Puede que este sea el texto más
complicado y personal que escriba en las próximas semanas. Puede incluso que
algunos piensen que no soy objetiva a la hora de exponer mis argumentos debido
a mi condición de mujer.
Para empezar diré que no me considero únicamente
mujer. Me considero por encima de todo un ser humano que además es de sexo
femenino.
No tengo ni la más remota idea de cuando
empezó la costumbre de situar a las mujeres no ya en segundo plano, sino en el
plano más alejado de todos.
Pero es una costumbre que sin importar la cultura o la latitud viene repitiéndose desde
hace miles de años y visto lo visto no parece que vaya a cambiar.
Esta mañana las noticias del país parece
que solo hablaban del posible rescate de la economía española por parte de la
Unión Europea. Tal vez a esta hora ya se haya decidido en Bruselas que hoy
sábado España sea rescatada del profundo foso en el que se encuentra.
Sinceramente que nos asista la Providencia,
porque la situación es más que critica. Mucho más.
No obstante otra noticia se ha colado
entre tanta cifra y tanta angustia económica. Al parecer un hombre de 73 años ha
matado a su esposa de 70, tras una discusión, arrojándola al vacío, desde una
altura de 12 pisos. Sucedía en Hospitalet del Llobregat, ciudad de la provincia
de Barcelona.
Lo de menos es donde haya sucedido. Lo
más doloroso es que ha sucedido.
Según las primeras informaciones a la policía
autonómica no le constaba denuncia alguna por parte de la victima.
Para rematar la información una cadena de
televisión ha ofrecido un mini reportaje ofreciendo información a las victimas
de maltrato sobre como actuar en caso de agresión o posterior abandono del
domicilio.
Primero la victima debía detallar todas
las agresiones para documentar la situación en caso de intervención judicial.
Se aconsejaba también que la victima diese una copia de este diario a alguien
de su confianza.
Segundo la victima debía tener preparada
una bolsa con efectos personales como tarjetas sanitarias, tarjetas de crédito,
un teléfono móvil que en caso de verse obligada a abandonar el hogar le
permitiese una identificación y el acceso a una serie de servicios.
Los hijos deberían conocer una palabra
clave para que en caso de ser pronunciada, se pusieran a salvo y llamasen al teléfono
de emergencias solicitando ayuda.
Se aconsejaba también no buscar refugio
en lugares cerrados o con presencia de objetos que el agresor podía emplear
como arma, léase la cocina.
Finalmente en caso de no poder salir al
exterior la victima debía refugiarse en una habitación con pestillo en la
puerta para pedir socorro a través del teléfono.
Poco les ha faltado decir “y mientras la policía
llega para rescatarla del infierno, rece con todas sus fuerzas rogando un
milagro.
Lo terrible no es escuchar este manual de
la buena victima. Lo terrible es tener que elaborar estos protocolos, porque
este tipo de violencia es real y sucede más a menudo de lo que se sabe públicamente.
Que existe un porcentaje de hombres
maltratados es una realidad. Algunas mujeres desarrollan una conducta violenta
que les lleva a abusar de sus parejas masculinas psíquica o físicamente. El
porcentaje conocido varia bastante puesto que debido a la tradición cultural un
hombre no denunciará esta situación por vergüenza.
En los últimos años la violencia contra
las mujeres se ha convertido en noticia habitual en España. Triste pero cierto.
Pero no es porque antes no sucediera. Sino porque ahora se informa de ello. Ya
no resulta valido que el hecho de casarse constituya una situación insostenible
e indisoluble.
Las leyes no ofrecen garantías para las
victimas ni las protegen y los cuerpos de seguridad del estado poco pueden
hacer en la mayoría delos casos. Incluso la crisis agrava la situación de las
victimas y las hace más vulnerables.
Estamos en 2012 y no hemos avanzado ni
una pulgada en este aspecto. Cada vez es más habitual conocer historias como
esta.
No hablaremos de lo que ya sabemos, de
los tópicos, de las expresiones recurrentes sobre el tema.
