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martes, 11 de marzo de 2014

11-M. CUANDO EL DOLOR NO CESA...




El cielo de mi ciudad era gris. Estaba a punto de salir camino del trabajo. Hacía frío. Mamá estaba en la cama porque yo procuraba que pasara el máximo de tiempo descansando.

Y todavía no sé porque lo hice, pero mientras me ponía el abrigo, conecté la televisión y vi lo que el resto del país veía.

Vías de tren con trenes que ya no iban a ninguna parte porque acababan de atravesar el Infierno.
Cuerpos tendidos sin vida, cuerpos heridos, heridos que caminaban desconcertados, personas desconcertadas que caminaban entre las vías sin heridas visibles, vecinos solidarios que acudían para ayudar a las víctimas con mantas, policías, equipos de emergencia…

Madrid… se me quedó en los labios y mi corazón empezó a latir más deprisa. Mis niñas. Seguro que mis sobrinas estaban bien. Seguro. Mi familia, una parte de mi escasa familia, de mi pequeña familia vive en Madrid. Y cada vez que algo pasa allí, igual que cada vez que la tranquila Córdoba es noticia o cada vez que mi caótica Barcelona se convierte en noticia unos y otros nos descubrimos rezando, aunque haga años que no hemos pisado una iglesia. Dios está en todas partes.

Las líneas estaban saturadas. Era complicado intentarlo. Y tampoco quería alarmar a mamá.
Desde que el diagnostico de Alzheimer fue algo real, no una intuición o una sospecha, había decidido que yo sería el filtro que protegería su pequeño universo. Así que nada de alarma o imágenes o noticias que la alterasen.

Me fui a trabajar sabiendo que sería un día difícil. Y lo fue. Fue mucho más que eso. Fue espantoso. Terrible. Indescriptible.

En cuanto llegué a la emisora supe que esta vez era distinta a las demás. Esta vez se trataba de algo diferente. Que la cifra de muertos aumentase a cada hora para mí, que en principio pensé que los autores de aquella masacre eran nuestros violentos habituales, resultaba desconcertante, tanto que sospechaba que aquella ocasión era diferente. 

Desde luego estaba claro que fuese quien fuese el autor o los autores nuestra vida, nuestro mundo, nuestra sociedad, habían cambiado para siempre.

Mis huesos me decían que aquella ocasión era distinta,porque el primer informativo que locuté
fue en 23-1-1995,fue el que abría con la noticia del asesinato de Gregorio Ordoñez. Hay cosas que no se te olvidan nunca.

El tiempo se ralentizó, se aceleró, se detuvo…todo en segundos, en minutos…en décimas.
Los muertos aumentaban y la información escaseaba. Bueno eso no exacto. La información fluía, nos inundaba, nos asfixiaba. Pero a media tarde ya sabíamos que no era cierta.

Sabíamos que los autores de aquella monstruosa matanza no eran “los de siempre”. Eran igual de sanguinarios, carentes de escrúpulos, faltos de moral, faltos de corazón, faltos de empatía… eran seres vacíos…y no importaba los argumentos que empleasen, ofreciesen o presentarse para justificarse…

Quien defiende sus ideas empuñando un arma, disparando un arma, planeando la muerte de uno o cien mil seres inocentes… quien planea para él y los suyos una vida mejor, cimentando su futuro sobre sangre y cadáveres de gente a la que no ha visto nunca, no merece ser escuchado, no merece ser llamado humano…

El país estaba a punto de celebrar unas elecciones generales que según las encuestas el partido en el poder tal vez ganaría de nuevo, pero no sin dificultad.

El partido en la oposición había finalizado un largo, doloroso y feroz proceso de restructuración interna en búsqueda del eterno “líder”.
Y el nuevo líder…en fin que nadie excepto los de su partido tenía idea de quien era.

A cada hora la información que se ofrecía continuaba desinformando...pero a pesar de no contar con redes sociales tan activas y efectivas como las actuales, la población empezó a moverse a ritmo de sms.
Se exigía, se pedía, se denunciaba que alguien diese la cara y dijese la verdad.

Porque Policía e Inteligencia confirmaban que los autores del atentado no eran los de siempre.
Pero nadie dio la cara, nadie dijo la verdad. Y los que dieron la cara o dijeron algo seguían aferrados a su teoría.

Llegó la noche y el aire, el tiempo se hicieron más densos, más lentos. Dolían más.

