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jueves, 3 de octubre de 2013

GRACIAS POR UN DÍA TAN LINDO.MUCHAS GRACIAS.


 
 
 Estoy muy cansada, pero os aseguro que días como el de hoy valen la pena. No los planeas y por eso probablemente salen así.

Son días en los que no importa lo mal que esté el mundo, lo locos que estén quienes nos gobiernan, o el desprecio con el que nos tratan…

Son días en los que la buena gente que te rodea te envía oleadas de afecto y cariño y llega hasta tu alma.

Son días en los que vuelves a tener claro que no importa lo impunes o poderosos que se sientan quienes gobiernan, han perdido moral, credibilidad o decencia, y dicen qué te han destrozado la vida y la hacienda “por tu bien”, (discurso por otra parte típico de los maltratadores).
No importa porque nunca tendrán lo que tú tienes, nunca.


Es cierto que estás cansada, que en ocasiones estás a punto de rendirte, de tirar la toalla…es cierto que sigues siendo pobre de solemnidad…pero hoy te sientes como si hubieses tocado el cielo con la punta de los dedos.

He estado en antena con Doña Inés, mi amiga y confidente, mi jefa. Hace tanto que nos conocimos. Han pasado tantas cosas. Y lo mejor es que cuando nos encontramos nuevamente, empezamos a hablar como si no hubiesen pasado los años. Y esa magia esa complicidad se nota porque trabajar con ella es sencillo.

En la sección de viajes he hablado de una ciudad que nunca he visitado, pero de la que me he enamorado preparando el guion. Gijón.

Elegí para hoy esa ciudad del Norte de La Península porque era mi forma de decir a la gente que vive allí a gente “os quiero, muchas gracias por el apoyo y las palabras amables, por las risas y los detalles, por la amabilidad”.

Su reacción, la reacción de Inés, esa química que hemos vivido a distancia, es algo indescriptible y maravilloso. Adictivo. Es sencillamente delicioso.

Más tarde he estado en antena por otras cuestiones relacionadas con el programa que realizo desde hace varios años.

La gente de la emisora es amable y siempre me ayuda, intentan que me sienta cómoda. Y es fácil. Lo hacen posible.

 En estos días he mejorado la presentación de este blog, gracias a la ayuda de un amigo, que tiene madera de profesor y lo más importante es muy paciente conmigo. Me ha guiado pasito a pasito, con mimo con cuidado…y me gusta cómo queda.

Finalmente ella de nuevo ella me ha revuelto como un calcetín. No importa los años que hace que la conozco. Siempre me sorprende.

Cuando nos conocimos yo estaba pasando por un proceso de amargura muy profundo. Estaba contra el mundo. No disfrutaba de las cosas simples de la vida. No podía, era incapaz. Me sentía como si no mereciese sonreír o sentir.

Pasaron muchas cosas, leí los mensajes…comprendí que aquel no era el camino adecuado.

Peor me sentía incapaz de pedir ayuda o encontrar una solución.

Casi fue demasiado tarde. Digo casi porque estuve a punto de morir. Me salvé de nuevo “por la campana, de milagro”. Por otra parte no es algo nuevo, es una constante en mi vida, desde mi nacimiento.

Pero en aquella ocasión la experiencia fue muy dura. Tardé más de un año en conseguir el alta médica.

A pesar de saber que estaba al borde de una gran crisis, no tenía idea de cómo encontrar una solución. Se me iba la vida, lo tenía claro, pero no sabía cómo detenerme para estudiar el mapa de mi existencia y encontrar una ruta más adecuada.

Afortunadamente me sacó de aquellas aguas turbulentas y me llevó a la orilla. Gané un terapeuta y con los años un amigo. Es un ser humano excepcional en todos los sentidos. Juan Manuel. Me salvó de mi locura. Ahora sé cómo combatir esos momentos difíciles. Siguen ahí, pero les puedo plantar cara.

Finalmente llegó ella. Sandra. Sonrisa contagiosa, ternura, alegría. Es como una brisa fuerte, llega te desordena el pelo y el alma y se retira. No se va. Se retira. Porque siempre está ahí. Con ella venían un grupo de maravillosas criaturas, que se han convertido en otra parte de mi familia urbana.

Y gracias a Sandra y sus amigas y amigos, a Juan Manuel y a muchas otras maravillosas personas, que dejé de pelearme con el mundo. Que empecé a aceptar las cosas como venían. Que incluso cambié mi aspecto externo.

La melena larga y oscuro dio paso a un corte de pelo divertido y un tinte de rojo intenso.

El vestuario negro dio paso a colores vivos…naranjas, rojos, rosas, azules, amarillos, violetas, lilas…todos menos el negro.

Aprendí que yo era víctima y no culpable. Que la vida era como decía John Lennon “aquello que te pasa mientras haces planes”. Que cuanto más te empeñas en pelearte contra las circunstancias más energía pierdes y más difícil resulta ver la solución.

No creáis que hablo de un curso de “autoayuda” o algo por el estilo. Os hablo de sentido común. De pararse en mitad del camino y plantearse que estás haciendo con tu vida. Os hablo simplemente de que necesité que me ayudasen para aprender a vivir.

El proceso no ha terminado. Solo acabará cuando mi corazón deje de latir. Así que espero tener todavía por delante un largo camino para descubrir cómo acabará el viaje.

Me gusta la gente. No importa de donde vengan y quienes sean. Todos aportamos a todos. Todos contamos.

Mientras escribo esto, una amiga maravillosa que también lucha con fuerza ante diversos problemas, me dice que se alegra por mí porque ha leído que estoy bien.

Le hago un resumen y responde…”vaya es cierto dices que ha sido un día feliz, no que seas feliz”…

Exacto. Ese es el matiz. No soy feliz. Nunca lo he sido. Digamos que mi vida ha sido un cumulo de “lamentables desdichas”. Pero si me lamento por cada desdicha pasada o por cada desliz presente, no lograré ver la dicha futura.

No soy una inconsciente. Se perfectamente que mi vida está patas arriba. Que nada será como antes. Que no tengo un futuro claro. Que no soy una jovencita. Que soy complicada.

Pero no importa. Tengo tiempo para aprender. ¿Cuánto? Ni idea. No me preocupa. Porque lo mejor será vivir el presente. El futuro ya llegará. Lo único que espero es estar despierta, alerta para verlo venir y recibirle.

Lo que no quiero bajo ningún concepto, es volver a experimentar algo tan doloroso como la sensación del primer día que me reí de nuevo. Pensaba que me moría, que el corazón me estallaría.

Me había olvidado de reír. De sonreír. Y puse remedio a todo aquello.

Soy la misma persona, con los mismos defectos, muchos, y escasas virtudes.

Lo único que ha cambiado es que soy rica. Porque mi gente me cuida y me arropa.

Así que no importa cuántos millones hayáis saqueado (unos y otros que por lo visto la ambición no distingue de ideología), no importa lo importantes que creáis que sois…

Los mismos a los que les estáis destrozando la vida, los mismos a los que humilláis e ignoráis…sí, nosotros los de abajo…tenemos algo que vosotros no tendréis…una legión de corazones, brazos, piernas, miradas, besos, abrazos…de amor…que nunca lograréis porque sois incapaces de entender que ser poderoso o rico es muy relativo.

Yo hoy me siento la reina del mundo porque mi gente me ha enviado miles de sonrisas y risas y afecto y ternura.

¿Alguien puede pedir más? Creo que no...bueno alguna cosilla más pero ya os lo contaré otro día...

 

Gracias por tanto afecto…se me desborda el corazón…y síiii…me encanta!!!!

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