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martes, 17 de julio de 2012

18 DE JULIO 1936/18 DE JULIO 2012


Cada año en esta fecha me pregunto lo mismo. Me pregunto como fueron capaces unos cuantos de condenar a la violencia más absoluta a una mayoría, únicamente porque no supieron participar en el juego de la democracia.

Cada año el 18 de julio representa para mi ejercicio de reflexión y recuerdo. De reflexión porque trato de imaginar que pasaba aquel día en las vidas de los que se vieron obligados a defender su existencia porque unos cuantos decidieron tomar las armas y regar la tierra con la sangre de toda una generación.

Lo cierto es que la Guerra Civil española había comenzado 24 horas antes en las plazas de Ceuta y Melilla y en las Islas Canarias. Luego el 18 de julio de 1936 la violencia se extendió a toda la Peninsula y las Islas Baleares.

Hablar de la Guerra Civil sin haber vivido el horror y la violencia, el dolor y la pena, la miseria y el terror no es fácil.

Mi generación es la generación del silencio, del pecado, de la culpa, de la oscuridad. Mi generación supo que sus abuelos y sus padres habían vivido una guerra y una postguerra espantosas porque tras la muerte del general se empezó a hablar de ello en voz baja, en voz queda, con miedo.

Nadie excepto los protagonistas, unos de buen grado y otros a la fuerza, sabe lo que pasó.

Nadie puede opinar, únicamente podemos teorizar. Y escribir. Y desenterrar documentos, culpas y muertos.

Solo los pocos supervivientes de aquel desastre pueden hablar y cuando lo hacen sus ojos se quedan vacíos y se vuelven hacia el pasado con una intensidad que duele.

España se quebró en aquel 18 de julio de 1936. Se partió. Sangró. Y no se recuperó. Porque los que vencieron, no convencieron. Simple y llanamente se lanzaron a una loca carrera de destrucción y desastre que todavía hoy 18 de julio de 2012 resuena en nuestros caminos, campos y cunetas.

Hubo muertos de primera, con honores y medallas y muertos de segunda con ejecución y alevosía.

Los vencedores siempre dicen que la violencia en la zona republicana fue atroz. Y tienen razón.

Pero olvidan porque les conviene que fueron ellos los que se alzaron con violencia y odio contra la población civil que después de siglos de atraso y explotación, empezó a pensar que tal vez el mundo tenía un lugar para ellos.

Fueron los vencedores los que dieron el pistoletazo de salida para que aquella carrera desbocada acabase en el abismo más negro.

Fueron ellos los que no respetaron la voluntad del pueblo soberano.

Fueron ellos los que se sorprendieron porque no esperaban que el pueblo soberano se les enfrentase y les dijese que no aceptaban su tutela. Cuando un pueblo prueba y huele la libertad es imposible convencerle de que volver a la oscuridad es algo natural.

Estamos de acuerdo en que La Segunda Republica Española no fue perfecta, en que cometió fallos. Pero debemos estar de acuerdo en que no se le dio oportunidad alguna a la hora de mejorar los fallos y evitarlos.

Fue más comodo afirmar que la Republica trajo el desastre social. No. La República no engendró el revanchismo de la clase popular hacia las clases altas. El pueblo estaba harto de siglos de explotación y yugo, de arbitrariedad y manejo, de no ser dueños de sus vidas y sus sueños.

Y cuando los de siempre en nombre de los manidos principios de siempre decidieron que ya era hora de salvar el país, el pueblo llano se plantó y dijo que no. Que no pensaban renunciar a todo lo que habían conseguido y vivido.

La Guerra Civil Española fue la excusa perfecta para que los dos bandos ideológicos de la vieja europa se enfrentasen y experimentasen armas, estrategias y consignas que posteriormente durante la Segunda Guerra Mundial convirtieron Europa en el escenario del horro con mayúsculas.

Pero Europa tras la guerra enfrentó sus fantasmas y los exorcisó o al menos eso parece. Porque de nuevo nos encontramos en un momento delicado y critico en todos los niveles.

España continuó enquistada en la barbarie, retozando sobre los cadáveres, la injusticia y la sangre de los pobres.

El régimen político de España fue tolerado por una Europa culpable que dejó a su suerte al gobierno de la Republica.

Dentro de unas horas comenzará en ritual que llevo a cabo cada año.

Releer varios libros que hablan sobre la guerra civil española. El que más me interesa y al mismo tiempo me aterra es El Arte de Matar de Jorge Reverte.

Es un libro que duele y que al mismo tiempo resulta medicinal y catártico. Y que muchos deberían leer.

Especialmente las nuevas generaciones herederadas de los vencedores de la guerra que defienden lo imposible porque desde la infancia les han inculcado que ellos tienen la razón y los demás no.

Lo malo es que repiten sin entender las consignas que les han pasado sus mayores. Y eso resulta muy peligroso en exceso.

Lo se por experiencia. A mi me suspendían sistemáticamente en química. Hasta que decidí aprenderme de memoria las formulas más básicas. Y aprobé. ¿Imaginan que ahora me dedicase a manipular productos químicos sin entender lo que hago? Pues es lo mismo.