Y al día siguiente al despertar supimos que no era una pesadilla. Que era real. Que faltaba gente en muchas casas…unos estaban en los hospitales a los que habían sido evacuados. Otros simplemente no regresarían jamás. Salieron por la mañana temprano para no volver.

Mientras las familias reconocían a sus muertos, mientras las familias velaban a sus heridos, mientras el país seguía en shock… las elecciones se llevaron a cabo y el partido que ostentaba el poder lo perdió y contra todo pronóstico el partido cuyo candidato no tenía experiencia llegó a la presidencia.

Y aquel episodio terrible y traumatico, para las familias de las víctimas y para las víctimas se convirtió en un espectáculo lamentable.

La llamada teoría de la conspiración se convirtió en un proceso de agitación política y comercial.

Comercial en tanto en cuanto algunas cabeceras aumentaron sus beneficios, sus lectores y sus tiradas y algunas emisoras propiedad de un sector social que teóricamente predica el amor al prójimo organizaron un linchamiento verbal para apoyar a quienes habían perdido el poder.

Diez años, 192 muertos y 1900 heridos,un juicio, un sumario de 100.000 folios, una sentencia de 600 folios y un dolor incalculable hoy todavía se escuchaba en boca de algunos que “siguen existiendo incógnitas” o se leían mensajes en twitter de simpatizantes que afirmaban que sigue el “bombardeo mediático con el yihadismo. Trolas, mentiras disfrazadas con medias verdades. Reapertura 11 YA!!”.


Ayer el juez encargado de este caso Javier Gómez Bermúdez que tal y como prometió ha guardado silencio durante estos 10 años empezó a hablar a opinar.

Las conclusiones para él estaban claras. Las 13 mochilas con explosivos colocadas en 4 trenes de cercanías, que estallaron en Atocha, El Pozo del Tío Raimundo, Santa Eugenia y La Calle Téllez, fueron colocadas por miembros de una célula yihadista.

El material explosivo llegó a manos de los terroristas a través de un minero asturiano que ha declarado por escrito al tribunal de Estrasburgo que empleó la teoría de ETA para desviar la investigación.

La célula yihadista era la misma a la que pertenecían los 7 terroristas que se inmolaron en un piso de Leganes al verse cercados por los GEO.
Los GEO lograron en un tiempo record evacuar a los vecinos de edificio y asegurar el perímetro antes de que se produjese la explosión que costó la vida al GEO Francisco Javier Torronteras, que murió desangrado a causa del impacto de una esquirla que le seccionó la femoral.

Localizar al resto de los miembros de la célula terrorista fue el resultado de un trabajo exhaustivo de la policía y el punto de partida fue el hallazgo de una mochila que no había estallado en el tren.

Para no romper la cadena de custodia la jueza de instrucción autorizó que algunos de los objetos encontrados entre los restos del atentado quedasen depositados en la Comisaría de Vallecas.

El Juez Olmo fue informado de la decisión de la jueza y estuvo de acuerdo. Aunque pidió a la policía que le enviase vía fax lo antes posible, el inventario de los objetos depositados en el almacén de la comisaria.

Avanzada la noche, el Comisario de Vallecas, tras una dura jornada fue a su domicilio para descansar antes de reanudar su trabajo. En ese momento recibió una llamada que le informaba del hallazgo de una mochila que no había estallado y de la que se habían hecho cargo, siguiendo el protocolo, los TEDAX.

El Comisario Ruiz fue otra víctima del atentado puesto que se convirtió en objetivo del linchamiento mediático que llevaron a cabo los medios afines a quienes habían perdido el poder.
Para estos medios de desinformación, los yihadistas no eran tales, sino que se trataba de un atentado planeado por los de siempre. 

Para estos medios el Comisario de Vallécas no solo había mentido en relación a la mochila encontrada sino que se había dedicado a falsear pruebas de la investigación.

Estos medios olvidaron que el Comisario era esposo y padre de familia y olvidaron que estaban yendo demasiado lejos. Tanto que el comisario perdió a alguien muy querido víctima de la presión.

Esos medios olvidaron la acción de los GEO y pusieron en duda la eficacia del operativo.

En los meses siguientes fuimos testigos de una comisión de investigación por la que desfilaron un juez que afirmaba que él no veía la televisión sino era para disfrutar de documentales de la BBC, responsables políticos que leían la prensa y no prestaban atención a lo que pasaba a su alrededor.

