Anteproyecto
de Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa
He leído todas las páginas de este documento,
tras buscarlo en Internet. Las he leído atentamente, detalladamente,
detenidamente.
Cada punto, aparte y seguido, cada coma, cada
matiz, cada capítulo.
He puesto mi mejor voluntad en leer este
documento de forma objetiva, sin prejuicios, sin ideas preconcebidas.
Y he llegado a varias conclusiones, que de
forma breve, resumiré como “conjunto de ideas peregrinas sobre la educación y
cultura alejado de la realidad académica”.
En los últimos días lo que me ha causado una
sorpresa mayúscula ha sido el hecho de que el ministro que defiende a capa y espada
este Anteproyecto de Ley Orgánica, que se enfrenta a una clamorosa mayoría de
la población, que según él se crece como un toro bravo, ese mismo ministro,
cuenta entre sus familiares más directos a uno, su hermano, dedicado a la
enseñanza, a la docencia.
Y digo que me sorprende porque hay que ser un
“virtuoso”, nótese el matiz irónico, de las relaciones humanas, si logras que
incluso tu propio hermano, que durante meses se ha mantenido en la discreción más
absoluta, acabe pronunciándose públicamente contra tus propuestas.
Como siempre prefiero buscar la definición
del tema que tanto ruido provoca.
La Educación (del latín educare, formar,
instruir) puede definirse como un proceso multidireccional mediante el cual se
transmiten conocimientos, valores, costumbres y formas de actuar. La educación
no sólo se produce a través de la palabra, pues está presente en todas nuestras
acciones, sentimientos y actitudes.
A través de la educación la nueva generación
de una sociedad, asimila y aprende conocimientos, normas de conducta, modos de
ser y formas de ver el mundo de generaciones anteriores, creando otros nuevos. En
resumen, educación es el proceso de socialización formal de los individuos de
una sociedad.
Por tanto podríamos decir que la educación, el proceso educativo es el que
forma a los miembros de una sociedad.
Y a través de la educación, de ese proceso formativo los individuos acceden
a la cultura.
Los alumnos acceden a la cultura a través de la educación puesto que los
docentes, los maestros les guían y acompañan en ese apasionante proceso y
comparten con ellos sus conocimientos culturales que previamente han adquirido cuando
a su vez fueron alumnos.
De estos dos términos educación y cultura, el primero es fácilmente definible.
Pero el segundo es menos proclive a las etiquetas y las definiciones.
En 1952 los antropólogos estadounidenses Alfred Kroeber y Clyde Kluckhohn
compilaron una lista de 164 definiciones de cultura. Las dos definiciones con
las que habitualmente nos identificamos son que
-la cultura es el conjunto de saberes, creencias y pautas de un grupo social,
incluyendo medios materiales (tecnología) que emplean sus miembros para
comunicarse entre sí y resolver sus necesidades de todo tipo.
-la cultura también es el gusto por las bellas artes y las humanidades y
también es conocida como alta cultura.
El concepto actual de cultura surge en Europa entre los siglos XVIII-XIX, y
se refiere a un concepto de cultivación de mejora. A finales del siglo XIX se
avanza en el proceso de definición y se llega a la idea que une cultura y
educación y posteriormente al logro de aspiraciones o ideas nacionales.
No es hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial cuando el termino cultura
adquiere importancia y forma parte de estudios culturales, psicología organizacional,
sociología de la cultura y estudios gerenciales.
Cuento todo esto porque en este
anteproyecto de ley se habla de competitividad, de mercado global… incluso se
define la educación como “un bien público
de primera importancia y una fuente de ventajas materiales y simbólicas para
los individuos, ventajas mayores cuanto más avance cada uno en ese proceso y
mejores resultados obtenga en él”.
El ministro que propone este anteproyecto
no ha comprendido nada de lo que en realidad supone el proceso educativo. Nada
en absoluto.
Habla de competitividad, de ventajas
materiales…y ese no es el secreto del proceso educativo.
