Estoy sentada esperando mi turno en la
sucursal del banco de mi barrio. Miro y vuelvo a mirar el extracto de mi
famélica cartilla de ahorros y calculo cuanto puedo pedir en efectivo para
comprar algo de comida sin desestabilizar el presupuesto y que no quede una
factura sin pagar.
De pronto una voz suave y joven me saluda en
un idioma que me trae buenos recuerdos. As-sa-laam
a-le-kum y yo respondo de forma automática con una sonrisa a-le-kum-as-sa-laam.
Ella viste como es tradicional en su país, Pakistán.
Llegó a Barcelona siendo niña, se casó con un muchacho pakistaní que falleció
hace unos años y es madre de un chico. Habla castellano muy bien, con un acento
dulce y suave.
Nos besamos y nos damos un abrazo y mientras
esperamos sentadas nos ponemos al día. Mi primera pregunta es para interesarme
por “las chicas de la ONU” y ella pacientemente me cuenta como están sus
compañeras y amigas.
Las chicas de la ONU…que divertido fue. No sé
quien aprendió más si ellas o yo. Pero os aseguro que la experiencia me marcó
profundamente y me permitió conocer algo más del mundo real.
Fue en
septiembre de 2012. Pocas semanas después de engrosar la gran legión de
desemplead@s de este país y de descubrir que no tenía futuro, que todo en lo
que había sido educada ya no existía: mis antiguos empleadores habían cotizado
por mí en la SS lo mínimo y el gobierno de Rajoy había dado otra vuelta de
tuerca a la reforma laboral. Así que mi prestación por desempleo quedó reducida
a 139Euros durante 6 meses.
Más tarde pude comprobar, todos pudimos
comprobar, que las cosas podían ser peores.
Pero lo que más añoraba era dar clases. Es
algo que me llena de energía.
Una amiga me comentó que en un centro
ecuménico se impartían clases voluntarias y gratuitas a adultos para que
aprendiesen castellano y catalán con el fin de naturalizarse y en muchos casos
adaptarse a nuestras costumbres.
Hombres y mujeres recibían clase por separado
puesto que las responsables del centro descubrieron que si ambos sexos
compartían aula ellas no preguntaban ni participaban en la clase ante la
presencia de sus hombres.
En cambio sí estaban solas con una profesora
la dinámica mejoraba.
Mi primera tarde de clase de castellano fue
una sorpresa que resulta difícil de describir.
Eran unas 20 alumnas, 20 sonrisas, 20 manchas
de colores diversos, 40 ojos curiosos y una variedad de acentos que me hicieron
llamarlas “LAS CHICAS DE LA ONU”.
Muchas de ellas no sabían leer o escribir en
su propio idioma. Así que era la primera vez que se enfrentaban a la disciplina
del estudio, la lectura, tomar un lápiz entre sus dedos, deslizarlo por una
hoja.
Pero por más que nos esforzábamos no
avanzábamos en el programa de trabajo.
Al final descubrimos el problema. No existe
una correlación entre sus abecedarios y el nuestro.
No, no me he equivocado… sus abecedarios y el nuestro. Mis alumnas hablaban urdú (Pakistán),
marroquí (Marruecos), hindi (India) y bangra (Bangladesh).
Un credo común para Pakistán, Marruecos y
Bangladesh y otro para India.
Pero excepto mis chicas de Marruecos, las
restantes me echaban una mano traduciendo a sus compañeras en urdú.
Con Marruecos interactuaba en un francés
rudimentario y con el resto en Ingles.
El problema más importante era que su
caligrafía es como un bordado, una obra de arte que no tiene correspondencia
con el alfabeto latino. Ya no os cuento en lo que se refiere a la
pronunciación.
Lo mejor llegó en noviembre con la
incorporación de dos alumnas más. Suegra y nuera. Maravillosas, divertidas,
animadas.
Pero…de Armenia. Encajar a dos cristianas
ortodoxas que de entrada pertenecen a un país que no ha olvidado el genocidio
llevado a cabo por parte de Turquía durante la Primera Guerra Mundial, que se
saldó con la muerte de más de 2.000.000 de armenios y el exilio forzado de
muchas familias al resto de Europa,. (uno de los casos más conocidos fue el de
la familia del cantante Charles Aznavour) fue difícil.
El hecho de hablar de genocidio armenio
constituye la negación por parte de Turquía, crisis diplomáticas con EEUU o
amenazas graves a intelectuales como el turco Nobel de Literatura Orhan Pamuc.
No imagináis la cara de mis alumnas armenias
cuando descubrieron que compartían clase con mujeres musulmanas. No importaba
que no fuesen turcas, eran musulmanas.
El alfabeto armenio es muy parecido al
alfabeto cirílico ruso, así que ya podéis imaginar que sucedió. Exacto. Mis
clases eran un sucesivo baile entre diccionarios con pronunciaciones
diferentes, formas de vestir diferentes, mucha curiosidad, risas y un continuo
responder a preguntas.
Si la profesora del aula contigua no podía
asistir a clase, entonces mi frente se abría a unos 20 objetivos más…agotador
pero maravilloso.
Al llegar la Navidad, asistimos a una
celebración ecuménica, en la que estuvieron presentes, católicos, musulmanes,
hindúes, sijs y ortodoxos. Fue fascinante, emocionante, una experiencia muy
grande.
Después de la Navidad, dejé de asistir a
clase durante una semana. Mi madre falleció tras pasar cinco días en el
hospital.
