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viernes, 13 de abril de 2012

NO SIN MI JUBILACIÓN


En los últimos meses los pensionistas, los jubilados españoles han vivido pendientes de la situación económica del país ligada de forma incuestionable a la situación económica de la Unión Europea.
Después de trabajar duramente, de luchar a brazo partido, de afrontar las situaciones más adversas, la gran mayoría ha visto como su capacidad adquisitiva, la idea de un futuro seguro, de recibir atención y cuidados en los últimos años de su vida se ha transformado en una pesadilla.

Todavía resuena en nuestros oídos las palabras de la cabeza visible del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde afirmando que para que Europa la crisis actual, uno de los aspectos que debería modificarse fuera el de las pensiones, recortándolas más aún, y retrasar la edad de jubilación de los ciudadanos y ciudadanas.
Y es que al parecer la clase obrera se ha empeñado en vivir demasiado tiempo y por tanto resulta una carga a todas luces insoportable para esta travesía en la que los gobiernos se han embarcado. Una vez más la clase obrera, hace gala de una falta de consideración intolerable, hacia la sociedad que le acoge al insistir en vivir y respirar y no morirse cuando debieran.

Llegados a este punto y teniendo en cuenta que mi generación no podrá jubilarse hasta los 67 años, me ha picado la curiosidad sobre el origen de este sistema de pensiones que para la mayoría es tan necesario y que para una selecta minoría resulta prescindible por no decir expoliable, evidentemente en aras del bien común.

No se como funciona en otros países pero al parecer en España el primer Seguro Social se estableció en 1900, la Ley de Accidentes de Trabajo y el Instituto Nacional de Previsión datan de 1908, el Retiro Obrero de 1919, el Seguro Obligatorio de Maternidad es de 1923, el Seguro de Paro Forzoso en 1931, el Seguro de Enfermedad en 1942 y el Seguro Obligatorio de Vejez e Invalidez (SOVI) en 1947.

Tengo no solo la sospecha sino la certeza debido a la innata capacidad para elaborar teorías conspirativas con la que los obreros, la clase baja llegamos al mundo que en las primeras décadas del siglo pasado nadie tenía idea de tales avances sociales. Avances teóricos y sobre el papel, claro está.
Sospecho también que los patronos, la oligarquía, los dueños de las vidas de los obreros probablemente conocían esta lista de derechos laborales y que no figuraba en su agenda diaria una labor pedagógica y divulgativa.

Ahora parece algo normal contratar un Plan de Pensiones que garantice que nuestra economía al llegar al momento de la jubilación y dado el panorama, será más o menos aceptable, que nos permitirá contar con el dinero necesario para simplemente vivir o mejor dicho sobrevivir.
Pero resulta que al tiempo que nacen estas leyes de cobertura económica para los obreros también nacen las llamadas Mutuas con las que los afectados contratan ciertas cuotas que complementaran su economía al finalizar la vida laboral. Sin olvidar que posteriormente estas Mutuas también ofrecen asistencia médica y sanitaria a los obreros y sus familias.

El tema de las pensiones, la obligación de cumplir la ley y las lagunas de la Hacienda Publica en la época del General es tan parecido a un ovillo de lana elaborado con restos de otros ovillos y que más que un ovillo es una maraña difícil de convertir en material apto para la hilatura, tanto que en 1963 se crean las Bases para La Seguridad Social convirtiéndose en 1966 en la Ley General de la Seguridad Social vigente desde enero de 1967.
Con la llegada de la Democracia y la Transición, se llevan a cabo una serie de compromisos llamados Pactos de la Moncloa en los que todos los partidos políticos de forma unánime se comprometen a proteger por encima de todo, pase lo que pase y soplen los vientos que soplen las pensiones y el derecho de los ciudadanos y las ciudadanas a que el final de sus vidas sea digno, puesto que habrán contribuido a ello con su esfuerzo. El 16 de noviembre de 1978 contemplando Los Pactos de La Moncloa como el referente principal se lleva a cabo la primera reforma de las pensiones en nuestro país.

Pero nadie contaba con la iluminación de un grupo de gurús económicos que dio a luz la creación del Euro como moneda única de la Unión Europea. Nadie contaba con que la avaricia y el egoísmo de ciertos grupos sociales daría lugar a una crisis económica que primero sacudió a EEUU y rápidamente cruzó el Atlántico afectando a una Europa que en realidad no es tan solida como afirman los que se empeñan en mantener con vida a este monstruo político a todas luces agonizante. Nadie imaginó que los que gobernaban al principio de la crisis no tenían idea alguna de como gestionarla. Nadie pensó que nuestro mundo, nuestro pulcro mundo, el mundo en el que no pasaba nada, porque esas cosas siempre pasan en países peor estructurados, estallaría haciéndose añicos.

Y enfrentados a la magnitud del desastre, confirmado el diagnostico de que el barco Unión Europea de los Afamados Astilleros Berlín-París se había estrellado contra un iceberg del tamaño de una galaxia, decidieron no parar maquinas para evaluar el alcance del choque e intentar tapar las vías de agua hasta encontrar una solución. No. Decidieron, que para eso son Dioses Soberbios, entrar en rumbo de colisión, exigiendo a la sala de máquinas más potencia, más vapor, más esfuerzo.
Solo les falta que dejemos de respirar, que la base que les sustenta y les ha enriquecido desaparezca elegantemente si es que se puede esperar que la clase obrera sea elegante en algún momento, para que reaparezcan como los artífices de una gran empresa digna de pasar a la historia.

No han pedido disculpas ni lo harán, no han admitido públicamente sus errores, no han pensado siquiera en llevar el barco a puerto más seguro y tratar de salvar el mobiliario y parte del equipaje y evidentemente a la tripulación y el pasaje.

