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domingo, 6 de octubre de 2013

LA VIDA ES UN CARNAVAL


 
 
 
Los 80

Han pasado cuatro años pero no logra recuperar el centro, el equilibrio de su vida. Desde aquella noche hasta esa misma mañana ha pasado cuatro años rodeada de la oscuridad más absoluta.

Una oscuridad densa, pesada, que la arrastra en caída lenta a través del abismo e impide que toque fondo.

Se ha impuesto una norma muy sencilla, de la que no se aparta ni un milímetro. No pensar. Se levanta temprano, sin haber dormido ni un segundo en toda la noche, se ducha, desayuna, se maquilla y se viste. Trabaja en el negocio familiar por la mañana. Estudia por la tarde. Regresa al negocio familiar por la noche. Se ocupa de la contabilidad. Regresa a casa con sus padres. Cenan. Y se acuesta.

Pasa la noche con la mirada fija en el techo. No cierra los ojos. No puede, no debe porque si lo hace lo ve todo otra vez. Con el alba todo empieza de nuevo.

No pensar. No pensar. No pensar…es su oración. Dos palabras que la mantienen a salvo. Que evitan que caiga más bajo.

Si olvida entonar su mantra en algún segundo del día, lo único que se plantea como una ecuación imposible de resolver, es como quienes la rodean creen que está viva, cuando ella sabe que está muerta. Seca, muerta… sin alma.
 






Los 90

Ha llegado a casa de madrugada. Está muy cansada pero ha valido la pena. Dos entrevistas y un artículo muy bueno. Aprende deprisa y toma nota mental de todo lo que ve a lo largo de la jornada.

Trabaja todas las horas del día y de la noche de lunes a domingo. Come a deshoras y fuma en exceso.
Ha aumentado de peso e inexplicablemente se siente a salvo.

En ocasiones se descubre añorando un piropo o una mirada de reconocimiento por parte de los hombres que la rodean, pero es solo un instante fugaz. Esos kilos de más, la falta de atractivo, la hacer sentir a salvo.

Sabe que es invisible para el ojo masculino. Ella ahora es la colega, la camarada, la confesora, la tía de las risas y las bromas. No es atractiva, no es guapa, no es hermosa, no es nada de lo que un día pudo ser. Pero está a salvo. Y seguirá así hasta el fin de sus días.

Se echa sobre la cama sin desnudarse. Está muy cansada. Intentará dormir. Ahora puede. Tal vez no descanse mucho pero duerme un par de horas cada día. Es suficiente.
 
 

Finales de los 80

Ha encontrado un pequeño agujero en el tiempo que la ayuda a no pensar. El teatro. Ha asistido a algunos cursos de voz y le gusta cómo se siente cuando empiezan las clases. La voz. Su voz. Desconocida hasta entonces y ahora compañera e instrumento de trabajo.

También se ha inscrito en algún curso de teatro para principiantes. Ser otra persona, no ser ella, le relaja, le hace sentir tranquila y equilibrada. Cuando la clase finaliza el universo de nuevo se convulsiona y la devuelve a la realidad. Pero por unos instantes ha visto como es la vida cuando no has tocado fondo.

La profesora de voz la ha animado a presentarse al examen de ingreso de la Escuela Oficial de Teatro. Le da vértigo y se marea cuando piensa que la fecha del examen está cada vez más cerca. No quiere ilusionarse pero está confiada. La opinión de la profesora la anima a seguir.

El día del examen está inexplicablemente serena. En un pasillo centenares de candidatos y candidatas intentan no perder los nervios mientras.

Ahora está de pie ante cinco profesores que la observan atentamente. Entre los miembros del tribunal ha reconocido a la profesora de voz que la animó a dar ese paso. La mujer esquiva su mirada y clava los ojos en los formularios que tiene delante. El resto de los profesores le formulan preguntas sobre su formación anterior, los motivos que la llevan a presentarse al examen…

Le indican que puede empezar su prueba. No está nerviosa. Se concentra. Respira y empieza a actuar.

Acaba el texto. Se hace un silencio incómodo. El profesor que al parecer preside el tribunal le dice que aunque su trabajo ha sido aceptable, su dicción y otros detalles técnicos no están a la altura del centro.

Reconoce la sensación de inmediato. El rechazo. Su oportunidad de se le escapa de las manos. Se arma de valor.

Educada pero firme les responde. Está allí para aprender, en caso de ser admitida. Y si eso significa trabajo duro no solo en interpretación sino también en otras áreas, lo hará. Pero lo que no comprende es como la profesora C. presente en la sala la animó un mes antes a dar ese paso y ahora resulta que ha perdido su talento.

Silencio de nuevo. Recoge el texto y su bolso. Con serenidad, con dignidad. Les desea buenas tardes y se marcha cerrando tras de sí, con suavidad la puerta de la sala.

Cuando sale a la calle, sabe que al cerrar aquella puerta ha dejado atrás sus sueños.