Lo único que está claro es que hay algo
que no funciona en nuestra sociedad. Tal vez sea porque la vida humana no vale
demasiado en ciertas latitudes, tal vez sea porque los mensajes que escuchamos
nos llegan distorsionados. No lo se, pero algo no va bien.
Mi bisabuelo materno, era un hombre culto,
que no solo sabía leer y escribir sino que dedicaba una parte de su tiempo a
escribir en prosa y verso. Su profesión
era muy hermosa. Criar caballos, entrenarlos y competir en diversas categorías.
Un hombre sensible diréis. Probablemente. Pero esta sensibilidad manifiesta, la
paciencia con la que seleccionaba los ejemplares más hermosos, cruzarlos y
posteriormente entrenarles no se traducía de la misma manera en el trato con
sus hijas.
Me contaba mi abuela materna, que de
todas las hermanas tan solo una aprendió a leer y escribir. Y lo hizo aun a
costa de su integridad física.
Cada noche, después de la cena, mi
bisabuelo se sentaba a la mesa rodeado de sus hijos varones para enseñarles a leer
y escribir, sumar, resta, multiplicar y dividir. Las mujeres de la casa
mientras, debían concluir las tareas domesticas y no tenían derecho alguno a
recibir esa misma educación. Unicamente porque eran mujeres y no se esperaba de
ellas nada más que fuesen buenas amas de casa, buenas hijas, buenas esposas.
Mi tía abuela, noche tras noche se
situaba detrás de mi bisabuelo y prestaba atención a lo que este enseñaba a sus
hijos varones. Y noche tras noche se acostaba con el rostro o alguna parte de
su cuerpo marcado, puesto que mi bisabuelo solía azotarla con una vara, sin ni
tan siquiera darse la vuelta, golpeando al aire con excelente puntería, como
castigo a su curiosidad.
Ni mi abuela ni el resto de las hermanas
aprendieron nunca a leer y escribir, ni tan solo a firmar con su nombre.
Recuerdo que mi abuela materna se ponía
muy nerviosa cuando alguien leía en silencio a su lado. Si querías que fuese
feliz, que se tranquilizara, le leías en voz alta sobre lo que estuvieses
trabajando, no importaba si física, química o geografía. Su cara se
transformaba. Era como si compartieses con ella el don más preciado, el secreto
más importante.
Creo que por eso me dediqué con el tiempo
a la radio. Porque desde que aprendí a leer a los dos años, siempre que podía,
siempre que me tenía cerca, me pedía que le leyese alguna cosa.
Mi madre y sus hermanas tampoco
asistieron a clase demasiado tiempo. No obstante mis tías se defendían mejor
que mi madre en temas de escritura y lectura. Mi madre dejó pronto la escuela
porque para ella que es zurda representaba un calvario sufrir día tras día
agresiones y castigos destinados a reeducar su defecto, a todas luces inspirado
por el Diablo. Ser zurda era poco menos que estar marcada por el Maligno.
Cuando supo que estaba encinta se
prometió que nadie me castigaría como había sucedido con ella si nacía zurda.
Mi bisabuelo trabajaba para una familia
importante de la provincia de Córdoba. Aunque habitualmente vivían en la
capital del país, nunca descuidaron sus propiedades rurales que incluían un
coto de caza magnifico.
Cada vez que la temporada de caza
empezaba cierto personaje muy importante era invitado para participar en
expediciones cinegéticas. Mi abuela, debía llevar provisiones a los cazadores
cuando estos hacían una pausas en sus actividades. En cierta ocasión, la gran
dama a cuyo servicio estaba mi bisabuelo, le comunicó que mi abuela ese año ya
no llevaría las provisiones a los cazadores. Se había convertido en una
muchacha muy hermosa y la señora no respondía de su integridad en el caso de
que alguno de sus invitados se tomase alguna libertad con ella.
Mi bisabuelo, lejos de escandalizarse,
aceptó la orden y regresó a la casa familiar contrariado porque la señora se
había visto obligada a tomar aquella decisión.
No importaba que se hablase de un peligro
inminente de violación o agresión. Simplemente era una falta terrible que mi
abuela hubiese despertado los instintos de los invitados de su señora.
