Es la última moda. El último grito. Lo más
in. Lo más cool. Lo más de lo más. Jugar a apalabrados o en inglés Angry Words.
Lo confieso yo también estoy pillada por esta
novedad lúdico-didactico-estresante-hilarante-cultural.
Para los que todavía no hayan sido captados
por los seguidores de esta modalidad de juego, ni formen parte de la gran masa
de jugadores compulsivos de Apalabrados, cabe decirles que es como jugar al
Scrabble pero en formato de telefonía móvil o android.
En el preciso momento en el que escribo estas
líneas me encuentro disputando varias partidas de apalabrados simultaneas. La
mayoría en castellano, varias en catalán y dos en inglés, con oponentes
situados en mi provincia, en Lanzarote, en Córdoba... Si señor. Viva la
multitarea y la globalización.
Confieso que jugar a Scrabble, siempre me ha
gustado pero que lamentablemente en mi caso nunca he podido jugar puesto que
digamos mi familia no está demasiado interesada en el tema. Por tanto esta
aplicación en mi móvil me permite aprender, jugar y pasarlo bien.
Lo mejor es que gracias a este juego puedes
analizar el comportamiento de tu circulo más próximo: horarios laborales o
académicos, pautas de comportamiento, temperamento, carácter.
Una de mis oponentes es rápida y veloz. Su nivel de conocimiento
de la lengua castellana es altísimo al igual que su nivel de impaciencia y la
elección de las palabras jugadas varia notablemente en función de su estado de
animo, de su nivel de estress o de su capacidad de concentración, teniendo en
cuenta la hora a la que se haya conectado.
Otro de mis compañeros de juegos, el que me
inició en este divertido juego es métodico, tenaz, pausado, calculador y
competitivo. Su nivel de conocimiento de la lengua es ampio y su paciencia
infinita. Disfruta derribando a sus oponentes en la arena virtual del juego y
le puedes imaginar celebrando cada tanto, cada éxito con la elegancia de un
pavo real. Las palabras que va creando con las fichas permiten leer entre líneas
un fino sentido del humor, irónico y cuidado que suele camuflar entre capas de
seriedad y responsabilidad.
Otros empiezan una partida que con suerte
finaliza tres días después. Son tranquilos, reposados, sus conocimientos son
amplios y como Los Ojitos del Guadiana, una parte del río que desaparece bajo
tierra a lo largo de 40 kms., aparecen, juegan y se van. Pasados unas horas o
un par de días reaparecen, dan la campanada y se ausentan de nuevo.
Seguramente son los que se toman la vida a
sorbos, los que la paladean, los que tienen y mantienen prioridades y resultan
dignos del aserto “Cada cosa en su sitio y cada sitio para su cosa”.
Las palabras que aparecen con más frecuencia
tienen relación con funciones fisiológicas de las que no hablamos en público o
con el sexo.
Pero quizás las más reveladoras son las que
se refieren a esfuerzo, obligación o deber. Muchos de los jugadores, reman,
deben, escuchan, oyen o pierden. Si su estado es tenso joden o sexan. Si la
cosa va bien aman.
Lo más curioso es que andamos todos tan
pendientes de puntuar, de aprovechar cada resquicio del tablero, cada letra del
contrario que nos permita acumular puntos, que no nos percatamos de lo que
escribimos.
En cierta forma si se tratase de un programa
de paraciencias, al parecer nos estaríamos dedicando a la escritura automática
de palabras que nos dictan nuestros demonios interiores, nuestros más profundos
anhelos, nuestros deseos insatisfechos.
Este Apalabrados está resultando de lo más
enriquecedor e interesante. Y a esta hora de la madrugada, al parecer todos los
gatos pardos se han retirado a descansar. Pues no. Todavía queda algún rezagado.
Veamos. La palabra propuesta es AHÍ. Pero como las opciones que tengo son poco
más que nulas, aprovecho una S y creo el plural de una palabra que previamente
yo misma había escrito. GALOS. Y fijaros que en mi caso no se puede hacer un análisis
claro de mis deseos, anhelos o demonios internos. Simplemente se trata de
acumular puntos.
Llegados a este punto dejo a otros y otras el
análisis de mis características personales como jugadora.
Así pues. Buenas noches y buena suerte.
Aunque en este caso no tenga nada que ver con la política, como sucedía en el
tiempo en que esta frase se acuñó en EEUU. Pero esta reflexión queda para otra
entrada digamos que porque no es el momento de analizar cuestiones políticas.
Ahora simplemente, no me apetece.
No hay comentarios:
Publicar un comentario