que tenemos para organizarnos. De nosotros dependen empezar a consultar el diccionario y aplicar las definiciones correctamente. Cuando alguien de la administración pública es amable o diligente al atendernos no debemos sorprendernos, al fin y al cabo trabajan para nosotros y les pagamos el sueldo a base de impuestos. Cuando una carretera está en buen estado, un hospital funciona, un niño recibe la formación académica adecuada, un anciano percibe la pensión por la que ha estado trabajando duramente, una calle está limpia, un tren sale puntual, un agente del orden protege y sirve, un juez aplica la ley correctamente…el estado del bienestar está funcionando.

   Cuenta la leyenda que la última reina de Francia, María Antonieta, un día preguntó porque el pueblo se manifestaba. Le respondieron que porque el precio del pan había subido. Ella respondió “Pues entonces que coman pasteles”. Visto lo visto el espíritu del Antiguo Régimen está más vivo que nunca. Lamentable.

   Si todos pagamos nuestros impuestos puntualmente y según la famosa frase Hacienda somos todos, el Estado somos todos y todas nosotros y nosotras y el Gobierno nuestro administrador de Finca.  Y si no cumplen las promesas hechas simplemente hay que dar un toque de atención, reclamar y exigir que las cosas se hagan bien.

   Aunque sinceramente no veo yo que lo de mañana cambie la derrota marcada en este viaje. De todos depende un cambio en el rumbo para que los arrecifes no destrocen el casco del barco. Y me da a mi que para colmo no hay a bordo el número suficiente de botes salvavidas. Así que ruego a Neptuno sea benévolo con esta pobre y sufrida tripulación que sabe a ciencia cierta que los vientos van a soplar más recios y que aunque tiene más experiencia que los capitanes por aquello del sentido común de los humildes nadie va contar con ellos sino es para seguir bogando hasta la extenuación. Parecemos galeotes condenados de forma injusta a remar para que este barco llegue a la batalla final.

   Lo malo es que los capitanes no se han percatado de que ellos también van en el barco, están en alta mar como todos y si esto se hunde, nos iremos todos a pique. Todos. Sin excepción. Que triste.

martes, 27 de marzo de 2012

EL GUIONISTA DE MI VIDA




   Si reviso mi vida con objetividad no puedo decir que sea mejor o peor que la de otros. Simplemente es mi vida. Mi biografía es mía. Mis actos los que definen esta vida mía son míos. No obstante en ella encuentro episodios que preferiría no haber vivido. Porque varios años después todavía resultan dolorosos, porque no considero que debieran haberme tocado en suerte o porque simplemente me vi abocada a ellos sin previo conocimiento ni posterior consentimiento. Es lo que el filósofo denominó “yo no soy yo sino yo y mis circunstancias”. Bueno mis circunstancias y las de otros sea dicho de paso y sin acritud.

   Es por ello que desde hace mucho tiempo achaco cada uno de esos malos pasos de esos traspiés de la coreografía vital a un guionista: el mío. Cuando relato alguna de estos pasajes a mis amigos, el resumen final es el mismo: que esperabas al fin y al cabo ya conocemos como las gasta el guionista de mi vida.

   Es una forma simple y llana de hablar de lo que Calvino denominó la predestinación o lo que es lo mismo, que todos llegamos a este valle de lágrimas con un libreto definido que cumpliremos a rajatabla pase lo que pase sin importar lo que tardemos en cumplir el contrato con el universo.

   Mi guionista seguramente está sentado en el último rincón del cosmos porque en el examen de guionistas vitales no pasó del aprobadillo justo. Seguramente no aprendió los rudimentos de la informática para usuarios tipo eduardomanostijeras y para redactar las páginas de mi vida emplea una máquina de escribir.  Viste de forma anticuada, usa corbata y como diría el poeta sevillano el suyo es un “torpe aliño indumentario”.

   Cada mañana se presenta en la redacción del Cosmos preparado para su trabajo, que consiste por lo visto en no darme un respiro y hacer que mi vida sea una tortuosa búsqueda del camino entre dos puntos que en mi caso nunca es la línea recta.

   Le puedo ver cogiendo con delicadeza un folio en blanco, colocarlo sobre el rodillo de la máquina de escribir y en el momento en que intenta cuadrar los picos de la hoja, descubrir que para variar también ha enredado su corbata. Cuando intenta deshacer el entuerto, lo que consigue es darle un certero golpe a su taza de café y manchar el resto de los folios.

   El resultado invariablemente será un día largo y difícil para mí. Se que cada día intenta que mi vida resulte un poco menos complicada pero nunca lo logra.

