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jueves, 24 de enero de 2013

HOLA MAMÁ...TE QUIERO Y ESTOY ORGULLOSA DE TI







Hola mamá…

 

Hoy hace una semana y un día que ya no estás. Sabes, todo es muy raro. De pronto papá y yo tenemos tiempo para hacer cosas, para salir a la calle, comprar, hacer gestiones, sin agobios. Como dicen algunos “tenemos tiempo para vivir”.

 

Pero mamá… no sabemos qué hacer con ese tiempo que ahora nos sobra.

 

Bueno no seamos literales. Sabemos que hacer. Tenemos mucho que hacer, ordenar, limpiar, arreglar, reparar. Pero no sabemos cómo hacerlo.

 

Es como si el tiempo de pronto fuese de goma. Se estira, se alarga, es pegajoso, se cuelga de mis hombros y no me deja hacer nada.

 

Por lo demás estamos bien. De verdad mamá. No te preocupes. Estamos bien.

 

Bueno todo lo bien que se puede estar cuando has perdido el Norte de tu vida, la luz de tus mañanas, la música de tus días…

 

Te echo de menos, te añoro tanto. Es extraño no despertarte, darte besitos pequeños y cortos, no notar el calor de tu cuerpo…Es tan extraño no jugar contigo, no cogerte de la mano, no cantarte, no abrazarte, no poder mimarte…

 

Paso el día escuchando tu voz, tus ruiditos, tus pequeñas y variadas formas de hacerme saber que me necesitabas o que simplemente estabas bien, ahí, junto a mí.

 

Los dos últimos días los pasaste bajo los efectos de la morfina porque los médicos lo aconsejaron para que no sintieras tanto dolor.

 

Tus cuatro últimos días de vida fueron una agonía.

 

Después de pelear como una campeona, de superar crisis respiratorias, de adaptarte a tu enfermedad, Alzheimer, de ser la paciente ideal, dulce, agradable, simpática, divertida…alguien no hizo su trabajo y el capítulo final de tu vida ha sido duro y amargo.

 

 

Cuando los médicos te hicieron pruebas en la ambulancia y me dijeron que presentabas una arritmia claramente no diagnosticada, cuando el médico de guardia del pabellón del Hospital Clinic me dijo a la 1 de la madrugada de aquel domingo frío y lluvioso, que no tenía esperanza alguna en que superases la crisis, cuando me confirmó que el cuadro era de septicemia…no fui capaz de asimilar tanto dato negativo.

 

Y no supe asimilarlo, no quise porque no me parecía justo que tu vida acabase así.

 

Debo decir que en estos días has recibido por parte del personal del Hospital Clinic (4ª planta y Edificio Helios) y del Sagrat Cor de Barcelona (7ª planta) más atención, afecto y respeto del que te han prestado en los últimos años en tu Centro de Atención Primaria (CAP) de Barcelona.

 

En los tiempos que vivimos, extraños, politizados y miserables, la coartada para algunos comportamientos profesionales, son los recortes sanitarios.

 

Por fortuna la mayoría de los y las profesionales de la medicina en todas sus áreas, son personas ante todo que hacen milagros con un presupuesto mínimo.

 

Lo curioso mamá es que nuestra doctora de cabecera para otras familias es poco menos que una candidata a la santidad. Y no sabes cómo y cuánto me alegro.

 

Para nosotros ha sido siempre diferente.

 

Recuerdo aquella mañana de invierno fría y terrible en la que despertaste afectada de un virus intestinal. Como al parecer otros pacientes estaban peor que tú, que no podías ir al ambulatorio porque ya no caminabas, la doctora pasó consulta telefónica y me prescribió una lista de medicinas y consejos que dijo eran lo adecuado. Era viernes. Pasamos el fin de semana ocupadas en que no te deshidrataras y en que te sintieras mejor. Y lo lograste. Pero nadie llamó a casa a principio de semana para interesarse por tu estado.

 

En otra ocasión tus bronquios se despertaron poco colaboradores en la tarea de facilitar tu respiración. Solicité una visita domiciliaria para que alguien valorase tu situación. La doctora, que los jueves los dedica a visitas domiciliarias, llamó a casa y me dijo “que si realmente yo consideraba necesaria la visita y la valoración”. Ya sabes lo que le respondí. Cuando una hora después vino, podía escuchar tu respiración, como luchabas por cada bocanada de aire, desde la puerta de entrada.

 

Hace un tiempo aparecieron en tu piel las primeras y temidas heridas, las llagas, propias de los y las pacientes que ya no caminan y pasan un tiempo en la cama.

 

Algunas fueron cicatrizando y aparecieron otras nuevas.

