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sábado, 14 de abril de 2012

LA SEGUNDA REPÚBLICA ESPAÑOLA


El 14 de abril de 1931 tras conocerse el resultado de las elecciones municipales celebradas en toda España Alfonso XIII abandonó el país y se proclamó la Segunda Republica.

Dicho así suena sencillo y fácil de entender. Pero todos sabemos que no fue tan sencillo y que para algunos fue difícil de entender y tolerar el cambio de rumbo institucional en el país.

Antes de hablar de la república en España, deberíamos recordar que la palabra “república” procede del latín res pública o cosa publica, es una forma de organización del Estado en la que la mayor autoridad cumple funciones por un tiempo determinado y es elegida por los ciudadanos a través del principal canal de participación ciudadana, el voto secreto que se ejerce dentro de un proceso electoral libre, sin presiones ni condicionamientos. La Republica por otra parte se sostiene gracias a la participación activa de los ciudadanos, la división o separación de poderes (en latín trías política), legislativo, ejecutivo y judicial, la concreción de la justicia y la búsqueda del bien común.

No se al resto del mundo pero a mí esta definición de organización de estado, no me resulta amenazadora y si echo un vistazo al resto del mundo encuentro una lista de republicas nada sospechosas, Francia, EEUU, México, Alemania, Italia…

La Segunda Republica Española (hubo una Primera en 1868) nació con buenas intenciones, pero no contó con el tiempo necesario para llevar a cabo las reformas que hubiesen situado al país de forma definitiva en la era moderna. La Revolución Industrial, que transformó el paisaje de Occidente en España fue más lenta y controlada por aquellos que no aceptaban la posibilidad de perder sus privilegios.

No obstante los 5 años teóricos (8 efectivos si incluimos los tres años de Guerra Civil) de régimen republicano fueron el primer intento contemporáneo de la historia de España para modernizar el país.

La España de la década de los años 30 del siglo pasado a pesar de lo que muchos se empeñan en afirmar, fue una década de luces y avances.

El mercado editorial por ejemplo se encontró con una demanda creciente de títulos que no solo se ocupaban de géneros literarios tradicionales. Los superventas de la época eran las biografías políticas y los títulos que hablaban de las circunstancias sociales del momento.

Fue tal la demanda de información, el interés de la población por saber que sucedía en el Parlamento, que la radio que hasta entonces emitía principalmente música y programas de entretenimiento incluyó los primeros servicios informativos, como por ejemplo La Palabra, que daban cuenta de lo que sucedía en el ámbito político. Se transformaron los tiempos de la información y nacieron lo que ahora conocemos como franjas horarias, porque todos querían saber. Por su parte la prensa escrita amplió sus ediciones diarias.

Las películas llegaban en ocasiones subtituladas y gracias a este aspecto y a la recién descubierta pasión por la cultura y la comunicación, aumentó la matriculación de alumnos en las escuelas para adultos. Nadie quería perderse una sola coma de lo que intuían era un tiempo único.

Se produjeron las primeras retransmisiones deportivas profesionales, el primer contrato balompédico de la época por la astronómica cifra de 900 pesetas. La película Nobleza Baturra se estrenó simultáneamente en 48 ciudades, el mundo del circo gracias a la familia Aragón (si, la misma familia en la que todos han pensado) se convirtió en un espectáculo moderno y renovado, se creó un servicio itinerante de bibliotecas públicas en incluso personajes de la talla de Federico García Lorca llevaron el teatro clásico a todos los rincones con La Barraca, una formación teatral que en cierta forma recordaba a los cómicos de la legua.

Esa era la España de los años 30. Sorprende pensarlo, pero fue así. No fueron tiempos fáciles o perfectos puesto que cuando un grupo humano aparece implicado en cualquier aspecto de la vida cotidiana, la imperfección, la diferencia dialéctica y los errores están garantizados. Pero lamentablemente no se le dio el tiempo suficiente para llegar más lejos.

Antes de la República el país había vivido la dictadura de Primo de Rivera que pasó a manos del General Berenguer (periodo conocido como la Dictablanda) por encargo de Alfonso XIII.

Pero el retorno a un tempo político anterior a la Dictadura fue imposible. Los partidos que Canovas del Castillo y Sagasta habían gobernado el pasís tras la restauración de Alfonso XII con el llamado turno de partidos se encontraban disgregados, desgastados y desprestigiados.

Por otra parte la imagen de Alfonso XIII había perdido popularidad e inevitablemente la población la asociaba con la dictadura al haberla apoyado. Y finalmente las fuerzas antidinásticas se unieron para cambiar el equilibrio de la balanza tras el llamado Pacto de San Sebastián de 1930.