    Entre sus creaciones más sonadas se encuentran una cita a ciegas que no lo fue, que me confundieran con una invidente e intentasen ayudarme a cruzar la calle, provocar un accidente de tráfico porque el conductor de un vehículo creyó que era ciega y me disponía a cruzar la calle en rojo, pegarle la bronca en un cine con las luces apagadas a dos actores protagonistas de la película que estaban sentados en la fila de atrás y que querían comprobar la reacción del público en su actuación, enamorarme de una larga lista de tipos que no me correspondían…

   La mejor sin duda fue la cita a ciegas fallida. Una de mis amigas me comentó que había invitado a su fiesta de cumpleaños a un tipo interesante que yo debía conocer porque estaba segura de que de aquello podía surgir algo. Cuando mi cita a ciegas se presentó descubrí que nos conocíamos: vivimos en el mismo barrio, nuestro médico está en el mismo ambulatorio y trabaja en la oficina situada en el mismo edificio en el que trabajo.

Lo único que le pido al guionista de mi vida año tras año es que un día cualquiera cuando menos me lo espere me dé una sorpresa y  ese sea el día en que no pase nada extraordinariamente raro o que si tiene que sucederme algo sea estupendo. Solo le pido un día. Espero que mis ruegos le lleguen pronto. Aunque no se como porque no creo que tenga cuenta de correo en internet, perfil en Facebook o followers en Twitter. Ya sabeís que es un tipo clásico y nunca será Trending Topic. En eso nos parecemos. Somos dos clásicos perdidos en una cartelera muy moderna y alternativa. Tal vez por eso siempre he tenido la sensación de que no encajo en este mundo. Seguro que me equivoqué de puerta al llegar y desembarqué en este tiempo y no en el Siglo XIX por ejemplo.

   Lo único que tengo claro es que no debo perder la esperanza y tal vez un día las cosas nos salgan redondas a los dos. El guionista de mi vida no se pillará la corbata con la máquina de escribir ni tirará la taza de café. Y yo viviré un día lindo y pistonudo. Es lo mínimo, ¿no?

sábado, 24 de marzo de 2012

DE HISTORIAS E HISTORIA




   La mayor parte de mi vida de estudiante sentí que aquello no era para mí: sentarme varias horas al día en mesas colectivas, individuales e incluso la mesa de la profesora (porque me aburría soberanamente y me dedicaba a distraer a mis compañeras rompiendo la disciplina y las olas de sabiduría que esta compartía con mis condiscípulas) me parecía algo absurdo. Pero a pesar de ello siempre me mostraba dispuesta a dar una nueva oportunidad a mi profesora y al sistema académico.

   Estudiaba meticulosamente el paso de las estaciones a través de las ventanas del aula y volaba lejos en pos de mundos maravillosos. Mundos adultos. Porque en mi bendita ingenuidad infantil pensaba que los adultos llevaban una vida más apasionante y útil que la mía (con el tiempo he comprobado que no es así, pero ya es tarde).

   Esperaba impaciente la llegada de mis amigas las golondrinas y mis amigos los vencejos que anunciaban con sus grititos agudos que el verano estaba cerca. Y no es que en verano me librase de la disciplina. No. Cada año me enfrentaba a los simpáticos libros de actividades que las profesoras aconsejaban o pasado el tiempo a empollar como una desesperada los temarios veraniegos que en teoría me permitirían aprobar en septiembre la materia suspendida en junio.

   Septiembre. Palabra maldita. Porque si suspendías para septiembre eras la vergüenza familiar. Eras la oveja díscola y extraña para el grupo. Seguramente habías llegado a ese punto de recuperar en septiembre porque no te habías esforzado, porque no habías puesto empeño o en opinión de algunos miembros de la familia (incluido el primo repelente avalado con matriculas de honor y diplomas de buena conducta) porque “te había dado la gana”. En mi caso en dos años consecutivos, confieso que incluso me quedó pendiente para septiembre la gimnasia. Lo se. Es muy triste. Pero es que a mi lo de ejercitar el corpore por muy sano que fuese me superaba.

   Prefería ejercitar la mens, aunque luego sobre el papel mis notas fuesen un claro ejemplo de fracaso escolar. Mi título de Bachillerato Unificado Polivalente, empieza en un año determinado y se da por concluido y aprobado finalmente siete años después. No me extenderé en describir este lamentable proceso. Solo diré que cursé 3 veces 3º de BUP y 2 veces COU.