Con el tiempo mi abuela se casó y fue
madre de ocho hijos, de los que solo cinco sobrevivieron. Fue fiel a su esposo,
cuidó de su casa y educó a sus hijos cometiendo los mismos errores que habían
cometido con ella sus padres. Mimó en exceso a los varones, consintió en exceso
a una de las chicas y a las otras dos no las trató precisamente como una madre
debe tratar a un hijo.
La siguiente generación creció en medio
de un contexto cultural y social en el que a los varones se les consentía todo
y a las hembras no.
No obstante no lo hemos hecho tan mal
especialmente los que han tenido hijos, que no es mi caso.
Todo esto sucedía entre finales del siglo
XIX y la década de los 60 del siglo XX. Y no era un tema exclusivo de este
país.
No obstante aquí las cosas pintaban peor
debido a la influencia religiosa en todos los aspectos de la vida cotidiana.
Pero en 2012 no hemos resuelto el
problema. Las mujeres siguen siendo las victimas de una violencia llamada de
genero cuyo trágico final, llega precedido por una serie de capítulos cotidianos
que todos aceptamos.
Se nos dice en la carta magna que todos
somos iguales ante la ley. Pero en uno de los primeros artículos que encontramos
y que habla de la sucesión de la familia real, la primera familia del país, la
que debería dar ejemplo, deja muy claro que la corona se transmite de varón a
varón.
No es que me preocupe excesivamente el
tema sucesorio. Mis ideas no se encuentran precisamente en sintonía con esta
corriente de poder simbólico. Pero lo que si me resulta asombroso es que la
siguiente generación que tal vez acceda al trono, sea de genero femenino y ese
punto de la constitución no sea considerado susceptible de modificación.
En los últimos días la prensa informaba
de la decisión de cierta corporación empresarial de despedir a empleadas que
estuviesen embarazadas. Tampoco no debería sorprenderme, puesto que en cierta
ocasión, en una entrevista de trabajo, el responsable de recursos humanos se
interesó por mi estado civil y mis posibles planes de maternidad.
Y es que algo tan natural como un
embarazo y un parto, en este país siguen tratándose de forma errónea. A pesar
de los consejos de diversos organismos mundiales los partos continúan atendiéndose
de forma poco natural.
Las mujeres se han incorporado al mundo
laboral de forma activa en las ultimas décadas. Pero este punto no se considera
un avance sociocultural sino que se percibe como una grave amenaza. Las mujeres
si quieren desarrollar una carrera profesional solida, deben renunciar a muchas
cosas incluyendo en la mayoría de los casos a la maternidad.
Se habla de conciliar los horarios
laborales para que puedan dedicarse a la familia, a los hijos. Pero no se
contempla que el trabajo domestico sea un trabajo. Simplemente está ahí, es
necesario pero no cuenta para mucho. Se presupone que la mujer se hará cargo de
las tareas cotidianas sin ayuda del resto de los miembros de la familia. Por no
hablar de las mujeres que constituyen una familia monoparental. En el caso de
que sea el hombre el que forma una familia monoparental, por las circunstancias
que sean, se le tratará poco menos que de héroe.
En cambio la mujer, hace lo que debe
hacer. Atender el hogar, los hijos y si lo quiere, desarrollar una carrera
profesional.
Las mujeres debemos demostrar a cada paso
del camino que estamos ahí porque lo merecemos, porque también es cosa nuestra.
Nadie piensa cuando a un hombre obtiene un ascenso que lo haya logrado por
favoritismo o a cambio de algún favor de tipo sexual. En cambio si una mujer
logra ese ascenso por merito propio, siempre escuchará a sus espaldas los
comentarios que pongan en duda su valía profesional y la insinuación, que con
el tiempo se convertirá en leyenda urbana, de que lo ha logrado por enchufismo
o gracias a algún tipo de conducta sexualmente liberal.
Si una mujer desarrolla un trabajo con
igual dedicación que un hombre, si presenta el mismo rendimiento si esta
preparada para ello, no importará porque siempre obtendrá un salario más bajo.
Considerablemente más bajo.
