Los 80
Han pasado cuatro años pero no logra
recuperar el centro, el equilibrio de su vida. Desde aquella noche hasta esa misma
mañana ha pasado cuatro años rodeada de la oscuridad más absoluta.
Una oscuridad densa, pesada, que la arrastra en
caída lenta a través del abismo e impide que toque fondo.
Se ha impuesto una norma muy sencilla, de la
que no se aparta ni un milímetro. No pensar. Se levanta temprano, sin haber
dormido ni un segundo en toda la noche, se ducha, desayuna, se maquilla y se viste.
Trabaja en el negocio familiar por la mañana. Estudia por la tarde. Regresa al
negocio familiar por la noche. Se ocupa de la contabilidad. Regresa a casa con
sus padres. Cenan. Y se acuesta.
Pasa la noche con la mirada fija en el techo.
No cierra los ojos. No puede, no debe porque si lo hace lo ve todo otra vez. Con
el alba todo empieza de nuevo.
No pensar. No pensar. No pensar…es su
oración. Dos palabras que la mantienen a salvo. Que evitan que caiga más bajo.
Si olvida entonar su mantra en algún segundo
del día, lo único que se plantea como una ecuación imposible de resolver, es
como quienes la rodean creen que está viva, cuando ella sabe que está muerta. Seca,
muerta… sin alma.
Los 90
Ha llegado a casa de madrugada. Está muy
cansada pero ha valido la pena. Dos entrevistas y un artículo muy bueno.
Aprende deprisa y toma nota mental de todo lo que ve a lo largo de la jornada.
Trabaja todas las horas del día y de la noche
de lunes a domingo. Come a deshoras y fuma en exceso.
Ha aumentado de peso e inexplicablemente se
siente a salvo.
En ocasiones se descubre añorando un piropo o
una mirada de reconocimiento por parte de los hombres que la rodean, pero es
solo un instante fugaz. Esos kilos de más, la falta de atractivo, la hacer
sentir a salvo.
Sabe que es invisible para el ojo masculino.
Ella ahora es la colega, la camarada, la confesora, la tía de las risas y las
bromas. No es atractiva, no es guapa, no es hermosa, no es nada de lo que un
día pudo ser. Pero está a salvo. Y seguirá así hasta el fin de sus días.
Se echa sobre la cama sin desnudarse. Está
muy cansada. Intentará dormir. Ahora puede. Tal vez no descanse mucho pero
duerme un par de horas cada día. Es suficiente.
Finales de los 80
Ha encontrado un pequeño agujero en el tiempo
que la ayuda a no pensar. El teatro. Ha asistido a algunos cursos de voz y le
gusta cómo se siente cuando empiezan las clases. La voz. Su voz. Desconocida
hasta entonces y ahora compañera e instrumento de trabajo.
También se ha inscrito en algún curso de
teatro para principiantes. Ser otra persona, no ser ella, le relaja, le hace
sentir tranquila y equilibrada. Cuando la clase finaliza el universo de nuevo
se convulsiona y la devuelve a la realidad. Pero por unos instantes ha visto como
es la vida cuando no has tocado fondo.
La profesora de voz la ha animado a
presentarse al examen de ingreso de la Escuela Oficial de Teatro. Le da vértigo
y se marea cuando piensa que la fecha del examen está cada vez más cerca. No
quiere ilusionarse pero está confiada. La opinión de la profesora la anima a
seguir.
El día del examen está inexplicablemente
serena. En un pasillo centenares de candidatos y candidatas intentan no perder
los nervios mientras.
Ahora está de pie ante cinco profesores que
la observan atentamente. Entre los miembros del tribunal ha reconocido a la
profesora de voz que la animó a dar ese paso. La mujer esquiva su mirada y
clava los ojos en los formularios que tiene delante. El resto de los profesores
le formulan preguntas sobre su formación anterior, los motivos que la llevan a
presentarse al examen…
Le indican que puede empezar su prueba. No
está nerviosa. Se concentra. Respira y empieza a actuar.
Acaba el texto. Se hace un silencio incómodo.
El profesor que al parecer preside el tribunal le dice que aunque su trabajo ha
sido aceptable, su dicción y otros detalles técnicos no están a la altura del
centro.
Reconoce la sensación de inmediato. El
rechazo. Su oportunidad de se le escapa de las manos. Se arma de valor.
Educada pero firme les responde. Está allí
para aprender, en caso de ser admitida. Y si eso significa trabajo duro no solo
en interpretación sino también en otras áreas, lo hará. Pero lo que no
comprende es como la profesora C. presente en la sala la animó un mes antes a
dar ese paso y ahora resulta que ha perdido su talento.
Silencio de nuevo. Recoge el texto y su bolso.
Con serenidad, con dignidad. Les desea buenas tardes y se marcha cerrando tras
de sí, con suavidad la puerta de la sala.
Cuando sale a la calle, sabe que al cerrar
aquella puerta ha dejado atrás sus sueños.
