No tengo idea de cuál era ayer la orden del día en
el Congreso de los Diputados.
Bueno en realidad confieso que excepto el día en que
se anuncia el Debate del Estado de La Nación nunca tengo idea de cuál es la
orden del día en tan magna casa.
Y tampoco tengo idea de cuál es la orden del día en
el Parlamento de mi comunidad ni de mi ayuntamiento o diputación.
Habitualmente me entero, creo que como el resto de
los mortales, a través de los medios de comunicación.
Al parecer sus señorías cuando no están en el
hemiciclo se reúnen en diferentes zonas del edifico para trabajar en sus
despachos o en las comisiones a las que pertenezcan.
Ya sé que como ciudadana preocupada por lo que
sucede en el país, con respecto a la dinámica del Congreso, del Parlamento de
mi Autonomía o de mi Ayuntamiento o como las publicaciones del BOE o el DOG
debería estar al tanto de los reglamentos y las reuniones… pero como diría una
gran amiga “no me da la vida”.
No obstante en algunas ocasiones he intentado seguir
las sesiones que se emiten a través de canales secundarios de las televisiones
públicas.
Y digo que lo he intentado porque en verdad no lo he
conseguido. No se trata de que el lenguaje que emplean sus señorías resulte
farragoso y aburrido, que lo es.
Se trata de que sus señorías, sin distinción de sexo o filiación política, son capaces de aburrir a las ovejas. O en mi caso, son capaces de conducirme a un estado de sopor que pocos logran.
Se trata de que sus señorías, sin distinción de sexo o filiación política, son capaces de aburrir a las ovejas. O en mi caso, son capaces de conducirme a un estado de sopor que pocos logran.
Los discursos, las intervenciones, las réplicas…
parece que se las haya escrito un enemigo.
Las lanzan al aire del hemiciclo con idéntica incomodidad que mostraría alguien que viste un traje de lana en pleno verano y ha cosido migas de pan en el interior del traje.
Las lanzan al aire del hemiciclo con idéntica incomodidad que mostraría alguien que viste un traje de lana en pleno verano y ha cosido migas de pan en el interior del traje.
Así que después de cinco minutos el cerebro de quien
les escucha, el mío al menos, se desconecta y vuela libremente por otros
derroteros.
Cuentan las crónicas que antes del tiempo del
General y de las Cortes y demás estructuras atadas y bien atadas y verticales,
es decir allá por los años treinta e incluso en décadas anteriores, la oratoria
era el punto fuerte de las sesiones.
Cuentan que las batallas dialécticas entre La
Pasionaria y Calvo Sotelo resultaban un espectáculo, ideas aparte, dialéctico.
Desgraciadamente eso se ha perdido. Sus señorías, no
importa si se reúnen en el Congreso o en el Parlamento de mi Comunidad,
castigan mis pobres tímpanos una y otra vez.
Y quien habla del mundo político habla del mundo de
la información. Esas crónicas, esas narraciones que acompañan los reportajes de
los espacios informativos. Esos tonos que suben y bajan sin piedad, sin pausas,
sin entonación.
Sin olvidar los espacios publicitarios que las
mujeres y los hombres del tiempo enlazan tras la previsión meteorológica. No
importa si hablan de seguros del hogar, o de galletas o edredones…no importa.
Tu cerebro se ha fugado.
Y tampoco puedo olvidar algunas voces de “radio”,
que mi gremio no está libre de pecado.
Teniendo en cuenta que no existen malas voces (salvo
excepciones), solo voces poco educadas resultaría estupendo que las
escuelas dedicaran algún tiempo a trabajar las voces de sus alumnos.
Pero como siempre me he perdido en mis divagaciones.
Os contaba todo esto porque ayer un diputado fue
noticia de nuevo porque defendió en un hemiciclo prácticamente vacío que la
industria del doblaje de películas y series extrajeras al castellano debe
desaparecer, debe desmantelarse.
Desconozco como dice el refrán “a santo de que” los
derroteros congresiles se ocupaban de esa industria, que hace unas horas
desconvocaba una huelga organizada para revisar convenios y mejoras salariales.
Su señoría que habitualmente antes de abrir la boca
suscita la polémica, empleaba argumentos poco válidos… para reivindicar que una
parte de la industria cultural de este país fuese desmantelada…condenando a
más de 30.000 profesionales al desempleo.
Y no lo comprendo porque antes que diputado su señoría
ha sido artista…no me atrevo yo a decir que actor, porque nunca me lo ha
parecido.
Espero que su señoría no se sienta herido o pida consideración, pero puesto que no ha mostrado consideración respecto de los profesionales del doblaje no creo que yo deba mostrar consideración a su anterior etapa.
Espero que su señoría no se sienta herido o pida consideración, pero puesto que no ha mostrado consideración respecto de los profesionales del doblaje no creo que yo deba mostrar consideración a su anterior etapa.
Sospecho que su señoría no se ha acercado ni de
puntillas a un estudio de doblaje para comprobar cuál es el proceso que se
sigue para doblar películas en este país.
O a lo mejor sí pero no se lo explicaron bien.
Vale pues si le parece a su señoría me tomaré la
libertad de explicárselo…
Regreso en unos segundos…
Blanca Fernández
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