Pertenezco a una generación que
inició su proceso educativo en el seno de una dictadura. Una dictadura que negó
la pluralidad lingüística, cultural, que ocultaba datos y uniformaba a docentes
y alumnos bajo una visión unidimensional de cualquier concepto.
Pertenezco a una generación que
estudiaba el mapa de España, afirmando que sus provincias eran 52 porque
también incluíamos el Sahara Occidental.
Pertenezco a una generación que hablaba
de usted a la profesora y se situaba tras la silla asignada y se sentaba en ella
silenciosamente, que estudiaba segregada por sexos, que era católica, apostólica
y romana.
Pero digamos que mi escuela en la
que estudié hasta 6º de EGB puede considerarse un extraño núcleo dentro del
sistema educativo de la época.
Los jueves dedicábamos la tarde a
rezar el rosario y aprender labores, el mes de mayo competíamos por llevar
flores a María “que Madre nuestra es”, escenificábamos la caída del Alcázar de
Toledo sin tener idea de lo que había pasado, de que años atrás el país había
vivido una tragedia difícil de definir o describir, la Guerra Civil.
Pero si olvido por un momento ese
panorama político nacido de la represión ejercida por los vencedores de la
guerra sobre los perdedores, presente en cada acto, en cada respiración, en
cada pesadilla, en cada segundo de vida cotidiana…puedo ver a mis profesoras…
María Bezanilla, de Santander
autoritaria, agradable…que pasó dos semanas junto a mí a la hora del recreo
llenando las tres pizarras de la clase de letras “l” minúscula, hasta que logré
escribirlas de forma vertical…hasta ese momento las escribía tumbadas sobre las
líneas.
Conchita, que cuando empezamos con
la caligrafía, decía que debíamos reseguir el modelo para aprender a escribir y
que debíamos imaginar que era como vestir a las letras que tenían frío.
Herminia, autoritaria, que nunca sonreía
ella en 4º grado y la señorita Conchita en 5º decidieron que debía sentarme en una
mesa individual o en la mesa de la señorita. No se trataba de un privilegio. Se
trataba de una sutil forma de reconducir mi espíritu creativo y comunicativo
que me llevaba a molestar y distraer a mis condiscípulas. El motivo era básico.
El sistema y yo no congeniábamos. Me aburría soberanamente en todas las clases.
Con el tiempo se descubrió que mi CI era un poquito “elevado” y que el sistema
no estaba preparado para alguien como yo.
La señorita Cruz, sería, adusta, amarga.
Un día escuché que alguien decía que había perdido un hijo en la guerra. Pero
como n tenía idea de lo que era la guerra y de que había existido una guerra
antes de que yo naciera no entendí nada. Ahora lo comprendo.
La señorita Asunción Sanclemente,
simplemente maravillosa. Fue mi profesora dos cursos seguidos. Paciente, dulce,
autoritaria.
A pesar de la opresión del régimen político,
del oscurantismo, de las dificultades, aprendimos.
Aprendimos a analizar las palabras,
su origen etimológico, a distinguir entre nombres propios, adjetivos, verbos,
adverbios, sinónimos, antónimos, significados, las frases, ortografía,
redacción…
Y aprendimos a leer, a leer en voz
alta, con un libro titulado Mis Primeras Lecturas…fragmentos de Esopo,
Samaniego, Cervantes…
Aprendíamos. Pero lo más importante
es que comprendíamos. Esa es la base. Aprender y comprender. No memorizar. No
hacer las cosas de forma automática y repetitiva.
En cuanto al catalán, fueron tiempos muy difíciles.
Pero no lo tuve mal. Mis vecinos desde que nací me hablaron en catalán, los
padres de una de mis mejores amigas también, mi padre compraba de forma poco
clara la revista Patufet, mi madre discos con cuentos tradicionales en catalán…
Cuando empezábamos el 2º curso de EGB la directora
y fundadora de la escuela Carmen Ciudad Alegre, que habitualmente pasaba los
veranos viajando y aprendiendo como era el proceso educativo en otros países,
llegó con una novedad pedagógica.