 

Tu enfermera, la verdad es que dentro de sus posibilidades se ha portado bien. Es buena profesional y muy maja. Pero donde manda patrón no manda marinero. Es decir, que una enfermera puede ver las cosas con claridad meridiana, puede ser una gran profesional, pero como no cuente con la autorización de un médico de una médica, no podemos hacer nada.

 

Así que a nadie se le ocurrió pedir una analítica, un hemograma completo para ver cómo estaba tu sangre, a nadie se le ocurrió pedir un cultivo de tejido para saber que pasaba con la herida que no cicatrizaba…

 

El Viernes 4 de enero de 2013npasé más de una hora llamando a la 4ª planta del ambulatorio. Tú estabas en mis brazos. Quemabas. La fiebre te quemaba. Te quejabas. Tú que has pasado por quirófano 37 veces en tu vida y has sido dura como la piedra te quejabas.

 

Al final alguien se dignó a atender el teléfono, me pasaron con tu enfermera, está como siempre me escuchó y me dio soluciones.

 

Enviaría a una compañera que se había ofrecido a atenderte.

 

Cuando aquella enfermera llegó a casa, ya traía una receta de antibióticos. Los más potentes dijeron. Se preocupó porque tu herida hedía, despedía mal olor…no era una buena señal.

 

Por lo visto alguien sugirió al médico de guardia, el que firmó la receta que se podía hacer un cultivo de tejido para saber más del problema. Por lo visto, presuntamente, me cuentan anónimamente que no le pareció necesario. Representaba demasiado gasto y demasiado tiempo. Y claro en tu caso…

 

El jueves siguiente, la fiebre había remitido ligeramente. Tu enfermera te visitó en casa. La herida estaba mejor. Son cosas que pasan, ya se sabe en estos casos…

 

El viernes por la mañana fui al ambulatorio para recoger material para curas. La enfermera sugirió a la doctora administrarte una nueva tanda de antibióticos. Su respuesta fue clara “no era necesario porque la infección había remitido y otra caja de antibióticos podía chafarte…”

 

Pasaste la noche intranquila. Te quejabas. Tenías fiebre.

 

El sábado a las cinco de la tarde entraste en shock.

 

El servicio de emergencia del 061 tardó solo cuatro minutos en llegar a casa.

 

Oxígeno, monitores, paciencia, amabilidad…necesitabas de inmediato ir al hospital.

 

Te bajaron hasta la ambulancia. Cerraron las puertas. Yo me senté delante.

 

El vehículo no arrancaba. Estaban haciendo un electrocardiograma. “¿Sabe usted que su madre tiene una arritmia no diagnosticada?”

 

Pues no. No lo sabía. Nadie te había hecho un chequeo desde hacía años.

 

Porque eras una paciente frágil, porque en tu caso, son cosas que pasan ya se sabe.

 

Luego me enteré que habías llegado al hospital con el corazón latiendo 155 veces por minuto.

 

Son cosas que pasan.

 

En menos de un minuto decidieron que ibas a urgencias.

 

Allí se pusieron las pilas: analíticas de sangre y orina, electros…todo.

 

Luego a la una de la madrugada te pasaron a un pabellón, tranquilo.

 

Y el tiempo se paró para mí. Aquel era el último capítulo que escribiríamos juntas. Y era más que probable que fuese duro.

 

Lo único que me aseguraron era que no se rendirían y que en caso de que no superases la crisis, te ayudarían a estar confortable, cómoda, tranquila. Estábamos de acuerdo.

 

Al día siguiente te trasladaron al Sagrat Cor. Eran las 11:30am del domingo.

 

Te costó relajarte. Después de 13 años tranquila y arropada, habías subido a dos ambulancias, cruzado la ciudad dos veces, escuchado sonidos fuertes y soportado luces brillantes.

 

Finalmente lo lograste. Los amigos y las amigas empezaron a llegar. Ordenada, silenciosamente, con una sonrisa tierna y mucho amor.

 

La primera noche fue relativamente tranquila.

 

Llegó el lunes. No mejorabas. La tarde fue difícil. Por la noche la doctora de guardia, me dijo que no había esperanza para ti. Aconsejaba morfina. Tu decidirías cuando irte, cuando descansar. Pero por lo menos, que menos, debíamos procurar que tus últimas horas fuesen suaves.

 

Estábamos de acuerdo. Alargar más tu estado, intentar una cura imposible, era simplemente un acto de egoísmo y crueldad.

 

Ya me conoces, no estaba preparada para dejarte ir. Nunca estamos preparados, por mucho libro de autoayuda y demás filosofías del nuevo milenio, no se está preparado para despedirte de la persona a la que amas.

 

Pero debes hacerlo. No tiene sentido alargar la agonía de alguien a quien dices amar.

