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viernes, 4 de octubre de 2013

LA PRIMERA CITA. LA PRIMERA SONRISA...EL DESEO


Las primeras citas son complicadas. Extrañas. Una prueba para los nervios y la paciencia.

Pero resultan absolutamente excitantes. La sensación de vértigo, el repentino estremecimiento como si te hubiese rozado una brisa inesperada.

No sabes que decir o hacer, ni cómo comportarte o causar buena impresión. No quieres hacerte demasiadas ilusiones pero no puedes evitar que tu mente genere miles de ideas por segundo o que tu corazón se desboque de tal forma que parece que los que te rodean escucharán como late.

Los momentos previos son una verdadera tortura. Una agonía. No importa tu edad o tu experiencia en la vida. No estás preparad@ para ello.

Llega el momento… y te corriges  “se natural, calma, no hables deprisa, deja que él hable … te has reído muy alto... ¿ porque susurras? despacio bebe más despacio o te atragantarás y empezarás a toser…

Hasta que mandas a la porra a tu histeria y dices “relájate y disfruta, probablemente no quedemos otra vez”…

Así que el sentido común dice que seas natural. Tratar de ser quien no eres no es la mejor carta de presentación.

Te relajas, no del todo porque sigues en tensión, pero si lo suficiente como para que tus pupilas recuperen su tamaño natural y tus ojos por fin te permitan contemplar a quien probablemente lo esté pasando igual de mal que tú.

Es agradable escucharle. Cuenta las cosas de forma divertida, natural, te hace reír. Sueltas una carcajada y él sonríe. Y tu corazón se detiene. Es la sonrisa más hermosa que has visto nunca.

Esa sonrisa ha relajado su cara. Es agradable…es…si…muy agradable …es atractivo…la mirada intensa…y la sonrisa. Quieres hacer otro chiste, para que sonría. Te has quedado prendida de ese instante y quieres que se repita.

Miras el reloj con disimulo. La cita está a punto de acabar. Él te dice “¿tienes prisa?” y tu respondes “no pero como dijiste que a esta hora tenías que irte” “No, no tengo que hacer nada importante, lo dije por no aburrirte” “Lo estoy pasando muy bien” “Bien. Entonces ¿nos quedamos un poco más?” “Si”

Pide otro refresco y ahora eres tu quien cuenta cosas. El tiempo vuela, se escapa, se desliza rápido, es como espuma de mar, como arena fina que se escurre entre los dedos.

Uno de los dos echa un vistazo a la puerta del local. La tarde ha caído y la primera línea purpura, de la noche se ha instalado en el cielo. Es hora de volver a casa.

Salís a la calle y dice que te acompaña a la parada de autobús. Sonríes. El transporte público es un desastre y por una vez el retraso en el servicio parece algo bueno. Pasarás unos instantes más con él.

Pero por una vez el autobús llega puntual. Levantas el brazo y el conductor disminuye la marcha. Dejas que otros pasajeros suban al vehículo.

La despedida es agradable. Siempre te haces un lio a la hora de lo que llamas el espantoso momento de besar mejillas. ¿Por qué no puede limitarse la gente a un apretón de manos? Por un instante estás a punto de equivocarte y besarle en la boca, suavemente pero corriges la trayectoria y esquivas los labios de miel, que saben dibujar sonrisas.

“Te llamaré” dice él. “Cuando quieras” respondes fingiendo tranquilidad.

Al fin y al cabo ha sido una cita divertida y agradable. No esperas nada más.

Encuentras un asiento libre y lo ocupas. Miras como la ciudad pasa ante tus ojos a través de la ventanilla. Pero no ves la ciudad, ni la noche, ni las luces. Lo único que ves es esa sonrisa que hace que se te pare el corazón. Y esos ojos oscuros, penetrantes, cálidos. Ojos de color café.

No puedes evitarlo. Sonríes. ¿A quién pretendes engañar? Quieres algo más que esa cita. Equivocarte y pasar de largo por la mejilla y besar, casi suspirar sobre esos labios.

Si no te llama te sentirás extraña durante días o tal vez meses.

Pero tu memoria guardará la sonrisa que detiene el mundo.

Y sabes que estás perdida. Cada vez que recuerdes esa cara amable, atractiva, de rasgos fuertes y esa sonrisa…tu corazón se detendrá y cuando recupere el latido se desbocará…

Soñando con más.

Suspirando por más.

Anhelando más.

Deseando más.

Más. Mucho más.

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