No se si recordáis que os contaba hace pocos
días que en España en los últimos años contamos con una nueva lista de
profesiones totalmente innovadoras y a todas luces curiosas.
Una de ellas es la de opiniologo profesional.
El trabajo de estas nuevas luminarias de las ciencias sociales consiste
básicamente en emitir juicios, dar consejos y valorar públicamente temas total
y absolutamente delicados.
Estos nuevos profesionales son verdaderos
apasionados de las técnicas más avanzadas en lo que se refiere a analizar la
vida y milagros de determinados colectivos.
Creo que la primera opinologa profesional
según consta en las actas más antiguas de las leyendas urbanas fue María
Antonieta Reina de Francia.
Cuentan las crónicas que una mañana escuchó
que el pueblo francés estaba indignado con el rey y el gobierno porque habían
subido el precio del pan. La respuesta de la Reina fue al parecer “pues si no
pueden comprar pan que coman pasteles” y por lo visto siguió enfrascada en
alguna de sus altamente improductivas actividades reales.
Leyenda urbana o no, siempre encontramos en
nuestras vidas a alguien generosamente dispuesto a mejorar la nuestra gracias a
consejos poco o nada acertados que más que inducir a la parte aconsejada a la
reflexión le induce a buscar la armería más cercana y liarse a tiros con el
consejero espontaneo.
El caso más reciente lo encontrábamos el
pasado domingo en las páginas centrales del suplemento dominical de una
prestigiosa publicación.
No hacía ni dos días que se había hecho
pública la cifra de desempleados en este bendito país, que tal vez alguno no lo
sepa pero está en crisis, cuando una cara habitual de las fiestas más
exclusivas celebradas en una famosa localidad de la costa sur de la Península (antaño
pueblo de pescadores y que con el tiempo se ha convertido en el epicentro del
escandalo más grande jamás contado de corrupción política e institucional)
concedía una entrevista para el magazine dominical de un prestigioso diario.
Creo sinceramente que si hubiésemos escuchado
las palabras de este nuevo Oráculo de Delfos tal vez nuestro país habría
sorteado la crisis económica mundial de forma elegante y glamourosa y ahora oleríamos
todos a rosas y no a mugre.
Nuestra opinologa profesional ofrece en la
citada entrevista una serie de reflexiones dignas de aparecer por sorpresa en
una caja de galletitas de la suerte rancias.
Es tal el clasismo que se desprende de sus
palabras, tal la mentalidad feudal, tal la capacidad de ofender a aquellos a
los que la crisis están vapuleando que te hace pensar en que la justicia divina
va a estar muy ocupada con esta dama durante milenios.
Nuestra opinologa profesional, consejera
desafortunada y representante de un grupo social que continua vivo y coleando
nos cuenta cosas que ponen los pelos como escarpias al lector.
Por si no lo han adivinado ya les hablo de la
condesa Gunilla von Bismarck-Schönhausen nacida el 23 de noviembre de 1949 en
la residencia familiar de Friedrichsruh, Aumühle, Lauenburg,
Schleswig-Holstein,
Alemania Occidental
y bautizada como Gunilla Margaretha Rosemarie Katharina Antoinette Yvonne
Gräfin von Bismarck-Schönhausen
La condesa emparentada con el Canciller de
Hierro y padre de la unificación de Alemania en el siglo XIX Otto von Bismarck
nos hace llorar cuando cuenta que debido a la crisis económica “A la gente normal como yo no le va tan bien la vida como antes”.
Sinceramente no tengo idea de a que se refiere
cuando habla de gente normal. Si este normal incluye a sus amigos de verano e
invierno, entonces el concepto normal varia notablemente en función de la clase
social a la que se pertenezca.
Y si a ella y a los suyos la vida les va mal,
no le cuento al joven padre de familia que hace pocos días en Barcelona robó en
una tienda pañales, leche infantil y pasta. Para que se hagan una idea de la
historia, la policía pagó el importe de los productos sustraídos.
