El curso está a punto de acabar. Han sido
nueve meses intensos e interesantes. Al menos para mí.
Porque gracias a cada
uno de mis alumnos y a cada una de mis alumnas he aprendido un poco más cada
día, sobre la vida y los sueños del mundo.
Esta semana estamos trabajando los temas
que formarán el broche final a tanto esfuerzo, a tanta ilusión, a tanto
sacrificio.
Que lejos queda el principio de curso.
Los veteranos, los alumnos del segundo
grado, ya me conocen un poco mejor y saben que no soy tan distante o dura como
puedo parecer tras la bienvenida o el primer saludo.
Los novatos, ahora menos, los del primer
grado, han perdido la cara de susto de septiembre.
Es tan hermoso verles evolucionar,
madurar, confiar, alegrarse por cada pequeño logro.
Espero haber hecho bien mi trabajo.
Espero haber sabido comunicarles en todo momento la teoría y haberla convertido
en algo práctico y útil.
Cuando empecé a dar clase, no tenía ni
idea de si este campo profesional era el adecuado para mí. Y lo cierto es que
cada año tengo mis pequeñas dudas. Porque cada año me enfrento a nuevos retos,
porque el material humano con el que trabajo es altamente sensible, exigente y
entregado.
Es una responsabilidad muy grande aceptar
que otros confíen en ti, en tu palabra, en todo aquello que les cuentas.
Al principio me cuesta un poco aprender
sus nombres. Siempre hay alguien en cada grupo al que le cambio el nombre.
Pero sus caras no se me olvidan. Es
imposible. Porque sus caras son un poco
como la mía hace muchos años.
Muchos y muchas eligen esta disciplina
por el hecho de hacer algo diferente en su vida.
Otros y otras la eligen porque siempre
sintieron que era su vocación, su meta.
Es maravilloso comprobar como en un mundo
que cambia constantemente, en un mundo en constante ebullición, hay algo que no
cambia en el ser humano. La curiosidad.
Mis alumnos y alumnas son curiosos y
curiosas. Siempre quieren saber más, volar un poco más alto, ir un paso más
allá.
La gran mayoría trabajan durante el día
para poder pagar sus estudios puntualmente. Llegan cansados y cansadas del
trabajo. Extenuados. Pero siempre dispuestos a aprender algo más.
Y me obligan a aprender con ellos, a
disfrutar de cada instante.
Me siento tan orgullosa de lo que han
logrado en estos meses. No ha sido fácil. Porque no siempre hemos tenido buenos
días, porque el invierno ha sido largo, porque la derrota ha marcado nuestro
ritmo cotidiano.
La derrota y el miedo. Miedo a perder el
trabajo, a que su nombre formase parte de un expediente de regulación laboral.
Miedo a tener que renunciar a sus sueños.
Pero por ahora lo están logrando. Hacen
malabares con su tiempo y sus vidas. Compaginan la vida real, la vida laboral,
la vida familiar con sus estudios.
Son tan valientes, tan especiales, tan
maravillosos y maravillosas. No se rinden nunca. Y ese es el secreto. No
permitir que nada ni nadie te haga renunciar a tus sueños.
Se que algunos no estarán conmigo el año próximo.
Es algo que forma parte del ciclo de aprendizaje.
Pero también se que no les perderé de
vista, que siempre sabré que les preocupa o emociona. La mayoría de ellos y
ellas forman parte de mi pequeña familia académica.
Y no saben cuanto se lo agradezco. Porque
siento cada pequeño triunfo como mío.
No lo recuerdo pero imagino que alguna
vez pensé que llegaría a volar muy alto.
No ha sido así. Mi vuelo ha sido discreto
y no demasiado alejado del suelo.
Pero no importa. Cada uno de nosotros
vuela de forma distinta, puesto que cada uno de nosotros es distinto, único e
imprescindible.
En cierta ocasión pude disfrutar con una
historia maravillosa convertida en película. La sinfonía del Profesor Holland.
El protagonista, interpretado magistralmente
por Richard Dreyfuss, es un profesor de música que siempre ha soñado por
componer la sinfonía definitiva, la más maravillosa, la obra con la que le
mundo le recuerde.
Pero sus sueños quedan relegados a un
segundo plano cuando debe trabajar en un instituto para mantener a su familia,
su esposa y su hijo que nace sordo.
No obstante a ratos perdidos cuando nadie
le ve, continúa escribiendo y componiendo su sinfonía.
El día en que debe abandonar el instituto
porque ha llegado el momento de jubilarse, su esposa le lleva al salón de actos
de centro. Y allí descubre una orquesta compuesta por algunos de sus antiguos
alumnos. Todos y cada uno de ellos han logrado sus metas en la vida. Todos y
cada uno de ellos son adultos realizados, adultos que en mayor o menor medida
trabajan para construir un mundo mejor. Y es en aquel salón de actos en el que
escucha por primera vez su sinfonía. La que ha creado a lo largo de su vida.