La nueva generación heredera de los vencedores de este despropósito llamado Guerra Civil repiten consignas sin entender un solo ápice de las mismas y eso es peligroso muy peligroso.

Para ellos y para los que les rodeamos.

Y henos aquí de nuevo otro 18 de julio con el panorama revuelto, con la vida desolada, con los sueños destrozados. Por culpa de la avaricia y del ansia de poseer de los herederos de los vencedores a los que debemos hacer justicia porque no solo ellos se han convertido en una plaga para el pueblo. Algunos de los más reputados y sobresalientes representantes del pueblo se han apuntado a este carro de avaricia y derroche cumpliendo la máxima de que la izquierda es un largo camino hacia la izquierda.

Como dice el refrán “entre todos la mataron y ella sola se murió”. Entre todos se han dedicado a desmantelar el futuro de nuestros hijos y nuestros mayores. Se han beneficiado, aprovechado y alimentado sin medida.

Entre todos nos han condenado a la pesadilla más atroz. Y sinceramente…

No se como lo han hecho pero lo han hecho. No se como ha sucedido pero ha sucedido. Nadie sabe la causa exacta pero todos conocemos el efecto, las consecuencias. Ahora todos parecen sorprendidos. Todos se preguntan como ha pasado. Todos plantean hipótesis que permitan comprender el origen de este desastre. Y por mucho que nos esforcemos el daño está hecho.

Buena parte de la población ha llegado al límite de su resistencia. No se trata de algo tan simple como puede parecer que nos suban los impuestos, que nos recorten los sueldos o las libertades.

Se trata nada más y nada menos de que quienes están a nuestro servicio, quienes deben procurar y proteger nuestro bienestar no solo no lo hacen sino que además nos faltan al respeto.

En realidad no les importamos lo más mínimo. No contamos para ellos. No somos historias individuales que sumadas hacen un todo magnífico y excepcional.

Solo somos cifras sin rostro ni sentimientos a las que se puede exigir, reprobar públicamente, insultar, golpear, prohibir, ridiculizar, explotar sin el menor signo de remordimiento. Sin un ápice de arrepentimiento.

Estamos ahí para ser exprimidos, utilizados, mangoneados, dirigidos, manipulados, destruidos.

Ni merecemos al parecer ni una disculpa ni una palabra de cortesía. Así que no podemos esperar a que nos muestren un solo gesto de respeto.

Se embarcaron ellos solitos en una empresa a todas luces destructiva. Como una plaga arrasaron todo a su paso. Por el mero hecho de poseer más, de tener más, de ser más.

Son depredadores de almas y haciendas. De nuestras almas que ya no resisten más esta situación. De haciendas humildes y que ha costado sangre, sudor y lagrimas levantarlas.

Decidieron entre todos que el mundo les pertenecía, que era suyo. Y nada les detuvo.

Se adueñaron de cada palmo de tierra, de cada céntimo, de cada ilusión, de cada sueño.

Y los devoraron, sin saborearlos, sin paladearlos, de forma repugnante y atroz.

No les importa que a su paso solo quede destrucción y dolor. No les importa que estemos inmersos en una agonía profunda.

No les importa nada ni nadie, excepto ellos y los suyos. Como las plagas bíblicas han arrasado a su paso lo que han encontrado sin ofrecer a cambio una solución.

Especulan, crean balances ficticios, elaboran planes que no llevan a ninguna parte, enmiendan o transforman las leyes a su conveniencia.

Si las ciudades les observan con ojos de cuencas vacías en las que antes bullían miles de ilusiones no les importa.

Si las calles son ríos secos por los que ya no transita la corriente humana no les importa.

Si los países claman de hambre y dolor no les importa. Nadie ni nada les importa excepto ellos mismos, que se han autoproclamado salvadores de la humanidad.

No respetan las arrugas del rostro de los mayores que han construido con tanto esfuerzo lo que ahora ellos se empeñan en destruir. Si esos mayores no pueden comer, medicarse o simplemente vivir no les importa. Tan solo cuenta el dinero extra que les hacen pagar para existir privándoles de la dignidad que otorga los años.

No respetan las ilusiones de los más jóvenes. Les niegan el acceso al futuro. Eso si a los jóvenes de los que consideran inferiores. Sus jóvenes, sus cachorros pueden acceder a lo que les apetezca que para eso son herederos de estirpes alimentadas con la sangre de los demás.

No respetan el paso firme de los más maduros, de los que creyeron en un futuro mejor. De los que jugaron según las reglas del juego del respeto, el esfuerzo y la honradez.

Han construido un paraíso privado por el que caminan saludándose satisfechos de sus logros, felices de su fortuna, sintiéndose invencibles porque según ellos la razón les asiste.

Nunca han soportado un solo reproche ni que nadie les reproche sus actos en voz alta.

Y si alguien se ha atrevido lo ha pagado caro. Muy caro. Con su vida en la mayoría de los casos.

Huelen el miedo como los perros de presa y se lanzan veloces a cazar a su victima.

Viven por encima del bien y del mal. Su interpretación de las normas morales es pasmosa.

