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miércoles, 4 de abril de 2012

APALABRADOS, ENCADENADOS


Es la última moda. El último grito. Lo más in. Lo más cool. Lo más de lo más. Jugar a apalabrados o en inglés Angry Words.

Lo confieso yo también estoy pillada por esta novedad lúdico-didactico-estresante-hilarante-cultural.

Para los que todavía no hayan sido captados por los seguidores de esta modalidad de juego, ni formen parte de la gran masa de jugadores compulsivos de Apalabrados, cabe decirles que es como jugar al Scrabble pero en formato de telefonía móvil o android.

En el preciso momento en el que escribo estas líneas me encuentro disputando varias partidas de apalabrados simultaneas. La mayoría en castellano, varias en catalán y dos en inglés, con oponentes situados en mi provincia, en Lanzarote, en Córdoba... Si señor. Viva la multitarea y la globalización.

Confieso que jugar a Scrabble, siempre me ha gustado pero que lamentablemente en mi caso nunca he podido jugar puesto que digamos mi familia no está demasiado interesada en el tema. Por tanto esta aplicación en mi móvil me permite aprender, jugar y pasarlo bien.

Lo mejor es que gracias a este juego puedes analizar el comportamiento de tu circulo más próximo: horarios laborales o académicos, pautas de comportamiento, temperamento, carácter.

Una de mis oponentes  es rápida y veloz. Su nivel de conocimiento de la lengua castellana es altísimo al igual que su nivel de impaciencia y la elección de las palabras jugadas varia notablemente en función de su estado de animo, de su nivel de estress o de su capacidad de concentración, teniendo en cuenta la hora a la que se haya conectado.

Otro de mis compañeros de juegos, el que me inició en este divertido juego es métodico, tenaz, pausado, calculador y competitivo. Su nivel de conocimiento de la lengua es ampio y su paciencia infinita. Disfruta derribando a sus oponentes en la arena virtual del juego y le puedes imaginar celebrando cada tanto, cada éxito con la elegancia de un pavo real. Las palabras que va creando con las fichas permiten leer entre líneas un fino sentido del humor, irónico y cuidado que suele camuflar entre capas de seriedad y responsabilidad.

Otros empiezan una partida que con suerte finaliza tres días después. Son tranquilos, reposados, sus conocimientos son amplios y como Los Ojitos del Guadiana, una parte del río que desaparece bajo tierra a lo largo de 40 kms., aparecen, juegan y se van. Pasados unas horas o un par de días reaparecen, dan la campanada y se ausentan de nuevo.

Seguramente son los que se toman la vida a sorbos, los que la paladean, los que tienen y mantienen prioridades y resultan dignos del aserto “Cada cosa en su sitio y cada sitio para su cosa”.

Las palabras que aparecen con más frecuencia tienen relación con funciones fisiológicas de las que no hablamos en público o con el sexo.

Pero quizás las más reveladoras son las que se refieren a esfuerzo, obligación o deber. Muchos de los jugadores, reman, deben, escuchan, oyen o pierden. Si su estado es tenso joden o sexan. Si la cosa va bien aman.

Lo más curioso es que andamos todos tan pendientes de puntuar, de aprovechar cada resquicio del tablero, cada letra del contrario que nos permita acumular puntos, que no nos percatamos de lo que escribimos.

En cierta forma si se tratase de un programa de paraciencias, al parecer nos estaríamos dedicando a la escritura automática de palabras que nos dictan nuestros demonios interiores, nuestros más profundos anhelos, nuestros deseos insatisfechos.

Este Apalabrados está resultando de lo más enriquecedor e interesante. Y a esta hora de la madrugada, al parecer todos los gatos pardos se han retirado a descansar. Pues no. Todavía queda algún rezagado. Veamos. La palabra propuesta es AHÍ. Pero como las opciones que tengo son poco más que nulas, aprovecho una S y creo el plural de una palabra que previamente yo misma había escrito. GALOS. Y fijaros que en mi caso no se puede hacer un análisis claro de mis deseos, anhelos o demonios internos. Simplemente se trata de acumular puntos.

Llegados a este punto dejo a otros y otras el análisis de mis características personales como jugadora.

Así pues. Buenas noches y buena suerte. Aunque en este caso no tenga nada que ver con la política, como sucedía en el tiempo en que esta frase se acuñó en EEUU. Pero esta reflexión queda para otra entrada digamos que porque no es el momento de analizar cuestiones políticas. Ahora simplemente, no me apetece.

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