Los antidinásticos apoyados incluso por el PSOE y la CNT planearon derrocar la monarquía haciendo coincidir la insurrección de algunas unidades militares a una huelga general el 15 de diciembre de 1930. Pero dos capitanes del ejército, Fermín Galán y Ángel García, se levantaron el 12 de diciembre en Jaca y el plan fracasó. En febrero de 1931 el General Berenguer dimitió y el nuevo presidente de gobierno el almirante Aznar convocó elecciones municipales para el 14 de abril.

Los comicios dieron como claras ganadoras a las candidaturas republicanas en 41 de las 50 capitales. El principio del fin, llegó de la mano de la frase pronunciada por uno de los ministros del gobierno pronunciada cuando la prensa le pidió una valoración de los resultados electorales , “España se había acostado monárquica y se levantaba republicana”. Alfonso XIII en un discurso que empezaba diciendo que aquellas elecciones “le revelaban claramente que no tenía el amor de su pueblo” confirmaba que para evitar enfrentamientos se marchaba del país.

Inmediatamente se formó un gobierno republicano provisional presidido por el ex monárquico y católico Niceto Alcalá Zamora, se fijó la fecha del 28 de junio para celebrar elecciones legislativa y se empezó a actuar por decreto en cuatro frentes: el trabajo agrario, la educación, el ejército y las relaciones con la iglesia, vinculada a la monarquía.

Este último punto resultó complicado y espinoso debido a la actuación del obispo de Burgos Segura Sáenz y la quema de conventos del 11 de mayo en Madrid a manos de grupos incontrolados.

En el campo se decretó la jornada de 8 horas, la obligación de dar prioridad ocupacional a los jornaleros de cada comarca antes de contratar a los de otros lugares, la obligación de los propietarios rurales de cultivar la totalidad de la tierra o en caso contrario pasarían a manos de los trabajadores en régimen de usufructo.

En educación se decretó la creación de 6750 escuelas, 7000 plazas docentes más, la revisión de las condiciones laborales y salariales de los maestros y una red de bibliotecas.

Los mandos del ejercito que no estuviesen de acuerdo con la República podían acogerse a la jubilación con sueldo integro. A esta propuesta se acogieron 84 generales y 8650 oficiales. Se clausuró la Academia Militar de Zaragoza dirigida por el General Franco, los ascensos por elección o méritos fueron anulados y se creo la guardia de asalto, cuerpo policial armado, moderno y fiel a la república.

Las elecciones del 28 de junio dieron el triunfo a las fuerzas de izquierda mientras que los grupos conservadores,  desunidos y disgregados, obtuvieron menor numero de diputados.

Una de las primeras tareas del nuevo gobierno fue dotar al país de una constitución, aprobada el 9 de diciembre de 1931, que reflejaba los valores laicos de izquierda y contemplaba la soberanía popular, una sola Cámara ( el Congreso), la aconfesionalidad del estado, garantías individuales y la posibilidad de autonomía de las regiones que lo solicitasen. La falta de consenso quedó patente en materias sensibles como la religión y en particular la prohibición de la enseñanza a órdenes religiosas como los Jesuitas.

El punto en el que el nuevo gobierno de Manuel Azaña puso mayor empeño fue la reforma agraria. Una reforma que no obstante constituyó un fracaso, puesto que no cumplió las expectativas generadas y creó temor entre los propietarios que la consideraban una ley revolucionaria.

Los dos primeros años de la Republica fueron convulsos debido a la agitación en el campo andaluz, el levantamiento anarquista en el Llobregat i un golpe de estado a cargo del general Sanjurjo. En ese tiempo se trabajó en la redacción del Estatuto de Autonomía Catalán, que fue devuelto a Catalunya con notables recortes en sus artículos (no se yo pero a mi esto me suena de algo).

La división en el seno de la coalición presidida por Azaña, en especial tras los Hechos de Casas Viejas, provocaron la caída del gobierno y la convocatoria de elecciones.

El resultado fue favorable a las candidaturas de centro y derecha y el presidente dela República encargó la formación de un nuevo gobierno al radical y antaño populista Alejandro Lerroux. La falta de sintonía entre los partidos de izquierda se hizo más patente y este nuevo periodo fue conocido como Bienio Negro.

En octubre de 1934 las tensiones políticas fueron en aumento y se llego a una revolución en Asturias que duró dos semanas y a la suspensión del estatuto de Autonomía Catalán, siendo encarcelados el gobierno y el presidente de la Generalitat de Catalunya, Lluís Companys.

