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lunes, 9 de septiembre de 2013

SEDA BLANCA...LA LUNA Y LA ORQUIDEA.


Probablemente much@s de vosotr@s sois afortunad@s y tenéis un pequeño jardín con un árbol, o un balcón o una terraza con macetas y plantas y flores, y en el colmo de la fortuna puede que incluso vuestra vivienda esté situada en una corrala del centro, o en un patio del sur.

Probablemente os sentáis a tomar el café de la mañana o un refresco de tarde y aprendéis a medir el paso del tiempo, de las estaciones observando los cambios que experimenta ese árbol o las plantas y las flores.

Yo no tengo un pequeño jardín con un árbol. En mi terraza de forma milagrosa vive una maravillosa orquídea blanca, que alguien me regaló el año pasado por mi cumpleaños. Acabado el verano, sus flores se secaron, y el tallo y las ramas se dedicaron a reposar.

Como no he heredado la magia de mi abuela materna para las plantas o las flores, me dediqué a regarla puntualmente y le prometí que no la molestaría más de lo necesario.

Se ha acomodado, delicada y majestuosa en un rincón de la galería acristalada, protegida del frío en invierno y del exceso de calor en verano. Y al parecer ha decidido que ese es su lugar en el mundo.

Llegada la primavera la reina de la casa, despertó y día a día empezó a mostrar lo que había preparado para la temporada. Ni más ni menos que 18 maravillosas flores. Cuando por fin floreció del todo, he sido la envidia de mis amigas, porque dicen que es una planta muy delicada y que no es habitual que florezca con tal vigor.

Incluso he hecho amigos en twitter tras publicar fotos de la reina de casa, gente muy amable de Londres o Boston que tienen una orquídea igual pero que dicen que la suya no es tan exhuberante y fuerte como la mía.

Pero no es mía. Ella es muy suya. Ha decidido que ese rincón es su lugar en el mundo. Que el sol le llega en el ángulo adecuado. Ella ha decidido regalarme unas vistas de seda blanca maravillosas durante toda la primavera y el verano. Ahora siente que el tiempo va a cambiar, así que ya se han secado cuatro de sus flores.

Me gusta porque es tan independiente como yo. Creo que hemos llegado a un buen acuerdo. Yo me ocupo de proporcionarle agua limpia y fresca y ella me permite conocer sus secretos.

Sé que probablemente os parecerá que mis pies están más en el aire que en la tierra…pero no importa. De verás. Dicen que las plantas y los árboles que las flores tienen sentimientos…incluso algunas personas instalan equipos de música cerca de sus plantas para que crezcan mejor o les hablan…no he llegado a esos extremos…

Le estoy muy agradecida a la reina de la casa. Llegó sin que la esperase y se irá cuando ella decida…porque no es mi orquídea…ningún ser vivo nos pertenece. Sea animal o vegetal.

Nada nos pertenece. Ni siquiera nos pertenecemos unos a otros. Cuando iniciamos una relación con alguien, no nos pertenece ni le pertenecemos. Nada es para siempre. Si algo dura mucho tiempo, somos afortunados. Pero ante todo debe basarse en la mutua libertad.

Pronto llegará el otoño, llegará el inverno…y ella seguirá en su rincón protegida del frio y disfrutando del sol. Esperando que llegue una nueva primavera. Y ella decidirá cuantas flores de seda blanca, delicada y suave me regala el próximo año.

La cuidaré y respetaré nuestro trato. Y cuando tenga que cerrar el balcón, porque ha llegado el invierno, me quedarán sus pedacitos de seda secos entre las hojas de un libro y la luna pálida.

Y el año próximo, cuando la tierra haya completado su viaje, ella empezará de nuevo su ciclo, volverán las golondrinas para ocupar los nidos del edificio vecino y la luna será más brillante y cálida.

Puede que el mundo siga loco y enfermo, pero al menos tendré algo hermoso para recordar que la vida se abre paso, que los milagros existen y que en el rincón más insospechado, la belleza puede instalarse para dar cierto sentido a nuestra vida.

 

1 comentario:

  1. Hola Blanca.
    Me ha enternecido tu forma de describir no solo una bella planta si no tu relación con ella en la que quiero ver tu relación con el mundo.
    Sencillo, poético y emotivo.
    Un saludo.
    María

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