Tampoco le cuento la historia de una gran
mujer Beatriz, que después de superar un proceso canceroso terrible, después de
trabajar duramente ella y su esposo, no solo han perdido su trabajo sino que
ahora tampoco perciben prestación por desempleo.
Ni me atrevería a contarles la historia de
gente corriente a la que una asociación de mi barrio ayuda periódicamente reuniendo
alimentos y productos de primera necesidad.
Por otra parte lo que a la condesa le produce
estress no es solo la crisis sino el hecho de ser condesa porque “El titulo de
condesa obliga a cierto comportamiento tiene una responsabilidad”.
Efectivamente. La responsabilidad de ser
consciente de que su forma de vida no es precisamente edificante ni solidario.
El entusiasmo y la energía positiva que
desprende la condesa resulta digno de admiración. Nos cuenta que “Esta segura
que de esta crisis vamos a salir pero hay que dejarse de huelgas y cortar cosas
superfluas”.
Me alegra saber que tan ilustre dama del mundo
mundial está totalmente de acuerdo con el gobierno que rige los destinos de mi
país. Me siento más tranquila. Y además tiene más razón que una santa. Las
huelgas como dice la canción no son buenas, hacen daño y se acaba por llorar. Y
sino que se lo digan a los mineros españoles.
Las huelgas la expresión máxima de una manía
que tiene la clase trabajadora. Pensar y después protestar. Pero no se preocupe
señora condesa que pronto no será necesario hacer huelga porque no habrá
trabajo para nadie y por tanto la clase obrera no tendrá argumentos para chantajear
a la sufrida patronal que a pesar de todo hace gala de un estoicismo digno de
alabanza.
Y en cuanto a lo que la condesa puede entender
por cosas superfluas tengo la sospecha de que nos referimos a conceptos
distintos. Puede que para ella que “No se siente esclava de la moda” prescindir
de nuevos diseños de “Escada y Yves Saint Laurent cuyos modelos repite en
varias ocasiones pero que nadie lo nota porque usa complementos diferentes.”
sea prescindir de cosas superfluas. Una lastima mire usted, por coincido
plenamente en su valoración sobre el aspecto tradicional de las citadas firmas.
En el caso de la clase obrera tal vez
prescindir de cosas superfluas tenga que ver con poner en la mesa un plato de
comida caliente, contar con un servicio sanitario y farmacéutico decente y tal vez
tener un lugar al que llamar hogar.
Lo que sucede es que son demasiadas las
familias obreras que ya han renunciado por decreto a estos tres puntos y a
muchos más. De esta forma según la ONU los niños españoles son los nuevos pobres
del siglo XXI.
En otro pasaje de la entrevista nos cuenta la
condesa que “Nunca ha pasado hambre excepto cuando ha hecho dieta”. Un
comentario altamente respetuoso con los usuarios de los comedores de caridad
instalados en nuestras ciudades y como no para con los habitantes de zonas del
mundo que se quitan el hambre a tortas y excepto cocinar raíces y vivir de la
ayuda internacional, cuando llega claro está, no pueden hacer más.
La cultura urbana de la condesa es rica y
variada. Comparte con nosotros de forma intima que “A un super ha ido dos
veces, para comprar, queso, plátanos, yogurt y chocolate y que aunque no es lo
suyo le pareció interesante”.
Ahora comprendo el secreto de la sabiduría de
la señora condesa. Su compra revela un alto conocimiento de la dietoterapia.
Por no mencionar el estudio socio-antropológico que realizó a pie de estantería
y caja registradora.
Cuanto valor, que serenidad, que sangre fría
visitar el supermercado, hábitat natural de la clase obrera y salir indemne de
tamaña aventura urbana.
Sufro inmensamente cuando la condesa nos dice
que “su corazón está dividido entre España y Alemania”.
Creame que el resto de los habitantes de España
también tienen dividido el corazón entre Madrid y Berlín. Y que cada vez que
escuchan la palabra Alemania su corazón late desbocado y les invade un sudor
frío, puesto que no se creen capaces de afrontar un nuevo reto de la entusiasta
cancillera Merkel.
