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jueves, 2 de agosto de 2012

LA LEALTAD POR ENCIMA DE TODO EXCEPTO DEL HONOR


Llevo dos noches dispersa, pensativa, meditabunda y particularmente triste.

Tras un encontronazo del tipo “tren bala japonés embiste a coche modelo micro machine” me siento agotada.

A pesar de estar alerta, de pasar el tiempo controlando la velocidad y la dirección del viento, no he visto las señales. He sido incapaz.

Ahora mi cuerpo y mi mente están envueltos en una niebla densa y espesa que no me permite ver el camino a seguir.

Así que he decidido quedarme quieta en la cuneta y esperar a que la niebla se disperse para pueda mi camino sin tropezar en exceso con los socavones que encuentre.

Mientras estoy sentada en la cuneta al abrigo de un árbol escucho los sonidos de la noche. Escucho a mi corazón.

Son muchas las decisiones que debo tomar y son muchos los cambios a realizar.

No es la primera vez que la niebla invade mi camino.

No es la primera vez que me siento así.

Es como visionar un episodio de una serie de baja calidad en un canal en el que siempre repiten las mismas producciones.

Creo que lo mejor será cambiar de canal. Lo mejor será convertirme en guionista de esta parte de mi vida y adecuar la acción al ritmo que yo quiera marcar y no al ritmo que otros quieran marcarme.

Escucho a mi corazón que me dice que soy más fuerte de lo que creo.

Que en otras ocasiones he sobrevivido al desastre y que esta no será una excepción.

Simplemente se trata de soltar lastre primero y tomar impulso hasta volar.

Llevará tiempo. Exigirá esfuerzo y disciplina. Pero lo lograré.

De lo único que estoy segura es que mis principios están intactos. Sigo siendo fiel a mis convicciones.

Sentirse traicionada duele y muestra claramente cuan vulnerable eres.

La traición es una forma de asesinar los sueños de alguien de forma certera y no tan rápida como sería deseable.

La falta de honestidad es moneda de cambio habitual en nuestros días.

Lo que unos llaman crítica constructiva en realidad se llama ataque despiadado y furibundo.

Daniel en el foso de los leones. Así me he sentido. Vulnerable, pequeña, rabiosa y frustrada.

Ser el centro de un juicio rápido sin testigos que te defiendan, sin abogado y en base a unas normas arbitrarias ha sido demoledor y triste.

Lo terrible es que esta no es la primera vez y aunque debería estar acostumbrada no lo consigo.

Es en momentos como estos cuando acuden a mi mente frases dichas por otros más sabios que yo en circunstancias parecidas.

Alguien dijo que lo que no te mata te hace más fuerte. Eso espero porque estoy cansada de tantas puñaladas.

Katy Scarlata O’Hara, Una gran mujer del mundo de la literatura, un personaje femenino de ficción dijo que mañana sería otro día. Tenía razón porque si no mal asunto.

El gran Rocky Balboa dijo que nada acaba hasta que tu no decides que ha acabado.

Un policía que luchaba contra el crimen en la ficción dijo que la lealtad está por encima excepto del honor.

Oh lo siento. Excepto el primero Frederick Nietzsche el resto de mis filósofos de cabecera están censados en el universo paralelo de la ficción.

No obstante so más certeros incluso que los filósofos profesionales, reales porque sencillamente han nacido de las vivencias de gente extraordinaria que al crearles, al darles vida sobre el papel les han prestado sus conclusiones personales.

Así que es cierto. Lo que no me mata, me hará más fuerte.

A cada día desastroso le sigue una nueva oportunidad de enmendar los fallos.

Puesto que no he dicho la última palabra esto no ha acabado.

Y la conclusión más firme. Que la lealtad, mi lealtad es para los que se han ganado mi respeto.

Y que mi honor, una palabra que en estos tiempos no utilizamos demasiado o si lo hacemos es porque nos suena a algo grande e interesante que puede darle mayor lucimiento a nuestro curriculum, como decía que mi honor merece el respeto y la consideración que procuro darle a los demás.

Para empezar he soltado lastre en una forma típica en mi, el arrebato del momento. No soy persona de términos medios. Ya os lo dije. Soy como Baroja. Filias y fobias. Lo que amo y lo que detesto. Lo que respeto y lo que desprecio.

Y por una vez no me ha temblado el pulso ni me he sentido mal.

Puesto que al parecer no puedo aportar nada valioso, he decidido sentada en la cuneta al abrigo de este árbol mientras espero que la niebla se disipe y me deje ver el camino que tomaré el que está en el centro de esta bifurcación.

No me preocupa quien me siga, ni quien opine, ni quien se atreva a juzgar.

Ya he escuchado demasiadas veces el mismo argumento. Así que por una vez en silencio tomaré la maleta y seguiré mi camino. No el de otros, ni un camino prestado o previamente marcado. Será el mío, personal, propio e intransferible.

Corro el riesgo de estrellarme en pleno vuelo. Lo acepto.

Corro el riesgo de desorientarme en pleno vuelo. Lo asumo.

Corro el riesgo de no encontrar lo que busco. No me inquieta.

Ayer eliminé de mi plan de vuelo el lastre que creo que me impedía volar.

El tiempo dirá si me he equivocado.

Pero al fin y al cabo el error será mio.

Los demás que asuman los suyos.



Solo espero que en su vuelo nadie les haga daño, que no pierdan el norte que están tan seguros de conocer.

Solo espero que nadie les arranque las plumas o que les ate las alas.

Solo espero que nunca experimenten la angustia que me atenaza en este momento.

Que la experiencia les haga mejores seres humanos que yo.

Que la vida les trate bien.

Que nadie pisotee sus sueños.

Que recuerden que …la honestidad es algo importante…que nadie esta a salvo de los vientos repentinos… que nadie es una roca en si mismo…y que cuando escuchen doblar las campanas no pregunten por quien doblan. Lo hacen por cada uno de nosotros.

Gracias por la atención, gracias por la paciencia, gracias simplemente por todo y por nada.

Mañana será otro día en que por fortuna descubriré que soy más fuerte y no he muerto.

Mañana escucharé doblar las campanas pero en esta ocasión no serán por mi.

Todavía no, aun no. Llegará el momento pero no es este.

Son tiempos extraños en lo que hemos perdido la capacidad de comprender y valorar.

Son tiempos extraños en lo que la palabra dada no tiene valor.

Son tiempos difíciles en los que los valores no se enseñan porque suenan a algo anticuado.

No me importa. Siempre he sido un poco anticuada.

Y a estas alturas soy demasiado vieja para cambiar.

Al perro viejo no le puedes enseñar nuevos trucos.

Por lo menos a la que suscribe.

No tengo la paciencia y la agilidad suficiente. No me interesa.
Quien pueda y quiera leer entre lineas que lo haga.
Se que lo entendereís a la perfeccíón.

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