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martes, 10 de diciembre de 2013

NELSON MANDELA, MADIBA - UBUNTU


 



Hola. ¿Qué tal te va ahora? Espero que por fin descanses.

No has tenido una vida fácil. Bueno podrías haber tenido una vida más fácil, dentro de la norma que marcaban los blancos en tu tierra ya sabes vivir en esos barrios en los que os confinaron porque os consideraba cosas, menos que objetos. Optaste por implicarte en la lucha política. Tu lema fue siempre un hombre un voto.

El día que estuviste preparado para partir y fundirte con el Cosmos, un periodista (de los que en mi país presumen de tener la verdad absoluta) afirmó en un programa de esos de debate (que en mi país abundan, porque dicen que la opinión pública debe saber…) que aquí en España, hace unos años, nadie tenía idea de quién eres, dio por sentado que nadie se había interesado por vuestra historia.

El caballero en cuestión lo dijo porque cubrió como corresponsal las elecciones en las que fuiste elegido presidente y conocía el país en primera persona. Pero estaba equivocado, muy equivocado.

El 15 de octubre de 1984 me sentí feliz. Fue el día en que se anunció que habían concedido el Premio Nobel de La Paz a tu gran amigo Desmond Tutu por “su constante lucha contra el apartheid”.

Que se lo hubiesen concedido significaba que en cierta forma estaba protegido de las maniobras políticas del gobierno de Sudáfrica, de que sintiera la tentación de eliminar del panorama público a una voz discordante que no estaba encarcelada.

Te recluyeron durante 27 años. Eras el prisionero 466-encarcelado en 1964, el 466/64.

 Los primeros 17 años los pasaste en una celda diminuta de la prisión de la Isla de Robben y junto al resto de reclusos trabajaste en la cantera de cal. Incluso en prisión el sistema penitenciario sudafricano os segregaba por razas. Los negros recibíais raciones menores. Pero en tu caso era peor porque al ser preso político estabas separado de los delincuentes comunes y tenías menos privilegios.

Los presos políticos erais el grupo más bajo en ese universo infernal. Solo podías recibir visita y una carta cada 6 meses. Cuando las cartas llegaban, si sucedía, los censores de la prisión las leían primero y retrasaban la entrega durante largos periodos de tiempo.

A pesar de ello en 1981 te licenciaste en Derecho tras estudiar por correspondencia a través de un programa externo de la Universidad de Londres y ganaste el premio Princesa Anna.

Un año después tal vez para debilitar la influencia que podías ejercer sobre los líderes de la nueva generación de activistas negros te trasladaron con otros tres dirigentes del ANC de Robben a Pollsmoor.
 

 



En 1985 el presidente Botha te ofreció la libertad a cambio de renunciar a la lucha armada. Pero rechazaste la oferta en un comunicado que hizo público tu hija Zindzi: “¿Qué libertad se me ofrece, mientras sigue prohibida la organización de la gente? Solo los hombres libres pueden negociar. Un preso no puede entrar en los contratos”.

Tres años más tarde te llevaron a la prisión Victor Verster en donde permaneciste hasta que te liberaron en febrero de 1990.

El gobierno levantó algunas de las restricciones que se aplicaban en casos como el tuyo. Así fue como un amigo tuyo de juventud, Harry Schwarz que fue tu defensor (y el del 12 acusados más) junto a otros 6 abogados en el proceso Rivonia pudo visitarte.

En este tiempo las presiones locales e internacionales para que te liberasen fueron numerosas pero no hicieron efecto hasta 1989 cuando el presidente Botha tras un derrame cerebral fue sustituido por Frederik de Klerk que en febrero de 1990 anunció tu liberación.

Durante los cuatro años siguientes fuiste el principal interlocutor de De Klerk para negociar el proceso de democratización. En el 93 os concedieron a los dos el Premio Nobel de La Paz.

Las primeras elecciones democráticas llegaron en 1994. Y las ganó tu partido. Eras el primer presidente negro de Sudáfrica.

En realidad no te interesaba el poder. Solo te interesaba que en el país no estallase una guerra civil. Que los negros no se alzasen en armas contra los blancos y les hicieran pagar los años de represión y política segregacionista.

Mantuviste a De Klerk como vicepresidente primero e intentaste que el poderoso partido Inkatha de mayoría zulú optase por el trabajo en equipo. En ese tiempo también se aprobó una nueva Constitución.

Querías la reconciliación del país. Querías trabajo en equipo.
Sabías que el país tenía graves problemas económicos, que era necesario atraer inversores extranjeros y lo más importante, que el mundo debía saber que las cosas estaban cambiando, que Sudáfrica caminaba hacia el futuro.

Pero también sabías que eso no sería sencillo. Demasiado odio, demasiado dolor, demasiada sangre, demasiadas muertes.

Decidiste que el primer paso para iniciar el proceso democrático era encontrar un motivo para que el país entero, sin distinción de raza o religión, se sintiese orgulloso de ser sudafricano.

Y aunque nadie entendió la razón hasta el final, lo encontraste en la selección de rugby, conocida como Springboks, símbolo del apartheid, del orgullo de los blancos y del desprecio de los negros.

Involucraste al capitán de la selección, al presidente de la Federación, a los jugadores. Les enviaste de gira por todo el país para dar a conocer el rugby, para que jugasen con los niños y al mismo tiempo conociesen la realidad de la población negra.

Contra todo pronóstico, la selección de Sudáfrica ganó la Copa de Rugby del Mundo en 1995, ganó a los Old Blacks la poderosa selección de Nueva Zelanda. Y 42 millones de sudafricanos por fin entendieron el concepto Nación Multicolor.

Pero hacía falta más, mucho más. Hacía falta enfrentarse al horror de décadas.

