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miércoles, 9 de octubre de 2013

POESÍA, RESPUESTA A LAS PREGUNTAS HECHAS EN SILENCIO


 

He vuelto al teatro. No he vuelto como espectadora. Sino Como alumna, como proyecto de actriz con el animo de aprobar asignaturas pendientes desde hace 3 décadas.

 

Pero como suele sucederme esta vez tampoco llego en el momento oportuno para el oficio de Talía. La subida en un 21% del IVA ha convertido la vida de la gente que vive de la interpretación, en un ejercicio de supervivencia más que dramático.


Pero todavía alguna gente se arriesga… escriben textos, ensayan, buscan financiación, transporte, teatros en los que representar las historias que han preparado.


Resulta lamentable contemplar como las bellas artes se han convertido en rehenes políticos. Duele en el alma comprobar como quienes deberían fomentarlas o protegerlas las menosprecian y consideran como algo prescindible e inútil.


Una sociedad que no fomenta las artes, que no dedica un tiempo al ocio es una sociedad que no madura adecuadamente, incompleta, insensible.


 


Se supone que cuando algunos grupos tribales eligieron asentarse, abandonaron la vida nómada y dedicarse a cultivar la tierra fue el momento en el que empezó a cobrar forma el arte.


 


Los grupos se organizaron jerárquicamente, hubo un tiempo para el trabajo, un tiempo para la oración y un tiempo para el ocio.


 


Un concepto del ocio probablemente centrado en la difusión de la memoria del grupo, de los mitos y la tradición. Ocio alrededor del fuego, los ancianos narrando historias sobre la creación de la tierra, el origen del clan, lecciones sobre plantas y animales.


 


Con el tiempo las civilizaciones evolucionaron, fueron más sofisticadas. En ese momento las artes ayudaron a definir el carácter de cada grupo.


 


Teatro, poesía, pintura, arquitectura, joyería, diseño textil…todo era arte, todo es un vehículo único y especial para expresar lo que nos hace diferentes de otras especies.


 


Teatro y poesía. Dos formas de arte absoluta e indisolublemente unidas.


 


El Perro del Hortelano, Don Juan Tenorio, La Vida Es Sueño…sin olvidar una genial creación, La Venganza de Don Mendo.


 


Unas son consideradas obras mayores, otras menores. Pero no importa como sean consideradas. Buscadlas en la biblioteca y refrescad vuestra memoria. A la dificultad propia de actuar con naturalidad sobre el escenario le añadimos la de recitar el texto, sin que suenen las rimas, pero sin que se pierda la característica propia de una composición poética.


Acostumbrados a que las rimas suenen, acostumbrados a hablar de métrica, hemos olvidado que la poesía es un género literario que a pesar de una aparente sencillez es complejo.


Todos en algún momento de nuestras vidas hemos compuesto poesía. Con mayor o menor fortuna pero lo hemos hecho. Para enamorar a una novia adolescente. Para expresar lo desgraciados que nos sentimos por un amor finalizado o no correspondido. Pero lo hemos hecho. Que continuemos componiendo depende de razones desconocidas. Al parecer hemos encontrado el método adecuado para enlazar palabras que finalmente se convierten en una pieza única.

Para valorar el proceso de creación poética debemos recordar que habitualmente la poesía nos hace sentir incomodos. A simple vista es una forma artística inofensiva y sencilla. Pero si la miramos más de cerca, descubriremos que la poesía nos asusta porque nos hace sentir desnudos, vulnerables. Es una envoltura transparente del alma que permite a quienes nos ven conocer nuestros deseos, anhelos o frustraciones más íntimos. La poesía nos hace humanos. La poesía muestra que es lo que nos hace amar, lo que despierta nuestra pasión más secreta.

Incluso los seres aparentemente más duros y atormentados son capaces de componer las piezas más hermosas. Poemas que te cortan la respiración que detienen el pulso, que te enamoran.

 

Descubrí la fuerza de la poesía precisamente cuando estudiaba teatro.

El profesor, Boris Rotenstein, nos pidió que llevásemos a clase los sonetos de Shakespeare para recitarlos. A medida que los ensayos avanzaban descubrimos que recitar poesía era mucho más sencillo de lo que habíamos imaginado.

El secreto reside en dejarse llevar, en recordar que la rima está presente pero que debemos acariciarla, escuchar su música interior, y seguir las pistas que nos da, que cada idea expresada no acaba probablemente en el siguiente verso sino que puede alargarse hasta los ocho versos siguientes.

La poesía es como un licor delicado. Debemos dejarla respirar en una copa ancha, dejarla que repose, olfatearla, tomar un sorbo corto, dejar que inunde nuestros sentidos y acto seguido degustarla de forma que invada nuestro cuerpo nuestra mente nuestro corazón…nuestra alma.

Años más tarde dediqué parte de mi tiempo a impartir clases de interpretación de voz, para alumnos interesados en el doblaje de películas y series.

El tercer trimestre de cada curso debíamos dedicarlo a recuperar la voz. No es que los alumnos fuesen incapaces de hablar. Lo que sucedía era que en nuestras escuelas, el plan de estudios de nuestro país ha descuidado una parte muy importante de la comunicación humana. La voz. Hablamos deprisa, no respiramos adecuadamente. No sabemos seducir con la voz. Y os aseguro que es un arma de seducción poderosa.


Para lograr nuestro propósito, primero trabajábamos con trabalenguas y acto seguido antes de enfrentarnos a los textos teatrales, trabajábamos con poesía.

No podéis imaginar la sorpresa que iluminaba el rostro de quienes lograban recitar un poema por primera vez con el ritmo adecuado, sin sentir vergüenza, ni vulnerabilidad.

Pero antes de enfrentarnos a un poema, para lograr que la autora o el autor nos hablen al oído, debemos recordar algo que tal vez nos ayude. Yo definía la poesía en mis clases como “la respuesta a preguntas hechas en silencio”. Es una forma de encontrar el otro extremo que nos conecte al alma de quien nos ha regalado algo tan hermoso. Como las ostras regalan perlas tras un duro proceso.

Quien compone una poesía es una ostra mecida por las corrientes invisibles de la vida. La recompensa a este proceso nunca sencillo, siempre gratificante, es un poema. Una pequeña joya que quedará prendida de nuestro recuerdo y cuando menos lo esperemos volverá a nuestra memoria, a nuestro corazón, a nuestros labios.
Antes de dejaros os contaré que mi poema favorito es de Quevedo...
 
AMOR CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA MUERTE

Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra, que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora, a su afán ansioso linsojera;

mas no de esotra parte en la ribera
dejará la memoria en donde ardía;
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa;

Alma a quien todo un Dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
médulas que han gloriosamente ardido,

su cuerpo dejarán, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrán sentido.
Polvo serán, mas polvo enamorado.

 
Mientras encontráis el camino que os acerque a la poesía, os recomiendo que visitéis el blog de la alicantina Alicia Valverde Romero. Sus composiciones brillan con intensidad precisamente porque presentan una factura sencilla, sin pretensiones. Recuerdan brisas matinales y gotas de rocío. Os animo a que visitéis su espacio y a que exploréis con ella la magia de la poesía. 
 
 
 

LLEGARAS


Llegaras a mi y me amaras
Me amaras...

como yo deseo
despacio,sin pausa
acariciando mi alma.

Me amaras con sinceridad
besando mi corazón
amando mi ser.

Me amaras sin temor
porqué nada has de temer.

Me amaras sin razón
me amaras con pureza.

Me amaras
pues yo te amaré de igual manera.



ALICIA

 


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