No es la primera vez. Y sabe que no será la
última. En el fondo está convencida de que es una perdedora.
Octubre de 2013
Cuando recuerda la campaña mediática que
afirmaba que en 2012 acabaría el Mundo según una predicción maya está segura de
que este antiguo pueblo precolombino era un poco chapucero en matemáticas, como
ella. No es que esté segura, es que está convencida porque parece que el fin
del Mundo ha llegado con un año de retraso.
Ha aprendido que lo mejor es no pensar en que
las cosas “no pueden ir peor” porque
en su caso, seguro que irán peor. Así que lo más práctico es no esperar nada y
tratar de resolver los problemas a medida que se presentan.
Resulta más cómodo y le permite ahorrar
energía mental. Vive al día. Literalmente. Hace un año que perdió su trabajo,
nueve meses que perdió a su madre, siete meses que perdió su plan de pensiones
y en un mes perderá la prórroga por desempleo que consiste en un chiste
administrativo, 63 Euros al mes.
Sin olvidar que no tiene futuro, porque es
mujer, no ha cursado estudios universitarios, está muy cerca de los 50, no
tiene familia propia, sus antiguos jefes no cotizaron lo suficiente por ella en
la seguridad social y gracias a la nueva legislación laboral no tendrá derecho
a una pensión cuando llegue lo que algunos denominan “la edad dorada” o que su
aspecto físico no es el requerido para que la tengan en cuenta en los procesos
de selección de personal.
Nunca ha sido bonita. Ni guapa. Ni hermosa.
Ni atractiva. Hace tiempo que superó el tema. Es como es y punto.
Pero a pesar de sus convicciones, el mercado
laboral se nutre de apariencias. Y la suya no es de catálogo.
Ha pasado medio día ocupada en lo que
denomina “captura laboral” que se
podría traducir como envío sistemático de curriculums, y la otra mitad
comprobando como en menos de una hora su envío es rechazado.
Está preparando la cena cuando suena la
alarma que le indica que le han enviado un whatsapp. Se apoya en el mármol de
la cocina y consulta la pantalla del móvil. Una de sus amigas le pregunta su
conoce a B.P.
La pregunta le resulta tan extraña que decide
llamar a su amiga. Ella contesta al primer tono. Se saludan.
Su amiga le formula de nuevo la pregunta. Por
su tono de voz está entusiasmada.
“Claro que conozco a B.P. es una gran actriz,
una profesional de nombre, ¿Por qué? “ “He pasado la tarde con ella…charlando y
resulta que te conoce” “¿A mí?” “Si…te conoció hace…a ver…el día en que os
presentasteis a la prueba de ingreso de la Escuela Oficial de Teatro” “Pero de
eso hace casi treinta años… ¿y se acuerda de mí?” “Si…y te ha descrito como una
pelirroja preciosa, de cuerpo grande y atractiva y por lo visto tu talento la
impresionó” “¿Pelirroja? Pero eso es…bueno es del tiempo de la nana…ya no recuerdo
cuándo fue la última vez que me teñí el pelo” “No importa…dice que nunca
comprendió porque no te admitieron…pero al final…lo logró” “Ah…vale…pues nada ilumíname”
“Por lo visto…ese día os presentasteis cuatro chicas de las mismas características…altas,
robustas, pelirrojas…bueno tu teñida…jajaja…y al parecer” “No sigas yo era la
alta que sobraba” “Pues si…eso parece…y como ella era menudita y…” “No digas
más…a ella la admitieron…sin olvidar que tiene mucho talento, porque su fama es
merecida…” “Pues si” “Ya pero hay algo más ¿verdad?” “Siii … verás… el sábado
por la mañana…”
FINAL (O NO)
He pasado la mañana de este soleado sábado con
mi amiga y un grupo de gente de todas las edades reunidos en una preciosa casa
antigua …sentados en círculo, escuchando a B.P. una estupenda profesora y
magnifica actriz.
El destino, el karma, la vida…me han dado una
nueva oportunidad.
En primer lugar he descubierto el posible motivo
por el que me rechazaron en una institución oficial.
Si el criterio de admisión no se basaba
exactamente en el talento o los conocimientos sino en aspectos tan subjetivos
como el físico de la candidata o el candidato… creo que será oportuno
parafrasear a Groucho Marx cuando dijo que nunca formaría parte de un club que
le admitiese a él como socio.
En segundo lugar aprenderé cosas nuevas,
mejoraré mis conocimientos…y por encima de todo disfrutaré de cada instante de
los próximos sábados hasta que llegue el verano de 2014.
Y mientras aprendo y recupero los últimos 30 años y aunque tal vez llegue el fin del mundo…esperaré que la vida me traiga el
regalo que me falta…alguien a quien amar y que me ame…a pesar de mi físico, mis
momentos de caos creativo o mi lista de muchos defectos y escasas virtudes…
Definitivamente la vida últimamente es un
auténtico desastre, pero hay que reconocer que en ocasiones se marca auténticos
detalles.
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