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martes, 15 de octubre de 2013

HOY NECESITO UN POQUITO DE TERNURA



Tengo un millón de cosas por hacer, por leer, por escribir. Os prometo que quiero concentrarme, quiero hacerlo con todas mis fuerzas. Pero no lo consigo. Es una tarea imposible, titánica.

Bueno seré sincera. Es una tarea sencilla y fácil de realizar. Pero lo que sucede es que ando con la cabeza llena de risas y suspiros y así no hay manera. Imposible.

Me siento como cuando era niña, mientras la profesora se empeñaba en compartir sus conocimientos con sus alumnas, yo dedicaba el tiempo a mirar por la ventana y fantasear, especialmente cuando llegaba la primavera o cuando llegaban las primeras golondrinas a finales de mayo. Era la señal de que el verano estaba a punto de llegar.


Pues ahora ando igual. Dispersa. Soñadora. Buscando cometas y golondrinas en el cielo. Andurreando por caminos que no aparecen en los mapas. Explorando lugares que nadie ha visto.

Deleitándome con sabores que todavía no se han inventado. Aspirando aromas que solo yo puedo apreciar.

En el lugar en el que me he perdido la luz es brillante, los colores suaves y vivos, la temperatura agradable. Hace días que ando perdida a ratitos.

Pero hoy me he tomado unas horas libres y me encanta estar así. Prendida estoy del descubrimiento de nuevos aspectos de palabras conocidas. Palabras que brillan de forma diferente si el sol las ilumina. Palabras que me envuelven y que me gustan. Palabras por el momento sin voz. Palabras escritas, elegidas, engarzadas y regaladas.

Me he tomado este día libre, dedicada a perderme por este lugar maravilloso, al menos para mí, porque hoy no tengo clase y echo de menos a mi profesor.

Tengo deberes y se que sería estupendo trabajar un poquito más, esforzarme un poquito más porque mi profesor lo merece y es un tipo serio.

Pero es imposible. Si no tengo esa guía que impide que me disperse, sino tengo cerca la capacidad de disciplina de la que mi profesor hace gala, me pierdo por sendas y vericuetos.

Exploro el universo desde las emociones y me descubro sonriendo. Es imposible no sonreír. Y me gusta porque la sensación es tan cálida y tan agradable que la recordaré mientras mi cuerpo haga sombra.

Ya se que a mi alrededor el mundo se convulsiona y se cae a pedazos, que el sufrimiento no cesa y que la amargura está presente a cada paso. Pero hoy el cuerpo y el alma me piden sensaciones y emociones más suaves y hermosas.

Ya se que en cada rincón, en cada esquina, en cada palmo del terreno, los gritos de dolor, la amargura del mundo es cada día más terrible.

Pero hoy necesito, al menos por unos segundos, de la ternura, la paciencia, el ritmo lento de la vida. Hoy necesito que mi alma y mi corazón respiren. Que mis ojos se limpien del polvo del camino por el que transitamos tantos en ocasiones sin rumbo y en otras buscándolo.

Hoy necesito el abrazo, el beso, la caricia, la suavidad. El silencio de la mirada cómplice. Esa respiración acompasada. La languidez propia de un corazón satisfecho, ahíto.

Se que cuando deje este paraje personal, este universo secreto y privado, veré de nuevo con los ojos físicos la realidad que nos rodea.

Se que cuando abra los ojos todo será igual. Pero de momento, vivo este instante que invento para mi alma y mi corazón.

Sueño con los ojos abiertos. Respiro, aspiro, saboreo, acaricio. Y noto como la energía vuelve a mi y comprendo al sabio de pelo blanco cuando dijo, que la "energía no se pierde solo se transforma y cambia de forma".

Cuando abra los ojos se que veré con mayor claridad el camino, pero también se que no es probable que llegue a puerto a la primera. Conociendo mi tendencia personal, daré vueltas y me perderé por otros caminos y exploraré otras curvas y recodos otras sendas. 

Hoy echo de menos, añoro, anhelo. Intento ser racional, pero es imposible. Me late el corazón desbocado pero lo refreno sino quiero que salga también a explorar por su lado. Tengo cientos de palabras dispuestas a salir al mundo como torrente descontrolado. Tengo miles de imágenes en la palma de las manos para pintar en el aire.


Estoy a punto de despegar del suelo y creo que lo mejor será continuar pisando la tierra. Pero es que no puedo. La lógica tiene razón, debería hacerle caso. Pero el alma y el corazón no me escuchan. Han tomado la decisión de seguir disfrutando del paisaje hasta que el sol se ponga. Entonces se recogerán, entrarán en casa y cerrarán los ojos.

Puede que descansemos o no. Porque algunas noches la senda que me lleva a este paraje se conecta fácilmente y me tienta y me lleva más lejos, y mis huesos se hacen líquidos y ya no puedo parar. Vuelo alto y lejos y casi toco el sol.
En fin creo que debo ponerme manos a la obra y concentrarme y ser disciplinada y hacer lo que debo hacer, leer lo que debo leer y escribir lo que debo escribir. No os engañéis.

Será mi cuerpo el que permanezca sentado en esta silla haciendo lo que debe. Mi alma se ausentará porque le han salido alas y solo quiere volar y jugar.

Y no lo impediré, no lo haré porque por una vez estoy de acuerdo con ella. Es fantástico volar. Es maravilloso saber que puedes volar.

Mañana haré los deberes temprano y los tendré listos. Hoy no puedo concentrarme porque echo de menos a mi profesor a mi maestro.
 


Mañana os contaré cosas con mayor coherencia y seriedad. Cosas más serias, cosas de las que pasan en el mundo. Pero hoy...no puedo...¿me disculpáis verdad?


¿Sabéis lo mejor?
Que no me arrepiento.
Que si pudiera pasaría
más tiempo
 jugando con el viento.



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