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sábado, 12 de octubre de 2013

TODO LO QUE SE SOBRE EL AMOR ES...CASI NADA (Para Angel y Manuel)




Ayer a última hora de la tarde participé en una conversación de las que hacen que la vida tenga sentido y valga la pena.

Comentaba con dos amigos el tema de la entrada anterior del blog en la que hablaba de los programas que se nutren de miserias y penas para ofrecer contenidos pretendidamente serios pero que convierten nuestra sala de estar en el anexo del vertedero público.

Manuel comentó que una de sus amigas dice que cada vez está más interesada en películas de argumento sencillo y final agradable.

Le dije que a mi me pasa lo mismo. Que cada vez soporto menos las imágenes de dolor y violencia aunque sean moneda común en esta sociedad.

Siempre he bromeado sobre mi gusto cinematográfico. Películas que hablen de dos personas que se encuentran, se sienten atraídas, se enamoran y deciden alquilar un piso para compartir sus vidas. Fin. Ángel añadió que era una buena forma de imaginar la vida. Que hablar de amor era mucho más agradable.

Manuel se retiró para atender sus actividades deportivas y Ángel y yo continuamos charlando. Hablamos del amor en tiempos difíciles, de la paciencia y de un montón de cosas más. Antes de despedirnos Ángel comentó "Deberías escribir sobre el amor". Nada más fácil, ¿verdad? Porque todos sabemos que es el amor,  creemos saberlo.

Todos hemos sentido como nuestro corazón perdía el ritmo, no podíamos comer, ni dormir, ni dejar de pensar en la persona que en un momento impreciso, entra en nuestra vida y sin saber porque se convierte en el centro de nuestro universo personal.

Todos hemos sentido que los paisajes son más brillantes, la música suena más alto y nos hemos convertido en gigantes capaces de derrotar cualquier obstáculo.

Con los siglos hemos inventado un millón de rituales y estrategias para convertir algo tan simple como la preservación de la especie humana en una cuestión sofisticada.

Porque todos sabemos que el amor en realidad es una cuestión relacionada con la continuación de la historia de los humanos en la tierra.

Primer obstáculo. Las parejas del mismo sexo, a no ser que adopten o en el caso de las parejas femeninas a no ser que una de las mujeres se someta a un proceso de fecundación, no se enamoran y deciden compartir sus vidas con el objetivo de perpetuar la herencia genética humana. Comparten sus vidas porque se aman. Y ya está.

Por tanto si hablamos de amor se trata de algo mucho más complejo que la mera atracción física, la practica de una actividad sexual gratificante y un estado parecido al que podríamos experimentar si consumiésemos algún tipo de sustancia química estimulante.

Por lo menos yo me niego a pensar que el amor es una cuestión relacionada únicamente con la química, la bioquímica, los impulsos del instinto y la certeza de que el material genético de nuestra especie es viable para el futuro.

Y también me niego a hablar de teorías sesudas y reconocidas que simplifican algo tan complicado que puede hacernos sentir absolutamente felices o totalmente desgraciados.

 


Con el paso de lo siglos las diferentes culturas han desarrollado rituales complicados y vistosos para hacer que el tema del amor quede  bajo el amparo de la corrección social.

Pero no debemos olvidar que algunas especies animales también hacen gala de rituales que permiten a los machos con mejor material genético ser elegidos por las hembras para que las fecunden...plumas de colores vistosos, cantos y coreografías de gran complejidad.

 
Pero tampoco los llamados irracionales limitan en algunos casos su relación a una cuestión reproductiva sino que van mucho más allá en el tiempo. Lobos grises, Pingüinos, Nutrias gigantes, Orcas, Albatros, Tórtolas, Lechuzas, Gansos, Grullas de cola blanca, Pez Ángel Francés, Águila Calva, Cóndores, Castores, Gibones, Antílopes, Chacal o Ratones de campo, eligen una pareja para toda la vida, lo que en caso de los Cóndores, que abandonan la tutela del clan familiar a los 6 años y cuya esperanza de vida es de 50 años, es una autentica historia de...¿amor?.

La águilas calvas realizan acrobacias en el aire juntas, las nutrias gigantes pescan, comen y juegan juntas e incluso cuando duerme se cogen de las manos para que la corriente del agua no las separe.

La relación más intensa es la de los caballitos de mar, ya que si un miembro de la pareja muere el que sobrevive también morirá puesto que no se separará del cuerpo de su pareja.
No olvido a otra especie que hace tiene la monogamia como seña de identidad. Los cisnes.


Los cisnes, la fidelidad y el sexo por excelencia. La pareja para toda la vida. (Me fascinan tanto que elegí uno para mi tatuaje...sí confieso que tengo un tatuaje)




Pero la pregunta del millón al menos para mí es ¿en que consiste el amor? ¿a que llamamos amor? ¿Por qué nos enamoramos¿ y lo más complicado ¿Qué nos lleva a compartir nuestra vida con otra persona hasta en muchos casos el fin de nuestros días?