Pero ella es una mujer de mundo generosa y
grande de corazón que gracias a que vive entre Suiza, Berlín, Ginebra y
Marbella, ha comprendido el verdadero meollo de la crisis española.
Nos invita a mejorar nuestras costumbres y
dice que “Los españoles debemos aprender de los alemanes y gastar menos hacer
menos fiestas y trabajar mas”. Al parecer los alemanes han visto la luz cual
Saulo a caballo camino de Damasco y se recuperan de la crisis tan ricamente.
Y es que a los españoles nos pierde el espíritu
festivalero. Demasiadas fiestas de guardar y poco cuidado con los ahorros.
Menos mal que algunos pusieron en manos de entidades prestigiosas sus escasos
bienes y ahora dan saltos de alegría al comprobar que las citadas entidades no
son tan solventes o dignas como parecía.
De su adorado refugio veraniego, situado en la
costa sur de España nos cuenta que su familia llegó aquí porque “Su padre
quería comprar un chale en Suiza pero su madre le dijo que prefería Marbella”.
Marbella, lugar idílico en la tierra “al que Jesús
Gil impulsó y supo limpiar”, en el que en la época en que la familia de la
condesa llega a su costa estaba muy bien para vivir puesto que en aquella época
solo “veraneaban los Hohenloe, los Tysen los Rostchild”.
Vamos que no compartían toalla en domingo de
verano ni competían por un lugar en primera línea de agua marina.
Claro está que en aquella época las familias
españolas no se mezclaban con otras más ilustres y de sangre azul “porque no
hablaban idiomas”. Ahora ya se porque España está a la cola en lo que se
refiere al conocimiento de lenguas extranjeras.
La condesa se muestra bella y equilibrada
puesto que ha variado sus hábitos diarios. Antes ella y sus amigos “dormían
durante el día y de noche estaban de fiesta hasta el amanecer”. Ahora “se
levanta a las ocho y se acuesta a las cuatro” que también es el horario de
muchos de nuestros parados.
Para terminar la condesa nos dice que “Tiene
sus momentos de felicidad pero claro con la crisis no puede serlo hay muchos
problemas en el mundo”. Lo que nos lleva a sentir una zozobra inmensa.
Pobre señora condesa. No solo le afecta la
crisis por ser una persona normal. Sino por ser una persona solidaria y de
grandes sentimientos.
Lo que no consta en su curriculum, es a que dedica
el tiempo, en que trabaja. Aunque tal vez no lo necesita porque debe trabajar
administrando patrimonios varios.
Sinceramente si en esto consiste pertenecer a
la elite, me encanta pertenecer al pueblo llano.
Seremos más bruscos y vestiremos con poca
elegancia. Pero nunca se nos ocurriría hablar tan a la ligera de temas que nos
son ajenos.
Es un chiste de mal gusto que una persona de clase acomodada de lecciones de saber y estar a aquellos a los que la vida trata mal.
Tal vez si la señora condesa bajara más a menudo al super vería la cara más cruel y despiadada del mundo.
Dicen que los ricos también lloran. Por una vez no pienso emitir juicio alguno porque comprenderan que me parece lamentable que la clase privilegiada de lecciones a la clase obrera.
A esta "señora" le van peor las cosas, porque ha gastado parte de su fortuna, con su gente normal, en laca para despeinarse (porque vamos, parece recién salida de revolcarse en un pajar) y de productitos varios de destilerias y demás....Que narices sabrá la boca chancla !! Su solidaridad que la demuestra, yendose de fiesta y que el resto de gente "subnormal", veamos como malgasta un dinero, con el que nosotros, los "subnormales" pagaríamos colegios, extraescolares, materiales, comida, ropa y demás lujos subnormaleros ?? MANDA COJONES COMO ESTÁ EL MUNDO !!
ResponderEliminarUN BESO A MI PEQUEÑA BALBOA, NADA NENA, QUE SEGUIREMOS LUCHANDO A PUÑETAZO LIMPIO EN ESTA VIDA....SE TE QUIERE MUCHO, MUCHO, MUCHO !!