Se han dedicado a culparse unos a otros y como críos de parvulario decir que ellos no han sido, que ha sido otro. Pero esto no es el parvulario, no se trata de quien se ha comido el almuerzo de quien o de quien ha cogido sin permiso el osito de peluche de otro. Esto es mucho más serio, más grave y más dramático.
Para rematar la faena, para apuntillar a las victimas, la Sra. Christine Lagarde, nos ha pegado una bronca monumental a los curritos, a la base, a los sufrientes y dolientes, porque seguimos vivos y pidiendo lo nuestro.

La gran idea hecha palabra de la Señora Lagarde es que el envejecimiento de la población, derivado de una mayor esperanza de vida, provoca un riesgo financiero. Por tanto la solución será retrasar la edad de jubilación, porque atención retrasar la edad de jubilación prolonga el periodo de acumulación de recursos jubilatorios y acorta el periodo de uso de los mismos.
La traducción más sencilla es que si seguimos trabajando hasta la extenuación y la muerte, los que manejan el cotarro seguirán enriqueciéndose y si por ejemplo se les ocurre que nos jubilemos a los 90 años no tendremos tiempo de recibir el equivalente a lo trabajado. Los que gobiernan podrán disfrutar de lo que han acumulado a costa de nuestro esfuerzo, no tendrán necesidad de compartirlo y ya está.

Lo curioso es que la Sra Lagarde lo ha dicho y al parecer no se le ha parado el pulso, ni se ha despeinado ni ha sufrido un desmayo al leer el discurso. Como una campeona imagino que sigue acudiendo cada mañana a su lugar de trabajo y sin inmutarse continua pensado en nuevas formulas para disfrutar de la vida. Sin ruborizarse, sin sentir vergüenza propia y ajena. Propia por decirlo y ajena por representar a un colectivo que propone tal salvajada.
¿Se puede ser más….? En fin no encuentro un adjetivo adecuado porque la lista de adjetivos para calificar tamaña brutalidad intelectual, ideológica y administrativa, se han acumulado en mi cerebro de pobre obrera hasta formar un coagulo de tamaño considerable y mis funciones racionales se han paralizado dejando paso a las funciones más animales y primitivas.

A principios del siglo XX los gobiernos en un ataque de mala conciencia, paternalismo e intento de acallar a los molestos movimientos obreros emergentes diseñaron los planes de jubilación de los ciudadanos y ciudadanas. Tenían claro que nunca obrero alguno llegaría a cobrar ese subsidio porque en esa época y otras posteriores la esperanza de vida era menor y si alguien llegaba a cumplir cuarenta años ya era un anciano, una anciana desgastado, desencantada, destrozado, apenada.
Pero como decía Don Hilarión en la zarzuela La Verbena de La Paloma, las ciencias avanzan que es una barbaridad y la masa obrera empezó a comer mejor, a tomar medicinas, a preocuparse por el ocio y la cultura, a vivir. Y he aquí que ahora los obreros incluso llegan a los 90 años y se atreven a seguir respirando y además cobran pensión de jubilación, comen, viajan, se inscriben en la universidad, están vivos.

Hace unas horas la Sra Lagarde ha felicitado al gobierno español por la valentía mostrada al anunciar las medidas económicas que nos permitirán permanecer en Europa y de paso contribuir a que esta estructura agonizante continúe con sus estertores.
Las medidas que el gobierno ha ideado y que como si se tratase de un folletín por entregas, se parecen más al entrenamiento de un aizkolari con la diferencia de que el tronco empleado para practica tan ancestral será nuestra vida y menguadas haciendas.

Continúan como si de una real y absolutista testa coronada se tratase, afirmando que el Estado son ellos. Ahora solo les falta añadir que tan solo deben rendir cuentas a la Historia y a Dios.
No han comprendido y nosotros tampoco, que el Estado somos todos, especialmente los que contribuimos con nuestro esfuerzo a mantener engrasada la maquinaria. La incógnita más inmediata reside en saber cuando se quebrarán nuestras espaldas definitivamente de tanto soportar el peso de los errores de aquellos que se arrogan el papel de faro de la civilización contemporánea.

Lo único que puedo decir a titulo personal es que no cuenten conmigo. Formo parte de este esperpento global y no abandonaré el barco porque al fin y al cabo soy una romántica. Pero de eso a dejar de respirar, a morirme cuando a sus señorías les resulte práctico, a no presentar batalla, ni a decir lo que pienso en cada momento, a no reclamar si estoy viva para entonces lo que me pertenezca como jubilada, va un abismo.
No señor, por ahí no paso. El derecho al pataleo, a mostrar mi desacuerdo es sagrado y es lo único que me han dejado. Así que les advierto que no estoy dispuesta a entregarme sin montar bronca o armar jaleo.

Con todo mis respetos Señora Lagarde podría por ejemplo plantearle a los que como usted contemplan al resto del mundo desde su atalaya que se bajen los sueldos, las comisiones, la jubilación, las dietas, los privilegios, que renuncien a tanto viaje, reunión, comisión, discurso grandilocuente, elaboración de teorías alejadas de la realidad y demás menesteres que a todas luces son la verdadera causa del desastre...
Bajen a la calle, trabajen con sus propias manos, cómanse el pan gracias al sudor de su frente, no a costa del esfuerzo de los demás.

Y las bases, los que sois el motor real del mundo, teniendo en cuenta que conocéis perfectamente vuestras obligaciones, pedid, exigid que os respeten, reclamad vuestros derechos,. Al fin y al cabo la ley os los reconoce. Son vuestros, los tenéis. Nunca lo olvidéis. Ahora es el momento porque dentro de unos meses será demasiado tarde.

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