Que todos nos hemos hecho esta pregunta no una sino centenares de veces a lo largo de nuestras vidas está claro.

Y  si nos hemos planteado la pregunta en tantas ocasiones, es porque nunca encontramos la respuesta.

No importa si estamos en la adolescencia, la juventud, la madurez o el ocaso de nuestra vida. Continuamos dando vueltas al tema y dejamos este mundo con una certeza única, que solo sabemos que no sabemos nada sobre el amor.

Complejo debió parecer a nuestros ancestros cuando a la hora de elaborar y crear palabras con las que comunicarnos, por lo menos en castellano nacieron dos palabras para definir sentimientos aparentemente parecidos.

Querer (estimar, apreciar, considerar, respetar, distinguir, justipreciar, valorar, idolatrar, bienquistar, apreciar, respetar estimar, honrar, gustar, anhelar, desear, apetecer, ambicionar, pirrarse) y Amar (enamorar, cortejar, flirtear, galantear, requerir, seducir).



Cuando mis alumnos se enfrentaban a textos, sobre el amor en verso, prosa o teatro, invariablemente se producía la misma reacción, sin importar edad o sexo.

Desconcierto, timidez súbita, bloqueo expresivo, manifestaciones físicas como palpitaciones, sudoración en las palmas de las manos, dificultad en la respiración y resequedad en la boca. Y mi favorita pupilas dilatadas.


Teorizar, hablar, recordar, experimentar amor nos hace sentir vulnerables, desnudos, desprotegidos, transparentes.

Cuando decimos TE QUIERO nos referimos a que "necesitamos obtener algo".

Queremos a nuestras mascotas, a los amigos más íntimos, ante los que podemos mostrarnos como somos, queremos un puesto de trabajo, una galleta más para la merienda, queremos un coche, queremos que nos presten atención, nos pirramos por una caña fresquita en verano, queremos unas vacaciones...no seguiré para no aburriros porque imagino que ya os habéis hecho una idea. 

Pero cuando decimos TE AMO es distinto porque TE AMO implica que no tenemos ni idea del porque pero algo nos impulsa a enamorar, cortejar, flirtear, galantear, requerir y seducir a quien ha llegado a nuestra vida, la ha puesto patas arribar y hace que cruzar una palabra, una mirada o tropezar por un pasillo, nos convierta en seres intelectualmente simples, que no pueden dejar de sonreír como si nos hubiésemos tragado una percha.

Quienes nos conocen bien no comprenden porque de pronto deben repetirnos una pregunta varias veces, porque invariablemente la respuesta no tendrá sentido, porque en mitad de una reunión nos quedaremos con la mirada ausente y una sonrisa beatifica en el rostro, nos echaremos más azúcar de la cuenta en el café o sin venir a cuento pronunciaremos un nombre que nadie había oído antes.

Nos dirán que estamos raros, que estamos como ausentes, que algo nos pasa, que si nos encontramos bien...y la respuesta invariablemente será "Yoooo, A miiiii, noooo...estoy estupendamente y no me pasa nada".

Pero si nos pasa. Nuestra vida ya no será igual a partir de ese instante. No importa si chocamos con ese "accidente" emocional en la adolescencia, la juventud, madurez o la edad dorada. El efecto es el mismo. Estamos perdidos.

El objeto de nuestro amor no es un despacho, un ascenso, un coche, una mascota o unas vacaciones en el Caribe.

El objeto de nuestro amor es...es...es...exacto, no importa si hemos obtenido tres masters en física cuántica o tres premios Nobel. Nuestro nivel intelectual ha vuelto a enmarañarse y mezclamos las palabras, titubeamos, hacemos pausas y no dejamos de sonreír.

Queremos pegar saltitos, hacernos notar, llamar la atención de quien nos ha robado la calma. Se trata de seducir de enamorar de conquistar. No hay una estrategia prevista ni existe un manual. No tenemos ni idea de como hacerlo, pero estamos dispuestos a tragarnos un partido de futbol aunque no nos guste, a salir a correr aunque odiemos el ejercicio físico, a ver películas finlandesas en versión original... solo porque él o ella lo ha sugerido, solo porque AMAMOS.


AMAR es tan importante tan especial tan maravilloso que incluso existe un nombre femenino que se refiere a esta acción, esta locura, esta bendición, este volar sin alas, hablar sin palabras, vivir sin calma, soñar sin pausa...ese nombre femenino es Amanda "la que ha nacido para ser amada, la que será amada por los demás".

Que salvo excepciones propias de un posible trastorno emocional todos hemos nacido con la capacidad de amar, resulta indudable.