Las victimas más directas de esta crisis económica
son las mujeres. Las que se encuentran en edad laboral, porque siempre
milagrosamente sus nombres estarán presentes en las listas de reducción de
plantilla. Las que sean viudas y de edad avanzada contarán con unas pensiones
que en caso de no haber cotizado por su cuenta el mínimo exigido por la ley las
obligarán a llevar una vida de miseria y soledad.
Incluso el lenguaje cotidiano marca la
diferencia entre varones y féminas. Si un caballero muestra un sobrepeso
considerable, no hablaremos de obesidad sino que diremos que “es fuerte,
robusto, que tiene un buen saque o una constitución solida”. En cambio si una
mujer presenta un sobrepeso considerable no solo tendrá que lidiar con las
miradas indiscretas de propios y extraños. Deberá soportar centenares de
campañas publicitarias que le dirán en todo momento que “si no pierde peso es
porque no quiere, porque no tiene voluntad, porque no tiene disciplina”.
El primer estudio que se realizó sobre la
publicidad lo llevó a cabo Addison, el fundador de la revista The Tatler. La
conclusión más inmediata de Addison fue que la publicidad no solo servía para
dar a conocer productos novedosos al publico sino que constituía una
posibilidad inestimable para estudiar y conocer los usos y costumbres de una
sociedad.
Pues bien, si analizamos la publicidad
actual, nos lleva a la conclusión de que una mujer debe ser perfecta, estar
perfecta, mostrarse siempre joven y esbelta, risueña, activa y estar preparada
para cada momento del día. Incluida la menstruación que a decir de las campañas
publicitarias es algo estupendo y maravilloso.
En el caso de los hombres, y a pesar de
la creciente industria cosmética masculina, se espera que sean fuertes,
triunfadores, simpáticos, divertidos, dinámicos , maravillosos. No importará si
han perdido pelo, muestran un aumento de peso o ya son maduros. Porque ellos
serán “maduros interesantes” por los que las jovencitas del mundo sentirán una
atracción incontrolable.
Si una mujer se decanta por una relación
con un hombre más joven será considerada poco menos que inmoral, se le
advertirá de que su historia está condenada al fracaso porque su joven amante
no resistirá ver como ella envejece. Mientras que el maduro interesante a pesar
de su posible deterioro físico hará feliz a su joven amor gracias sobretodo a
la experiencia que aporta a la relación.
Si una mujer se muestra sexualmente
abierta y activa será juzgada y criticada. Si es un hombre demostrará que su
hombría es magnifica. En algunas culturas incluso el tema de la virginidad
femenina no es una opción sino una obligación. En Occidente sin ir más lejos
cierta Princesa del Pueblo demostró que llegaba virginal al matrimonio con un
Príncipe que el tiempo ha demostrado que mantenía una relación con otra mujer
que continuó incluso después de casado.
Si echamos un vistazo a otras latitudes
en las que la cultura masculina dicta el ritmo de la sociedad, el panorama no
será precisamente tranquilizador.
Asistiremos a abortos selectivos en caso
de que se sospeche que el feto es femenino, porque casar a una mujer requiere
desembolso económico que las familias no pueden afrontar. Comprobaremos que en
caso de conflicto bélico o incluso en un entorno devastado como el terremoto
que asoló Haiti, las violaciones, las agresiones sexuales serán una conducta
constante contra las mujeres. En otros casos siguiendo la tradición más antigua
incluso se optará por casar a la victima de violación con su agresor.
Las que sobrevivan a la agresión sexual,
no solo deberán hacer frente a posibles lesiones de por vida o un embarazo no
deseado sino que serán repudiadas por su familia, su comunidad por haberles
deshonrado.
En otros casos incluso se optarán por los
llamados crímenes de honor, que consistirán en acabar con la vida de la victima
de violación y sus verdugos podrán ser sus padres, hermanos, tios o primos.
Conoceremos casos en los que las niñas
que se atrevan a asistir a la escuela serán atacadas con acido y desfigurados
sus rostros.
Nos helará la sangre el hecho de que el índice
de mortalidad durante el embarazo o tras el parto será alarmantemente elevado.