Creaste La Comisión Para La Verdad y La Reconciliación basándote en la Ley para la Promoción de la Unidad Nacional y la Reconciliación, sancionada en 1995 y pediste a Desmond Tutu que la presidiera.

Fue él quien estableció el lema que presidiría aquel largo viaje hacia el futuro: Sin perdón no hay futuro, pero sin confesión no puede haber perdón. La Comisión publicó un informe oficial y te lo entregó en 1998.

Quienes fueron víctimas de graves violaciones a los Derechos Humanos declararon sobre sus experiencias en el marco de audiencias públicas en la mayoría de los casos. A los represores, a los verdugos, a los asesinos y torturadores se les ofreció la posibilidad de confesar públicamente sus crímenes para encontrar el perdón.

La Comisión Para La Verdad y La Reconciliación no solo se basó en la Ley sancionada en el 95 para la Promoción de la Unidad Nacional y la Reconciliación. El pilar sobre el que descansaba ese proceso era un concepto filosófico nacido de la ética de la cultura sudafricana, un concepto que proviene de las lenguas zulú y xhosa.

Un concepto que habla de la lealtad entre las personas y las relaciones entre estas. UBUNTU.

Aunque la definición más extensa, la que mejor define UBUNTU es empatía, humildad otras definiciones permiten a Occidente comprender este concepto africano:

"Humanidad hacia otros"

"Yo soy porque nosotros somos"

"Una persona se hace humana a través de las otras personas"

"Una persona es persona en razón de las otras personas"

"Todo lo que es mío, es para todos"

"Yo soy lo que soy en función de lo que todos somos"

"La creencia es un enlace universal de compartir que conecta a toda la humanidad."

En palabras de Desmond Tutu UBUNTU es…

"Una persona con ubuntu es abierta y está disponible para los demás, respalda a los demás, no se siente amenazado cuando otros son capaces y son buenos en algo, porque está seguro de sí mismo ya que sabe que pertenece a una gran totalidad, que se decrece cuando otras personas son humilladas o menospreciadas, cuando otros son torturados u oprimidos".

Los detractores de La Comisión Para La Reconciliación consideran que proporcionó impunidad a criminales confesos.

Los defensores del proceso por su parte afirman que ha permitido aclarar desapariciones y otros delitos que hubiesen quedado ocultos.

El sufrimiento de las víctimas fue reconocido y en algunos casos recibieron indemnizaciones.

La mayoría de los observadores consideran que el proceso de reconciliación UBUNTU facilitó la transición política sudafricana, convirtiéndose en modelo de procesos similares para diversos países que salieron de periodos de violencia, dictadura o guerra civil.

En 1999 abandonaste la vida política y en 2004 la vida pública. Ese mismo año se entrenó la producción Country Of My Skull (En Mi Tierra) una historia que permite mirar al abismo del apartheid sin que este nos destruya.

En estos días todo el mundo habla de ti, de lo mucho que significas, de lo mucho que te han querido y respetado, de lo mucho que…

El mundo ignoró el infierno que se vivía en Sudáfrica durante décadas. Quienes ahora te ensalzan como líder como por ejemplo EEUU te mantuvieron en la lista de terroristas internacionales hasta 2008.

El actual presidente de los EEUU, Barack Hussein Obama dice que tu ejemplo le ha inspirado. Perdona pero lo dudo mucho. Como Premio Nobel de La Paz es lo más contrario a lo representa este título. Por otra parte hace gala de ser el primer presidente afroamericano del país.

Y aunque técnicamente es cierto, la suya no es precisamente la historia de un descendiente de esclavos africanos, ni nació en una familia humilde.

El menos hipócrita pero evidentemente más grosero de los políticos ha expresado en el parlamento checo que asistir a tu funeral le daba pereza.

Entre quienes asistirán a tu funeral de estado, se encontrará el presidente del gobierno de mi país. Me gustaría saber si podrías inspirarle con el amplio sentido del UBUNTU. Porque desde luego lo suyo no es la reconciliación, el perdón o la aceptación pública de la responsabilidad.


La fuerza de Sudáfrica ha legado al mundo dos formas de entender la política, la justica y el ser humano bastante parecidas. Primero inspiró a Mohandas Karamchand Gandhi durante su estancia como abogado de una compañía hindú que operaba en Sudáfrica.



Ghandi tuvo tiempo para volver a sus orígenes espirituales, dejó de ser el joven hindú influido por la cultura inglesa y descubrió el poder de la no violencia y las huelgas de hambre. El resto es historia.


Más tarde te tocó a ti, bisnieto de un rey que murió en 1832, hijo de un consejero real xhosa, miembro del clan Madiba, esposo de Evelyn, Winnie y Graça, padre de varios hijos, algunos de los cuales enterraste antes de tu muerte.

Dicen que tenías un sentido del humor increíble que fuiste un ser humano excepcional.

Ya no quedan muchos como tú, con ese sentido del sacrificio por una idea, por la comunidad, por la justicia, por el futuro.

Por lo menos no en mi país. No importa la ideología o la formación política a la que pertenezca la clase política de mi país. Han perdido el rumbo de sus vidas. Han olvidado que ellos sirven y no deben ser servidos. Han olvidado lo que en realidad significa Estado.

Cuando te entierren el próximo 15 de diciembre descansarás por fin. Espero que tu legado no se extinga. No solo por el bien de Sudáfrica, que tiene por delante un largo camino hasta llegar a la normalidad. Sino por el bien del mundo en general.

Aunque intentemos mantener el optimismo y la esperanza, resulta desolador comprobar que nos encontramos ante una espiral de involución.


Hoy más que nunca me aferraré al mensaje que  generaciones de africanos nos han legado.
UBUNTU.
Gracias Madiba.

 

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