Que todos somos "amanda" que hemos nacido para ser amados a mi tampoco me cabe la menor duda.

Hasta la Edad Media en Occidente (la única cultura que conozco y de la que me atrevería a opinar) el hecho de encontrar pareja no se basaba en un proceso de enamoramiento. Resultaba más bien una cuestión de utilidad.

En un tiempo oscuro, violento e inseguro, en el que la media de vida era reducida, en el que la muerta estaba presente en cada acto cotidiano, nadie se permitía el lujo de hablar de estas cuestiones.

Es en la Edad Media entre las clases privilegiadas cuando aparece el amor cortés, un amor apasionado e incondicional exclusivamente espiritual.

Recuerdo cuanto me divirtió la novela El Mal Amor del gran Fernando Fernán-Gómez. La novela cuenta la historia de un noble que regresa al castillo junto a sus hombres después de una cruenta batalla que por supuesto ha ganado.

El noble señor espera un gran recibimiento y en particular un reconfortante y placentero encuentro físico con su esposa. Pero durante su ausencia se han instalado en el castillo con el beneplácito de la señora unos trovadores que han traído a la corte la loca idea del "AMOR".

Después de más de veinte años de matrimonio concertado, bastante satisfactorio, la señora de la casa y las damas han caído bajo la influencia de los nuevos apóstoles del amor.

Así que los recién llegados de la guerra tienen que librar una batalla para la que no están preparados: seducir y conquistar a sus mujeres.

Es a partir de ese tiempo cuando se habla con más soltura de amor, de amar. Cuando el teatro, la poesía, la prosa, explorar ese terreno conocido pero como territorio virgen todavía no cartografiado. Y hasta el momento presente 2013 no ha cesado esta actividad.
Afortunadamente no tenemos listo el mapa definitivo del amor, afortunadamente. Nos queda mucho por ver, saber, comprender, experimentar, saborear, soñar, tocar, acariciar...el mapa del amor no está acabado.

Y eso es simplemente maravilloso. Porque significa que mientras dure esa dulce tarea nuestra existencia en la tierra tendrá futuro y sentido.

Confieso que he querido y he amado. Tal vez me han amado y me han querido. Reconozco que no he tenido suerte en el amor (y tampoco he tenido suerte en los juegos de azar...que os he leído el pensamiento).

Pero también os confieso que a pesar de que ya no soy una jovencita y que soy consciente de que no tengo ni idea de seducir o enamorar (pero ni la más remota idea os lo puedo asegurar porque se de lo que hablo) no pierdo la esperanza de que alguien por fin me diga primero te quiero y luego te amo.

Pero como él no dé el primer paso emplearemos la vida caminando en círculos.

Espero ese amor que no pierda la ternura, la pasión y la magia. Un amor que cuando el físico ha tomado la curva que te lleva a la necesidad de reposar siga mirándome con fuego en los ojos.
Un amor que cuando haya un problema o una crisis, resista las rachas de viento. Un amor que me ayude y se deje ayudar.
Que invente palabras secretas y en mitad de la multitud me acaricie con una mirada. Un amor que me diga "no pasa nada todo irá bien" cuando parece que el mundo se acaba. Un amor que vea más allá de mis limitaciones.

Un amor que recuerde que no soy seria o que desafío al mundo con el gesto, sino que en realidad...soy tímida, terriblemente tímida y que por tanto mis silencios no son de incomodidad sino que falta de practica.



Un amor como los de Jane Austen, como los de Helen Fielding...un amor como el de mis padres que no fue perfecto, porque el amor no es perfecto, pero que a pesar de que mamá no está, todavía dura...después de 2 años en que se conocían porque eran familia política, 9 años de noviazgo y 48 años de vida en común.

Un amor como el que han sentido ellos. Mamá a pesar del Alzheimer siempre recordó el nombre de papá, Juan y la palabra secreta e intima que empleaba para llamarle.

Hasta el último minuto reaccionó a su voz, le cogió de la mano, le miró a los ojos y le dedicó una sonrisa de reconocimiento.

Quiero ese amor que hace que no quieras irte, colgar el teléfono o desconectar el ordenador, que despedirte sea una tortura, reencontrarte tocar el cielo y saber a ciencia cierta que nunca tendrás suficiente, nunca será suficiente, siempre querrás más...

Me imagino querido Ángel que no habré dicho nada nuevo, ni la tierra habrá variado su órbita.

Pero es que  hablar del amor, es complicado y simple...teoría y práctica...
Pero creo que lo mejor es...no hablar de AMOR...dejar la teoría y AMAR.


Recordad que hemos nacido para ser amados 
 
(Con cariño para Angel Sevilla (angelteatinos) y Manuel Domínguez Marín) 
 



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