La crisis de octubre erosionó al gobierno de centro derecha desde el punto de vista político. La represión, el encarcelamiento de más de 30.000 personas, los juicios, la prohibición de la prensa socialista y comunista, despertó la simpatía de la población por los perseguidos y los presos políticos.

Pero la verdadera razón de la caída del gobierno de Lerroux en septiembre de 1935 fue un escandalo de corrupción conocido como Estraperlo.

A finales de los años 20 dos jóvenes, el austriaco Strauss y el francés Perl, inventaron un nuevo tipo de ruleta, que afirmaban funcionaba a partir de una serie de combinaciones matemáticas pero que en realidad estaba trucada. Pronto los casinos de Europa instalaron el invento del Strauss y Pearl. Al parecer un familiar de Lerroux les convenció de la posibilidad de que su invento fuese instalado en los casinos españoles previa negociación económica con ciertas personas influyentes. Daniel Strauss siguiendo los consejos de su nuevo amigo, introdujo su ruleta en el casino de San Sebastián. Pero la policía lo prohibió y Strauss y Perl exigieron recuperar el dinero que habían invertido en su proyecto. Al no obtener respuesta por parte de las personas que les habían prometido toda clase de facilidades remitieron la documentación que obraba en su poder al presidente de la Republica, Alcalá Zamora. En los documentos entregados figuraban los nombres de varios militantes del partido de Lerroux que totalmente desprestigiado presentó la dimisión y provocó la convocatoria de nuevas elecciones.

El 16 de febrero de 1936 previa disolución de las Cortes el país volvió a presentarse ante las urnas. Pero en esta ocasión la opinión pública se dividió en izquierdas y derechas. La izquierda concurrió bajo el nombre de Frente Popular aglutinando desde republicanos de Azaña a comunistas. La derecha nuevamente se mostró dividida y tan solo la CEDA de Gil Robles presentó más candidatos.

En marzo de 1936 la mayoría de los generales del ejercito empezaron a preparar un levantamiento militar que obedecía a la necesidad de salvar al país de una dictadura comunista dirigida por Moscú. La raíz más profunda de esta actitud en realidad obedecía a la resistencia a los cambios y las reformas y a la descentralización del poder a través de las autonomías.

Aunque a todas luces un enfrentamiento civil quedaba lejos de ser posible, el enfrentamiento ideológico entre derechas e izquierdas favoreció la adhesión de algunos militares al proyecto golpista.

El resto de la historia la conocemos de sobra. Y todavía en 2012 ciertos sectores de nuestra sociedad, aparentemente moderna y avanzada, no dudan en resucitar fantasmas que nunca descansan, porque el capitulo final no se cerró de forma adecuada y terapéutica.

Pero eso pertenece a otra fecha, de la que si el tiempo y la autoridad no lo impiden hablaremos bien entrado el verano.
Mientras tanto, hoy 14 de abril de 2012 es un día para reflexionar, por tanto como perdimos y tan poco como ganamos.

Mi generación nació en el silencio, creció en el silencio y no recuperó la historia hasta pasados muchos años.

Lo que he contado, aparece en los libros de historia, en ejemplares de la prensa de la época conservados en archivos y hemerotecas. Si tenemos interés en saber más el proceso es simple, leer e investigar.

Pero sobre todo le debo mis datos a un gran hombre, un pintor, caballero antiguo y espectador de la historia que en la década de los 80 falleció tras regresar del exilio.  Les hablo de Joan Bach Piera, un artista plástico que vivió la Republica y la amó, que vivió la guerra civil española, cruzó la frontera con miles de exiliados tras la caída de la Republica, que vio como el ejercito nazi invadió Francia, que sabedor del destino que le esperaba a él y a su familia y tras conocer el final del President Lluís Companys, escapó de las garras de la Gestapo y se trasladó a un oasis escondido en Argelia y de nuevo años más tarde vivió otro conflicto armado, la guerra de la independencia Argelina.

A este hombre de memoria clara y lúcida, de sencillez manifiesta, verbo pedagógico y paciencia infinita con una adolescente que había descubierto el pasado de su país, le debo mis convicciones más personales y la certeza  de que cuando los tiempos son tranquilos es fácil defender posiciones pero que cuando los vientos amenazan nuestra seguridad y la de los que amamos, es el momento de elegir opciones. Y que es posible y necesario y que quien dice que no sabía nada miente. Simplemente debe reconocer que trata de sobrevivir. No pasa nada. Es un instinto muy humano.

Yo como no conozco termino medio tengo claro cuales son mis filias y mis fobias y cuales mis convicciones. Tan solo espero que la locura en la que el mundo se ha embarcado no nos lleve a escribir páginas tan amargas como las que les tocaron a nuestros abuelos y a nuestros padres.

Nunca más, por favor.


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