No es la primera vez. Y sabe que no será la última. En el fondo está convencida de que es una perdedora.

Octubre de 2013

Cuando recuerda la campaña mediática que afirmaba que en 2012 acabaría el Mundo según una predicción maya está segura de que este antiguo pueblo precolombino era un poco chapucero en matemáticas, como ella. No es que esté segura, es que está convencida porque parece que el fin del Mundo ha llegado con un año de retraso.  

Ha aprendido que lo mejor es no pensar en que las cosas “no pueden ir peor” porque en su caso, seguro que irán peor. Así que lo más práctico es no esperar nada y tratar de resolver los problemas a medida que se presentan.

Resulta más cómodo y le permite ahorrar energía mental. Vive al día. Literalmente. Hace un año que perdió su trabajo, nueve meses que perdió a su madre, siete meses que perdió su plan de pensiones y en un mes perderá la prórroga por desempleo que consiste en un chiste administrativo, 63 Euros al mes.

Sin olvidar que no tiene futuro, porque es mujer, no ha cursado estudios universitarios, está muy cerca de los 50, no tiene familia propia, sus antiguos jefes no cotizaron lo suficiente por ella en la seguridad social y gracias a la nueva legislación laboral no tendrá derecho a una pensión cuando llegue lo que algunos denominan “la edad dorada” o que su aspecto físico no es el requerido para que la tengan en cuenta en los procesos de selección de personal.

Nunca ha sido bonita. Ni guapa. Ni hermosa. Ni atractiva. Hace tiempo que superó el tema. Es como es y punto.

Pero a pesar de sus convicciones, el mercado laboral se nutre de apariencias. Y la suya no es de catálogo.

Ha pasado medio día ocupada en lo que denomina “captura laboral” que se podría traducir como envío sistemático de curriculums, y la otra mitad comprobando como en menos de una hora su envío es rechazado.

Está preparando la cena cuando suena la alarma que le indica que le han enviado un whatsapp. Se apoya en el mármol de la cocina y consulta la pantalla del móvil. Una de sus amigas le pregunta su conoce a B.P.

La pregunta le resulta tan extraña que decide llamar a su amiga. Ella contesta al primer tono. Se saludan.

Su amiga le formula de nuevo la pregunta. Por su tono de voz está entusiasmada.

“Claro que conozco a B.P. es una gran actriz, una profesional de nombre, ¿Por qué? “ “He pasado la tarde con ella…charlando y resulta que te conoce” “¿A mí?” “Si…te conoció hace…a ver…el día en que os presentasteis a la prueba de ingreso de la Escuela Oficial de Teatro” “Pero de eso hace casi treinta años… ¿y se acuerda de mí?” “Si…y te ha descrito como una pelirroja preciosa, de cuerpo grande y atractiva y por lo visto tu talento la impresionó” “¿Pelirroja? Pero eso es…bueno es del tiempo de la nana…ya no recuerdo cuándo fue la última vez que me teñí el pelo” “No importa…dice que nunca comprendió porque no te admitieron…pero al final…lo logró” “Ah…vale…pues nada ilumíname” “Por lo visto…ese día os presentasteis cuatro chicas de las mismas características…altas, robustas, pelirrojas…bueno tu teñida…jajaja…y al parecer” “No sigas yo era la alta que sobraba” “Pues si…eso parece…y como ella era menudita y…” “No digas más…a ella la admitieron…sin olvidar que tiene mucho talento, porque su fama es merecida…” “Pues si” “Ya pero hay algo más ¿verdad?” “Siii … verás… el sábado por la mañana…”

 
 

FINAL (O NO)

He pasado la mañana de este soleado sábado con mi amiga y un grupo de gente de todas las edades reunidos en una preciosa casa antigua …sentados en círculo, escuchando a B.P. una estupenda profesora y magnifica actriz.

El destino, el karma, la vida…me han dado una nueva oportunidad.

En primer lugar he descubierto el posible motivo por el que me rechazaron en una institución oficial.

Si el criterio de admisión no se basaba exactamente en el talento o los conocimientos sino en aspectos tan subjetivos como el físico de la candidata o el candidato… creo que será oportuno parafrasear a Groucho Marx cuando dijo que nunca formaría parte de un club que le admitiese a él como socio.

En segundo lugar aprenderé cosas nuevas, mejoraré mis conocimientos…y por encima de todo disfrutaré de cada instante de los próximos sábados hasta que llegue el verano de 2014.

Y mientras aprendo y recupero los últimos 30 años  y aunque tal vez llegue el fin del mundo…esperaré que la vida me traiga el regalo que me falta…alguien a quien amar y que me ame…a pesar de mi físico, mis momentos de caos creativo o mi lista de muchos defectos y escasas virtudes…

Definitivamente la vida últimamente es un auténtico desastre, pero hay que reconocer que en ocasiones se marca auténticos detalles.

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