 

Papá estaba de acuerdo. Por primera vez estábamos de acuerdo en algo. Bueno por primera vez no. Siempre que se ha tratado de ti hemos estado de acuerdo en todo.

 

Esperaste dos días más para marcharte.

 

Esperaste a que el miércoles 16 de enero de 2013 yo regresara al hospital después de pasar por casa para ducharme, para irte.

 

Y lo hiciste en mis brazos, mientras te daba besitos pequeños y suaves en la cara y te decía que te quería.

 

No era necesario hablar más. Ya habíamos hablado la noche anterior.

 

Te dije que si decidías que querías descansar lo comprendería, que papá y yo estaríamos bien. Pero que si decidías que no estabas preparada que necesitabas unos días más, estaba bien. Tú mandabas.

 

Al final decidiste descansar. Suavemente. Como solo tú podías hacerlo.

 

 

No me parece justo mamá. Oh no me refiero al hecho de que te hayas ido. Es ley natural. Un día también yo dejaré esta tierra de locos.

 

Lo que no me parece justo es como has pasado tus últimos días.

 

Tal vez aunque te hubiesen prestado atención, aunque te hubiesen practicado un cultivo de tejido aunque te hubiesen prescrito una medicación adecuada, todo hubiese sido en vano.

 

Pero, nunca lo sabremos. Porque no se hizo. Porque aunque resulte imposible de creer, en la Barcelona del 2013, en la Barcelona de la Globalización y la modernidad, una paciente puede fallecer de septicemia, como si hubiésemos retrocedido a la Edad Media, como si el Doctor Alexander Fleming no hubiese descubierto los efectos del hongo Penicilinum, de la Penicilina en algunos procesos infecciosos.

 

No pienso iniciar una causa judicial, exigiendo responsabilidades. En primer lugar no puedo porque el Ministro de Justicia, Señor Ruiz Gallardón ha reformado, retocado y tuneado el tema de las tasas judiciales de tal forma que los que somos pobres de rigor y necesidad, no contamos con el amparo de la Justicia.

 

Pero tampoco lo haría porque un proceso judicial no me devolvería a quien más quiero. Una indemnización no curaría mis heridas y mi pena.

 

Lo único que espero y quiero es que esa luminaria de la medicina que ejerce como doctora de cabecera hile más fino y no se deje a más pacientes en el camino.

 

Lo único que espero y quiero es que el jefe de planta organice un poquito su casa.

 

Lo único que espero y quiero es que las administrativas que atienden los teléfonos de la planta cumplan con su trabajo.

 

Y si la realidad es que andan todos desbordados porque los recortes económicos les impiden ejercer su profesión, mezcla de vocación y ciencia, de forma adecuada y respetuosa para los pacientes y para ellos mismos, que se planten de una puñetera vez, que sean valientes y digan basta.

 

Pero por desgracia nuestra familia nunca ha llegado a la consulta en el día o el momento adecuado.

 

Una lástima porque le aseguro que somos majos. De verdad.

 

Mis padres al igual que todos vosotros han pagado con su esfuerzo unos impuestos de forma consciente y gustosa, con la esperanza de recibir una atención sanitaria y social adecuada.

 

Por cierto mamá, desde el momento en que llamé al ambulatorio desde el hospital para darles las gracias por nada, no han dejado de llamarme.

 

Ahora papá puede ir a curarse las piernas si lo necesita y si es necesario nos visitaran en casa o nos darán apoyo para superar la perdida.

 

Ah y ayer cuando se cumplía una semana de tu muerte llegó una carta del ministerio diciendo que aumentaban tu pensión. Ha sido como cuando el ex ministro Caldera ( el que ahora tiene que despedir a una colaboradora que cobraba por publicar pero que al parecer no existe) te envió una carta del IMSERSO para que disfrutases con papá de un viaje a un balneario.

 

 

Por cierto en los últimos días anda el mundo revuelto porque un señor que se llama Taro Aso, de 72 años y ministro de finanzas de Japón, ha dicho que las personas mayores deben darse prisa y morir para evitar gastos al Estado en su atención médica.

 

Por lo visto este señor ya se había pronunciado al respecto en 2008.

Al menos Taro Aso ha sido honesto y ha dicho lo que piensa.

El resto del mundo aunque opina lo mismo se muestra escandalizado.

La sociedad actual se ha convertido en un acelerador del proceso de selección natural darwiniano aterrador.

Hoy la excusa son los recortes económicos mañana…no lo se…Lo único que se es que los únicos que se benefician son los de siempre. Los que nunca tienen suficiente dinero, ni estafan suficiente, ni se sienten satisfechos y quieren más y más…

Hoy te ha tocado a ti mamá…pero hay muchos más como tu…espero que tengan mejor suerte.

 

Te quiero y estoy muy orgullosa de ti.