Cuando regresé a clase, me recibieron con un
afecto, un respeto y una ternura que provocó que mi dique emocional se
rompiera. No había llorado desde que mamá ingresó en el hospital. Lloré minutos
después de su muerte y en pompas fúnebres un poco. Pero eso fue todo. No me
permití llorar. Debía ser fuerte por mi padre.
Y fue junto a ellas, que me desbordé y lloré
y me consolaron. Fueron mis madres, hermanas y amigas. Me consolaron con
acentos dulces y extraños. Pero el amor, el afecto que me ofrecieron fue tan
grande, tan inmenso que me dejé llevar.
Llegó la primavera y me vi obligada a dejar
las clases por cuestiones de salud. La despedida fue difícil para todas.
Pero mis Chicas de la ONU, me hicieron sentir
bien, me regalaron muchas cosas y me permitieron ver el mundo sin viajar.
Ahora soy capaz de adivinar de que país viene
cada mujer de Asía con la que me cruzo por la calle. Porque aunque creamos que
todas las prendas de vestir femeninas son iguales, no es así.
Y de vez en cuando las veo por el barrio y me
saludan y me abrazan y me preguntan…y charlamos de todo y de nada.
Os cuento todo esto, no solo por compartir
una experiencia que para mí resultó muy hermosa.
Sino porque ayer mientras empezaba la
temporada de radio, algunos de mis amig@s me preguntaban por la dirección de
internet y la frecuencia…pero sabía que no podrían seguir la emisión…
Porque ell@s hablan castellano y la emisión
era en catalán.
Hechos diferenciales. Realidades tangibles. Y
el absurdo elevado al cubo.
Estamos asistiendo a una crisis grave en el
sistema educativo balear.
Para rebajar el impacto de la inmersión
lingüística en catalán en las Islas Baleares ahora el gobierno balear pretende
imponer el modelo educativo en tres idiomas, castellano, catalán e inglés.
Imponer…palabra negativa y con poca
perspectiva de éxito.
Unos amigos de los de toda la vida con los
que he crecido son padres de dos hijos. Mi amiga nació en Catalunya, por tanto
habla castellano y catalán, aprendió inglés (habitual en su trabajo con
Turquía, Grecia o China) tiene nociones de francés y también de italiano, sin
olvidar gallego porque su madre es natural de aquella comunidad.
Lo del italiano le viene por parte de su
marido, nacido en Barcelona, de madre catalana y padre croata, que habla
italiano porque al acabar la Segunda Guerra Mundial su pueblo quedó en la
frontera con Italia. Así que sus hijos, son capaces de hablar en castellano,
catalán, italiano, inglés sin olvidar nociones de gallego.
En mi caso somos menos internacionales. Mi
familia es de Córdoba, mi abuelo materno era de Manzanares, mis sobrinas y otra
parte de la familia viven en Madrid y yo vi la luz en Barcelona. Así que hablo
castellano, catalán, algo de inglés, algo de francés, comprendo el gallego
gracias a la inmersión vivida en casa de mi buena amiga Alicia, cuya familia
nunca ha dejado de hablar en su idioma materno en casa.
Y ahora estoy dispuesta a aprender algunas
palabras en Euskera y Asturiano. Me apetece mucho aprender algo de asturiano,
porque suena a música.
Alfonso X El Sabio rey de Castilla, creó la
Escuela de Traductores de Toledo, un organismo en el que se trabajaba en la
traducción de textos en castellano, latín y hebreo, al tiempo que el rey
componía Las Cantigas A La Virgen en gallego porque consideraba que era la
lengua adecuada para la poesía.
En esa época de ebullición cultural en la
península, en Catalunya Ramón Llull o Raimundo Lulio, inventaba palabras nuevas
a partir del latín para definir nuevos conceptos científicos, geográficos
palabras que todavía utilizamos…
Sin olvidar que los árabes se instalaron en
la península durante 8 siglos legándonos más de 10.000 palabras que empleamos
hoy en día.
O las raíces hebreas que siguen presentes en
nuestra gastronomía, en el lenguaje y ciertas costumbres.
Creo que convertir el idioma en rehén es un
error. Algo que no debería suceder. Por una y otra parte.
Porque un idioma, la lengua que empleamos
para expresarnos, es el vehículo emocional más poderoso que existe para compartir sentimientos, pasiones,
descubrimientos e información.
Ponerle vallas al bosque es ridículo y demuestra
una gran falta de sensibilidad.
En mi memoria siguen resonando los ecos de
cierto discurso en inglés o las imágenes de presidentes de gobierno sucesivos
que a pesar de la proyección internacional de este país son incapaces de
alternar con presidentes de otros países en inglés el idioma de los negocios
por ahora, hasta que se acabe de posicionar el chino.
La soberbia humana no tiene límites. Lo malo
es cuando algunos grupos siguen apoyando este sentimiento de revancha y
dominación.
Lo ideal sería abrir nuestras mentes y dejar
de ser prisioneros de los prejuicios.
No comprendo porque en el programa de estudio
del país no se pueden incluir las lenguas naturales de antiguos reinos
transformados en modernas comunidades.
La Guerra Civil acabó. Pero al parecer
algunos no lo han comprendido o no quieren hacerlo.
Mientras yo seguiré con mi exploración del
mundo. Es hermoso expresar sentimientos en diferentes idiomas.
El concepto habitualmente es el mismo, pero
los matices…son deliciosos.
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