Otras podrán ser azotadas por conducir un
vehículo o por incluir en sus pendras de vestir pantalones.
A otras se les prometerá un trabajo mejor
en algún país occidental y acabaran convertidas en esclavas sexuales e incluso
algunas serán vendidas por sus padres porque no resultan rentables.
En muchas ocasiones cuando reclamen que
su agresor sea castigado se enfrentarán a la comunidad, las autoridades e
incluso podrán perder la vida.
Si mantienen relaciones fuera del
matrimonio serán castigadas a perder la vida mediante lapidación, mientras que
su amante masculino no recibirá más que una amonestación si es que llega a
enfrentarse a las leyes de su país.
En los últimos tiempos se ha conocido que
China se enfrenta a un desequilibrio demográfico alarmante. Faltan mujeres. Las
mismas que han sido abortadas antes de nacer, o las mismas que han sido
asesinadas después de nacer. Algunas acabarán en orfanatos y si tienen suerte
serán adoptadas por familias occidentales. Otras morirán antes de llegar a la
pubertad.
La política del hijo único, ha empeorado
esta situación. Y en el caso de las zonas rurales en las que en ocasiones de
forma excepcional se permiten dos hijos por familia, las autoridades deben
visitar los distritos de forma periódica para concienciar a los padres de que
una niña es igual que un niño.
Las autoridades de la India han decidido
hace algún tiempo controlar las ecografías que se practican a mujeres
embarazadas, puesto que si descubren que el feto es una niña las familias
prefieren abortarlo.
Así que visto lo visto, como ser humano y
como mujer quisiera no perder la esperanza. Quisiera creer que esta dinámica se
detendrá algún día. Quisiera pensar que los grupos que influyen para que esto
siga así algún día recobrarán la cordura.
Pero claro, son los mismos grupos que
afirman que una mujer no puede acceder al ministerio religioso, porque
simplemente es una mujer.
La base para tanto despropósito, al
parecer se encontraría en una interpretación extraña de las escrituras
sagradas.
Cuenta la leyenda que Dios creó al hombre
y a la mujer iguales. El se llamó Adán y ella Lilith. El pecado de Lilith fue
pensar, expresar sus opiniones en voz alta, considerarse igual al hombre y a
Dios. Fue expulsada del Paraíso. Más tarde Díos creó a una segunda mujer de la
costilla de Adan. Se llamó Eva. Pero esta tampoco salió según lo previsto.
Tentada por la serpiente, que la llevó a probar la manzana del Arbol del Bien y
del Mal, tentó a Adán y le llevó a conocer el pecado. La sentencia fue dura. La
serpiente se arrastraría por la tierra y moriría aplastada por el pie de la
mujer y esta pariría a sus hijos con dolor.
A partir de ahí, las piezas encajan. Todo
lo que ha sucedido en la humanidad desde tiempos remotos ha sido por culpa de
la mujer y su pecado.
Por tanto la mujer debe ser ocultada,
declarada impura, castigada, vigilada, anulada…maltratada. Ella arrancó al hombre
del Paraiso y le hizo perder la inocencia. Ella es la amenaza real para el
hombre.
Le amenaza si gana más que él, si piensa
y se expresa, si se muestra segura o atractiva. La única forma de controlarla
es hacer que sienta que es inferior.
EPILOGO
Afortunadamente abuela tus nietas
aprendimos a leer y escribir y hemos encontrado buenos compañeros de viaje.
Y una de tus biznietas ahora está en la universidad
y es realmente una autentica lumbrera, una intelectual que promete.
Nosotras estamos muy orgullosas de ti,
que a pesar de no saber leer o escribir, fuiste una mujer excepcional a quien
todos respetaron siempre.
Cada vez que leo un libro o escribo una línea,
siento que tu lo ves y lo disfrutas. Va por ti Isabel Jiménez Márquez. Va por
todas las mujeres de la familia que nunca se rindieron.
Simplemente, excelente.
ResponderEliminarY estamos en el siglo XXI ??
Un beso y felicidades. Lo tuyo es un arte.