El francés era la lengua que se aprendía en
las escuelas españolas como lengua extranjera. Pero ella decía que el ingles
sería la lengua del futuro.
Evientemente el Ayuntamiento no pagaría profesoras
de inglés…pero si los padres querían…y por 25 pesetas mensuales que pagaban
cada familia (toda una fortuna para familias obreras) la directora contrató una
profesora por curso…y a los siete años empezamos a saber que perro era dog, que
pelota era ball…se había sentado una base muy importante para el futuro, para
nuestro futuro…
Otro de los aspectos más curiosos de ese periodo
fue la educación religiosa. El nacionalcatolicismo estaba presente en cada momento
de nuestra vida. Empezabamos las clases matinales con un saludo que no he
olvidado “ Buenos días niñas, Buenos días señorita, buenos días nos de Dios”…recuerdo
a una de mis condiscípulas que se sentaba en una mesa sola. Nunca hablaba o le
hablaban. Era silenciosa. No era revoltosa. Lo contrario a mi. Pero la sentaban
apartada de las demás porque era Testigo de Jehová. Y a mi no me parecía malo
porque Jehová era uno de los nombres de Dios en la Biblia, así que no
comprendía porque tenía que sentarse apartada.
Pero hasta en eso tuve suerte. Nuestra
preparación para la comunión se convirtió en responsabilidad de los Padres Mercedarios,
de la Parroquia de San Pedro Nolasco. Mercedarios. Que acostumbraban a comprar
la libertad de los cautivos en tiempo de guerra.
A los seis años a punto de cumplir siete esos
detalles no me decían nada. Pero no importaba porque unas horas a la semana
algunos de los padres mercedarios nos hablaban de la Biblia y de Jesús, con matices
menos severos de lo que estábamos habituadas.
Si recuerdo esa época de inmediato pronuncio
una palabra “baobab” y recuerdo las aventuras de un pequeño príncipe y un zorro
y una rosa. Con los años descubrí que eran pasajes de la obra de Saint Exupery.
Ese verano leí por primera vez El Quijote, porque
mi madre se empeñó en regalarme un ejemplar con ilustraciones de Doré.
En casa tal vez pasábamos un poquito de frío,
o vivíamos con mucha estrechez, llegábamos a fin de mes con dificultad. Pero a
mi nunca me faltó la comida, ni la ropa tal vez no muy bonita pero si práctica
y desde luego lo que no me faltó nunca fue lectura. Libros. Puertas abiertas a
la aventura, pasajes a un viaje increíble, juegos de palabras…
Al llegar a 7º grado cambié de escuela, pasé
de la pública a la privada. La experiencia fue dura. No solo porque adquirí la
conciencia con una claridad meridiana de que pertenecía a una clase social
distinta a la de mis nuevos compañeros. O al menos es lo me pareció en ese
momento.
Por primera vez me enfrenté a una clase
mixta. Algo terrible porque no estaba acostumbrada a tratar con chicos. Un
nivel de exigencia elevado. Y por primera vez a la enseñanza en catalán.
Lo que realmente me traumatizó fue la convivencia
con condiscípulos varones. Ni el nivel de exigencia ni el aprendizaje del
catalán me causaron problema alguno. Me habían entrenado bien mis primeras
profesoras.
Han pasado muchos años pero los recuerdo con gran
afecto.
Ahora si me permiten volveremos al presente.
Dice el ministro que propone este
Anteproyecto que “desde la Democracia España ha alcanzado tasas de escolarización
hasta el 100% desde los 3 años (…)pero que teniendo en cuenta los resultados
del informe PISA y las tasas de abandono escolar y el reducido número de alumnos que alcanzan
la excelencia…se llega a la conclusión de que el sistema educativo se ha
estancado y se requiere una reforma sensata y practica que permita desarrollar
al máximo el potencial de cada alumno”.