Cada año se repetía el mismo proceso y el resultado era el mismo. Pero lo que más me desconcertaba era la cantidad ingente de datos que diariamente embutían mis profesores en mi mente. Datos que me parecían a todas luces inútiles. Datos que se me cruzaban como en una sopa de letras hasta perder el sentido. Conceptos que no comprendía. Y la respuesta de los mayores de la tribu era siempre la misma. Que el día menos esperado esos datos me resultarían totalmente útiles. Pues mira que bien.



   A estas alturas de mi vida, comprendo por fin todo este proceso, me da penita la niña que se esforzaba por retener conceptos sin lograrlo y agradezco a casi todos los profesores y todas las profesoras que me han enseñado a lo largo de mi vida diferentes materias. Resulta muy útil a la hora de pegarle la paliza al repelente coleccionista de diplomas y matriculas de honor jugando al Trivial. Que descanso por fin.



   Pero es ahora en estos tiempos locos y desesperados cuando recuerdo cada vez más algo que me enseñaron en COU. La diferencia entre Historia e intrahistoria.

   El filosofo (entre otras cosas) Miguel de Unamuno (que en julio de 1936 se acercó tanto al Lado Oscuro que cuando quiso reaccionar acabó como un héroe griego condenado por aquellos a los que había apoyado y ensalzado a arresto domiciliario) antes de mirar tanto al abismo que el abismo se adueñó de su alma trajo a la Península las teorías de otro filosofo del Norte de Europa.

Unamuno parió una teoría fascinante y actualmente vigente. La intrahistoria.

   Pero iré por partes. La mayoría de los que manejan a su antojo la vida del pueblo llano se muere por ver que su nombre aparecerá en letras de molde en las páginas más brillantes de la Historia sin importarles que para ello los que les mantienen en sus cargos con sueldos públicos escandalosos, fenezcan en el intento. Son como ganaderos que exprimen a sus vacas (nosotros) sin tener la cortesía tan solo de calentarse las manos antes de tocar sus ubres para el ordeño.



   Buena muestra es la crisis actual en que nos hayamos inmersos. Una crisis que también hay que decir que responde a esos ciclos malsanos que los humanos repetimos hasta que llega la próxima caída en picado.

   Los que la han provocado no pasarán precisamente por ser grandes administradores y estadistas. Sino todo lo contrario. Por ser unos egoístas descomunales que han devorado a su paso todo lo que los demás han construido con tanto esfuerzo.

    Lo que olvidan es que si matan a las vacas de hambre llegará un día que las vacas no darán más leche y morirán exhaustas y que de paso ellos también morirán y sus nombres serán escupidos más que pronunciados o alabados.

   Por eso me encanta ser parte de la mayoría que teje cada día de forma milagrosa la Intrahistoria. La historia que no se lee, que parece que nadie recordará. La gente. Formo parte de un grupo vivo, vibrante y maravilloso. El pueblo llano.

   Los y las que sufren, padecen, ríen, aman, trabajan, crecen, maduran, sueñan…el pueblo llano. Nacemos sin pretensiones. Luchamos y crecemos con la esperanza diaria de hacer las cosas bien, de no fastidiar a los demás. Con la certeza de que nuestro sueño será reparador porque cada noche antes de cerrar los ojos al hacer balance de lo vivido, hecho y trabajado hemos estado a la altura. A nuestra altura. Que es mucha.

   Tal vez nuestros nombres no aparezcan en las enciclopedias. Tal vez cuando no ya no estemos, cuando nuestros cuerpos no hagan sombra, cuando nuestra voz ya no produzca eco, nadie nos recuerde. Pero no importa. Porque la suma de nuestros logros, cada fibra que tejemos para crear de forma inconsciente (y ese es el milagro que no tenemos idea de lo valiosos y maravillosos que somos) la intrahistoria, es lo que al fin y al cabo hace posible que algunos y algunas mediocres con pretensiones logren que sus nombres sean recordados.

   Aunque tal y como esta el patio más les valdría rezar con dedicación para que sus nombres sean olvidados. Porque ellos y ellas han creado y alimentado la pesadilla actual.

Para nosotros los de la intrahistoria lo mejor es que siempre tendremos el sueño de los justos. Y eso no tiene precio.