Y vimos también a un diputado ya fallecido miembro de la Chunta Aragonesista, José Antonio Labordeta, que parecía que era el único que se había leído los documentos de la investigación.

Y vimos a Pilar Manjón, madre de uno de los muertos, su hijo pequeño del que solo le quedó un bono de transporte, conteniendo el llanto y pidiendo explicaciones. A ella la han insultado, la han ninguneado, la han llamado sectaria, le han dicho que su nivel intelectual es discutible… pero sigue siendo ejemplo de entereza y dignidad.

La teoría de la conspiración resulta no solo delirante sino terrible. Simple y llanamente se basa en que el partido que logró la victoria electoral ayudado por diversos sectores poco menos que preparó, propició, perpetró aquel atentado… los medios de comunicación dedicados durante estos años a la agitación política afirmaban que aquella victoria se cimentaba sobre casi doscientos muertos.

La teoría no solo resulta repugnante y condenable sino insostenible.

Según contó el juez Gómez Bermúdez, él llegó a una conclusión personal sobre lo que denomina “la conjura”: que para elaborar una conjura de tal calibre se necesitaba como mínimo el concurso de unas 1.500 personas. Y que eso en nuestro país, resultaba imposible. Más que nada por nuestra naturaleza comunicativa.

Lo que resulta realmente cierto es que quienes continúan defendiendo la teoría conspirativa, no han comprendido la realidad que nos rodea.
Una realidad que tras el 11-S ha resultado mucho más compleja de lo que nadie hubiese imaginado nunca.

Afortunadamente el pueblo reaccionó de forma madura y solidaria. De una forma que me hizo sentir orgullosa de forma parte de aquella masa doliente y luchadora.

Orgullosa de forma parte de la masa que salió a la calle para mostrar su dolor, que colapsó los servicios de donación de sangre, que cubrió a los heridos con sus mantas, que arrancó bancos públicos para emplearlos como camillas improvisadas…

Hoy hemos recordado a los que no están…

Hoy se ha celebrado un acto religioso oficial y confesional.

Hoy quien ha dirigido ese acto religioso ha vuelto a ir por libre, hablando de forma sutil de la teoría de la conspiración.

He echado de menos que la celebración hubiese sido ecuménica. Porque algunos han olvidado que entre los fallecidos, los muertos se contaban personas de otras latitudes y probablemente de otras confesiones.

He echado de menos que quien representa a la mayoría de los católicos practicantes, recuerde que “su reino no es de este mundo”.

Las victimas pueden decir lo que quieran (en eso coincido con el Juez Gómez Bermúdez) porque resulta imposible encontrar consuelo ante esa perdida.

Lo que resulta intolerable es que por interés comercial y político algunos sectores manipulen a las víctimas.


CONCLUSIÓN
Escucho una entrevista a Fernando Reinares ex­-asesor del Ministerio del Interior y experto en terrorismo internacional, que acaba de presentar su libro ¡Matadlos! Quien estuvo detrás del 11-M y por qué se atentó en España.

Las investigaciones de Reinares le llevan a concluir que el 11-M surge de un deseo de venganza anterior al 11-S. 

España había desmantelado una de las células terroristas islámicas más importantes. Al parecer la decisión de hacer efectiva esta venganza se toma en Bruselas en octubre de 2003. 

Y al parecer Al-Qaeda decide subirse a esta dinámica al considerar que resulta interesante para sus propósitos.

La llamada Red 11-M nace antes por tanto de que la política española derivase en la celebración de unas elecciones generales.

Desde 1997 cada vez que se pedía autorización judicial para hacer seguimiento de posibles células islamistas la inteligencia y la policía española dejaban constancia de que se trataba de una medida para prevenir acciones violentas futuras.

Afortunadamente la policía española evitó que Barcelona se convirtiese en 2008 en un nuevo escenario de sangre y destrucción tras la desarticulad de una célula terrorista compuesta por radicales pakistaníes asentada en el barrio del Raval (por el que una servidora se mueve a diario puesto que es el barrio en el que nací y crecí).

Definitivamente nuestro mundo ha cambiado.


La única esperanza que nos queda es que nosotros cambiemos. 

Ese sería el primer paso para cambiar la realidad que nos rodea y que no se a vosotros pero a mi no me gusta. 

Creo que merecemos más, mucho más. 





Blanca Rosa Fernández

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