Pero no es la sinfonía que él ha
compuesto. Lo que comprende es que cada vida en la que ha influido a través de
sus clases es su verdadera y mejor sinfonía.
Tal vez les parezca pretenciosa. Tal vez
les parezca que hago gala de una falta de modestia imperdonable. Pero así es
como me siento.
La próxima semana el mundo disfrutará de
una serie de sinfonías únicas y maravillosas, que los profesores del centro
habremos compuesto a lo largo de un otoño, un invierno y una primavera, tan
hermosos que cuando los recuerdas te quedas sin respiración.
Desde que empecé a trabajar como
profesora hace 16 años he asistido a la eclosión de cientos de milagros
humanos, algunos de los cuales trabajan actualmente en medios de comunicación
locales y nacionales.
Ellos son la sinfonía de la vida. La
sinfonía del mundo. La música de la vida.
Queridos y queridas alumnos y alumnas, gracias
por tanta generosidad. Gracias por vuestro humor y vuestro amor. Por vuestra
curiosidad y vuestra confianza. Gracias.
Sois los mejores. Nunca os rindáis. Nunca
renunciéis a vuestros sueños. No tengáis prisa. Disfrutad de cada momento. Y
volad tan alto como queráis. El cielo está ahí, esperándoos.
Y alguna vez, cuando el sol toque
vuestras alas, echad un vistazo a la tierra. Que allí estaré yo, intentando
aprender a volar un poquito más, aunque ya sabéis que mi vuelo es pesado, lento
y a ras de suelo.
Hasta pronto, hasta siempre.
Que el viento os sea propicio y el cielo
claro.
"No se rinden nunca. Y ese es el secreto. No permitir que nada ni nadie te haga renunciar a tus sueños." Tu no te has rendido con nosotros, así que toca hacer lo mismo.
ResponderEliminargran, Blanca, gran...fa mes de 10 anys del meu pas per aula radio, mes de 10 anys que ens coneixem, mes de 10 anys que els alumnes de primer deiem cuidado que viene la bruja, jijiji, mes de 10 anys que varem descobrir que de bruja ni la J, mes de 10 anys que despuntó ese corason tan grande que tienes, mes de 10 anys d'aquella mitica nit tancats sense dormir al estudi 3 retransmetent la cerimonia dels oscars, mes de 10 anys d'aquell xandall verd oliva amb un camio pintat i que va servir perque la meva ment malaltissa et bateges com a truckpassion...mes de 10 anys que ja no se sent enlloc aquell "buenas noches a todos los transnochadores y transnochadoras y buenos dias a todos los madrugadores y madrugadoras....y a las vias de sonido blanca rosa fernandez, truckpassion"
Eliminarmes de 10 anys blanca, has vist neixer als meus dos fills, has hecho de alcahueta conmigo, has vist neixer als meus fillols, has estat, tot i que ens veiem poquet, un puntal en la meva vida, i m'omple de satisfaccio veure que despres de tot aquest temps sembla que tot flueixi igual, i que despres de tot aquest temps segueixes sent trakpi, segueixes sent la truckpassion que vaig batejar, no canviis mai blanca, t'estimo wapiiiiii.
gracies per tots els teus concells, gracies per totes les teves vivencies, gracies per ser com ets, gracies per seguir formant professionals d'aquest mon tan maravellos que es la radio, en definitiva,gracies per ser- hi sempre.
petonets
sebas.
Sebas amor, moltes gracies per les teves paraules...més de 10 anys...i sembla que va ser ahir...i es que el temps vola quan ho passes bé en bona companyia...petunets gordus guapu!!!! I gracies per les teves paraules tan meravelloses...
EliminarYo no sé bien qué decir, no se me da bien hablar si no tengo un micrófono delante. Eso me lo enseñó mi Blanqui, a sentirme cómodo sentado delante de tal aparatejo. Como decía Sebas, han sido 10 años (a mi me parece que fue ayer). Para la mayoría de nosotros, el paso por Aula, se ha convertido en una experiencia inolvidable. Quizás en parte, se debe a que coincidimos una generación de gente maravillosa.... pero tambien, seguro que tambien, porque nos encontramos profesores como Blanca, que siempre tenían un rato para ti, antes, durante y después de las clases.... siempre estaba ahi para ponerte el hombro cuando lo necesitabas...... eso sí, cuando se cabreaba, se cabreaba....... Yo solo puedo decir..... Gracias Blanca por compartir con nosotros esos años y por tener la paciencia que tuvistes.... Un besito
ResponderEliminarJo volaré al meu ritme però, de tant en tant, vull volar al teu costat, planejant amb tu, per no perdré mai de vista la teva mirada, la teva rialla agraïda, el regal del teu amor, la teva paciència, els teus savis consells, la teva humanitat. T'estimo Blanca i enyoro aquells temps en què caminava pel Passatge Permanyer i després podia gaudir d'una tarda plena d'emocions amb una gran dona que, com saps, ha marcat un abans i un després a la meva vida. Gràcies per ser i per ser-hi!
ResponderEliminar