Blanca Fernández

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ATRAPAR EL TIEMPO


Por lo visto las canciones son efectivas no solo para calmar el alma sino también para aplacar a la Madre Naturaleza. He pasado las últimas horas canturreando en voz baja (porque no quería empeorar la dinámica meteorológica con mi voz) un verso de El último de La Fila que dice “Dios de la lluvia apiádate de mí”. Y ha funcionado. O al menos eso es lo que me gusta creer. Después de varias horas de lluvia, incluso de escuchar como los truenos contestaban a los rayos esta madrugada, después de una mañana que se ha levantado gris marengo, a mediodía ha salido el sol. Y todavía sigue ahí. Se cuela un rayo de luz en mi habitación. Y de pronto recuerdo como me gusta la luz de la primavera a esta hora de la tarde. Es suave, perezosa, tierna. Sabe a vainilla y canela. A ralladura de limón, de la que mi madrina añadía a sus postres. La vida se abre camino, se anuncia, llama a la puerta y antes de que me de cuenta habrá entrado en casa y hasta octubre no se irá. Me alegro mucho. La echaba de menos. Más de lo que imaginaba. Tengo la sensación de que el tiempo se ha parado, de que puedo lograr cualquier cosa y aunque sé que el tiempo no puede detener, aunque sé que no puedo lograr cualquier cosa porque es la dinámica de mi vida, soñar algo para comprender que no lo lograré, me dejo llevar por esa sensación.

Soy una mezcla de sensatez aparente y nubes en la cabeza. Las obligaciones cotidianas me obligan a ser sensata. Siempre he tenido que ser sensata porque es lo que se esperaba de mí y cuando me he dejado ganar por la tentación de ser insensata nada ha salido bien. Bueno tampoco es que me haya salido demasiado bien la existencia. Pero no debo lamentarme. Creo que es mejor aceptar las cartas que te reparten y jugar como buenamente puedas. Si pasas demasiado tiempo lamentándote tu energía se agota pronto. Y no estoy yo como para perder la poca energía con la que mi cuerpo y mi mente cuentan para ir tirando a diario.

Me queda tanto por aprender, conocer, leer, estudiar, comprender. Y no tengo tiempo. No hay tiempo. Es curioso como nos empeñamos por medir, atrapar y domesticar a este pequeño animal tan salvaje e imprevisible que nos acompaña desde que pisamos por vez primera la Tierra. Inventamos relojes de arena, de sol, de agua…Hemos convertido los relojes en elementos de decoración presentes en nuestros hogares, en complementos carísimos que combinan con nuestras ropas, en sofisticados tiranos de tamaño variado que nos dicen cuando nacer, amar, soñar, ver a los amigos, charlar, crear. Recordamos a la Liebre de Mayo cuando pasa corriendo ante Alicia diciendo “No queda tiempo, no queda tiempo”.

Lo terrible llega cuando al final del camino descubrimos que necesitaríamos más tiempo para decir a nuestra gente que les amamos, para dedicarles nuestra atención.

Es curioso pero yo mido el tiempo gracias a otros relojes maravillosos. Los hijos y las hijas de mis amigas y amigos. Te comentan un buen día que esperan un bebé. Ver como su pequeño milagro crece. Al principio solo es una imagen extraña en una ecografía. Luego un buen día te llaman y te dicen que ya ha llegado que ha nacido. Le conoces y de forma inevitable te enamoras de ese pequeño proyecto vital. Y empieza a funcionar el cronometro. Ellos y ellas crecen, aprenden, te regalan aires nuevos, sonidos nuevos, palabras nuevas. Estrenan la vida y te prestan instantes que huelen a limpio, a flores y a energía.

Y un día no sabes como te cuentan que se han enamorado, tienen sus primeros conflictos, sus primeras decepciones, sus primeros triunfos. Y en ese instante precioso y preciso corres hacia el espejo y descubres que tu también te has hecho mayor, que también te han decepcionado, te han amado, has amado, te han herido, has herido, has curado, te han curado y también has fracasado y que lo más importante no es si has triunfado, sino comprobar si te has levantado después de cada caída.

Me gustan los cronómetros que me regalan mis amigas y amigos. Les quiero. Aunque muchos de ellos y ellas no lo sepan porque debo decir que soy un poco torpe al expresar mis afectos. Bueno torpe torpe del todo no. Solo un poco tímida. Bueno un poco no, muy tímida. Y siempre tengo la sensación de molestar.

Así que espero que un día todos los pequeños proyectos de mis amigas y mis amigos, comprendan que aunque sea distancia les quiero y les agradezco tantas anécdotas deliciosas que me cuentan asombradas y asombrados sus padres y sus madres.

Cuando repaso sus fotos, y recuerdo sus risas, la vida me parece como decía la canción “un sitio más humano menos raro porque tu a pesar de todo te quedas a mi lado.
Me queda tanto por aprender y tengo tan poco tiempo. Así que he decido que me quedaré un ratito quieta, dejaré de perseguir la pelota y esperaré a ver cuando se detiene. Tal vez entonces logre cogerla y jugar con ella.

Blanca Fernández

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