Aplican una doble moral, un doble rasero para juzgar las faltas de los demás. A ellos normalmente les sale bien. A los demás, a los otros siempre todo nos sale mal.

Reinterpretan los códigos sagrados, leyendo entre líneas y aplicando matices que les favorezcan.



La pregunta que me hago tras contemplar como mi mundo, un mundo que cada vez reconozco menos, se desploma, es ¿hasta cuando lo vamos a consentir? ¿a que esperamos para plantarnos y decir basta? ¿Qué más necesitamos para comprender que todo esto es una locura mayúscula que se les ha escapado de las manos hace décadas? ¿Cuándo diremos se acabó y empezaremos a exigir responsabilidades?

Sinceramente no tengo la respuesta pero tengo millones de propuestas algunas de las cuales pueden resultar poco viables, pero si hay un problema y no aportas soluciones formas parte del problema

1-Lorca:No me refiero al gran Federico poeta y dramaturgo, ser humano excepcional. Me refiero a la ciudad de la región murciana afectada por un terremoto que aunque no fuese tan espectacular como los que conocemos a través de las películas de catástrofes, se saldó con muertos, heridos y sobretodo damnificados.

Les vimos durante meses alojados en tiendas de campaña gigantes, vimos como diversas zonas de Lorca se convertían en campamentos de refugiados. Sinceramente no lo comprendo.

No hubiese sido más fácil censar los edificios cuya construcción se había visto afectada por la crisis del ladrillo, evaluar el estado de los mismos y ponerse manos a la obra con capital público para terminarlos, dando empleo a los que se habían quedado sin antes del terremoto y a los que debido a la catástrofe se enfrentaban a un futuro negro.

No hubiese sido más sencillo censar a estos cientos de personas y contratarles para la reconstrucción de las zonas afectadas bajo la supervisión de los expertos. De esta forma la ayuda que pudiesen recibir en forma de alimentos y servicios básicos no resultaría una nueva línea en los informes de asistencia social, sino tal vez una nueva línea de esperanza que devolviese a los damnificados su dignidad.

2-Ancianos, Jóvenes y viviendas. Resulta increíble contemplar como nuestros gestores a la hora de remover un solo papel saben de nosotros más detalles de los que incluso nosotros conocemos. Pero lo más increíble es conocer el gran número de ancianos que viven solos, sin asistencia, compañía o acceso a los servicios más básicos. En la otra cara de la moneda nos encontramos con jóvenes que solos o en pareja desean empezar una vida independiente pero que no han podido acceder a una vivienda, la vivienda que según la Constitución es un derecho inalienable de todo-a ciudadano-a.

No sería más sencillo censar los edificios cuya construcción no ha concluido, equiparlos de forma optima, convertirlos en pequeños complejos con presencia de personal sanitario y de rehabilitación acreditados, lo que permitiría a los mayores vivir en una zona agradable.

No sería más fácil rehabilitar los pisos de los ancianos y permitir a los jóvenes el acceso a la vivienda, responsabilizándoles de cualquier reparación o desperfecto, del mantenimiento de sus viviendas.

3-Cheques bebé y subvenciones. No se trata de que los gestores repartan el dinero de forma paternal. Se trata de proveer a la sociedad de bienes, de servicios que nos permitan acceder a lo que todo ser humano merece. Una vida digna. Si se crean suficientes guarderías, parvularios y escuelas, si se permite que los padres y las madres puedan disfrutar de la infancia de sus hijos al tiempo que contribuyen a la producción del país, si se redactan leyes que regulen horarios y salarios, no será necesario premiar con ese tipo de subvenciones algo que debe ser una satisfacción y una carga.

No es necesario incentivar el crecimiento demográfico. Únicamente se trata de utilizar la lógica y los recursos.

La lista de propuestas es larga y está a disposición de quien la quiera. Y estoy segura de que a todos se les ocurren ideas brillantes al respecto.

Pero para empezar necesitamos recuperar el sentido común y la cordura y detener la caída que hemos iniciado.

Todo el mundo recuerda siempre a Gandhi y sus postulados sobre resistencia civil, objeción y no violencia.

Con ello logró vencer a un poderoso imperio.

Pero no podemos quedarnos con la teoría debemos ir más allá. Y comprender que nuestra voz puede y debe ser oída, escuchada.

Nuestros gestores nos deben un respeto.

Pidámoslo educadamente. Exijámoslo con firmeza.

El futuro nos pertenece y nadie puede decirnos lo contrario.

Los sueños pueden ser reales o pesadillas espantosas.

Yo prefiero sueños que se convierten en realidades pasmosas.

Las pesadillas deben quedar en el pasado.

El futuro puede ser brillante y excepcional. Nunca tenebroso y lamentable.

Pero ciertamente la decisión es nuestra, personal e intransferible.

Digamos basta, plantémonos.

Es la hora de que nuestra voz sea armónica y libre-

En pie, firmes, dignos, orgullosos, fuertes y soñadores.

La vida nos espera. Disfrutémosla.

Un abrazo a todos los que en estos días intentan hacer las cosas bien. A todos los que no se rinden. A todos los que creen que todo es posible.

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