Señor ministro se equivoca del todo. Si
quiere que los ciudadanos del futuro sean competitivos y estén preparados para
formar parte de un mundo en constante evolución, déjese de política y pida
consejo a su hermano.
Visite los centros educativos de todo el país.
Hable con los profesores, los verdaderos responsables del futuro de este país.
Deje de teorizar y viva de cerca la práctica.
La enseñanza, la educación, la cultura no
pueden ser rehenes ni arma arrojadiza de la política.
Si el despropósito que compone estas 21
paginas de Anteproyecto de Ley para la Mejora de la Calidad Educativa sigue
adelante y se convierte en ley, habrá condenado al país a un largo periodo de
oscuridad y tinieblas.
Y si tenemos que mejorar algo, hagámoslo. Que
sea por ejemplo la cultura y demos ejemplo a la futura ciudadanía
-que aprendan que quien transgrede la ley
debe esperar un castigo proporcionado.
-que todos somos iguales ante la ley
-que apropiarse de bienes ajenos, de bienes públicos
es un delito y no una forma de vida respetable.
-que el esfuerzo recibe la recompensa del
progreso.
-que no se puede forzar a nadie a hacer lo
que queremos que haga a golpe de decreto ley
-que la genialidad de este mundo reside en la
diversidad de opiniones.
-que no utilizamos los órganos judiciales
para variar el rumbo de la historia a nuestro antojo.
-que lo que poseemos no define lo que somos.
-que el pueblo soberano es quien dicta el
destino de un país.
-que ostentar el poder no te convierte en
intocable o infalible
La lista de reformas que debemos aplicar a
esta sociedad corrupta, que ha olvidado lo que son principios y valores es muy
amplia y compleja.
Pero desde luego no empieza por convertir en Ley Orgánica este desastre presentado en forma de Anteproyecto.
Las aulas necesitan alumnos que sepan que recibirán
el máximo apoyo de sus profesores. Y eso se conseguirá ampliando el número de
docentes contratados no reduciéndolo. Solo se conseguirá si los docentes viven tranquilos
sabiendo que su sueldo está asegurado.
Los alumnos deben reconocer que la labor de
los docentes es esencial en sus vidas tanto que merecen respeto.
Solo se conseguirá si cada escuela cuenta con
un sistema de detección precoz de los problemas de aprendizaje de algunos
alumnos y se apoya a estos, impidiendo que se pierdan entre las rendijas del
sistema únicamente porque no se ajustan a los baremos establecidos.
Deje de mirar al exterior. A pesar de la
crisis todavía quedan países en los que se concilia la vida laboral y la
familiar y los padres se pueden implicar en el proceso educativo.
Amplié el aprendizaje de las lenguas de la Península
a todas las comunidades. Si conocemos la cultura de los demás les respetaremos
y comprenderemos.
Fomente el pensamiento, la reflexión…
Y de paso reflexione usted e invite a su
gobierno a reflexionar.
La Guerra Civil acabó en abril del 39. Aunque
parece que algunos sectores lo han olvidado.
La educación que nos lleva a la cultura, es
un derecho universal del que nadie puede privar a otros.
La educación no es negociable. Y sinceramente
no necesita tanta mejora como usted “propone”.
La educación en este país únicamente necesita
que los políticos se dediquen a su trabajo, sea el que sea, y dejen que los
profesores se ocupen de los alumnos.
Sé que este anteproyecto se aprobará por decreto,
por mayoría, porque ustedes lo mandan…triste muy triste ministro…lamentable…
Si esta es la competitividad de la que habla, basada en la falta de respeto a los demás, en la imposición de las ideas no por la razón sino por la fuerza...prefiero vivir en un país poco competitivo pero más tolerante.
Su gobierno no ha respetado nada nada en absoluto...ni siquiera por lo que vemos algo tan hermoso y especial como la docencia, la educación, la cultura...
Que triste...
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