Blog Urbano y de Vanguardia. La Pequeña Balboa, desde las ondas a las letras,
comprometiéndose con la actualidad , con los problemas sociales y con el día a día.

Violencia de género, Niños robados, Injusticias sociales,
La realidad de los pensionistas, El Alzheimer
como la gran lacra de la sociedad, Ley de Dependencia...

Opiniones personales, la vida cotidiana. Ideas, reflexiones. Comunicación personal.

domingo, 13 de octubre de 2013

LO QUE SE DEL FRACASO (BASTANTE), DEL EXITO (NI IDEA) Y DEL TALENTO(MUCHO)







Les oigo a primera hora de la mañana. Se levantan muy temprano, como pájaros que tienen mucho que vivir y volar. Canturrean, gritan de alegría,ríen.

Se produce un silencio y de pronto escucho a su madre decir alborozada "Muy bien, estupendo, que bien lo has hecho". Celebra un pequeño logro, un triunfo en su camino diario por la vida.

No puedo evitar una sonrisa cómplice que no solo celebra el éxito de mis pequeños amigos, unos pronto cumplirán dos años, mis Perlas cumplirán cuatro.

Mi sonrisa celebra el acierto pedagógico de sus padres. No saben no tienen idea de lo balsámico que resulta para alguien como yo, escuchar que alguien anima a esos maravillosos proyectos humanos a seguir descubriendo y explorando.

Nadie imagina la calidez que me produce esa escena escuchada aunque no vista. Los que sois padres y madres diréis que al fin y al cabo esos padres han hecho lo que es correcto.

Premiar emocionalmente, de forma entusiasta y sincera lo que tal vez para los adultos es un pequeño avance pero para los pequeños es un éxito rotundo es la clave.

Ese aplauso, esa sonrisa el tono de voz triunfal, aunque no lo creamos quedará grabado en la memoria de nuestros hijos hasta que sean unos ancianos. Ese premio emocional ese galardón lleno de amor y entrega incondicional, es lo que definirá que tipo de adultos serán.

Probablemente resistirán todos los contratiempos, se enfrentarán a retos diarios con animo aventurero y no se rendirán. Aceptarán en su justa medida los halagos y serán capaces de devolverlos. Pisarán con seguridad cada palmo de terreno y no mirarán a cada lado del camino asustados ante la posibilidad de fracasar o ser atacados por fantasmas inexistentes.

Cuando les premiáis con esa sonrisa de padre o madre orgullosos de lo que han hecho, cuando tenéis la paciencia suficiente para continuar con el proceso de aprendizaje, cuando se equivocan o no lo logran y les animáis diciendo que no pasa nada, que a base de practicar se llega a dominar cada paso o movimiento, no sois conscientes de lo bien que sienta escuchar eso.

Los adultos bien sean los padres o las madres o el resto de miembros del clan familiar y de los amigos de la familia, no somos conscientes de lo que hacemos cuando dedicamos a los más pequeños palabras que son como puñalitos que producen grietas imperceptibles en nuestra futura alma adulta.

Cuando crecemos aparentemente somos obras de arte que presentan un acabado solido. Pero en nuestro interior siguen esas pequeñas grietas que al menor contratiempo, en el momento más inesperado se quebrarán definitivamente y harán que durante un tiempo seamos más vulnerables que nunca.

Dependerá también del afecto de quienes nos rodean que podamos reconstruirnos y seguir adelante. Podremos salir fortalecidos de esa crisis o podremos salir más frágiles. Lo único cierto es que ya no seremos los mismos.
Incluso a la hora de marcar limites, de enseñar normar, el proceso debe ser "pedagógico" y no "punitivo". Ya se que perdemos la paciencia, que en ocasiones repetir lo mismo una y mil veces cansa especialmente cuando a pesar del reducido tamaño de nuestro contrincante descubrimos en el fondo de sus ojos una chispa de rebeldía que nos indica que el proceso precisamente no será sencillo.


Los adultos tienen como misión guiar los más pequeños intentar saltarse todas las normas, crear las suyas propias. La misión de adultos y pequeños es gratificante y genial. Crecer juntos. Los adultos jugamos de nuevo a piedra papel y tijera, imitamos sonidos de animales, contamos cuentos, nos sentamos en el suelo e intentamos recordar como se ve el mundo cuando mides como mucho 1 metro. Los pequeños aprenden como es el mundo desde la perspectiva de alguien que todo lo percibe como gigantesco. 
A pesar de las crisis que vivamos juntos y de lo difícil que resulte guiar, enseñar, de la responsabilidad que conlleva ayudar a crecer a alguien tan frágil y hermoso, nunca olvidemos el tono amable para premiar o serio para marcar un limite.

Lo único que no debemos olvidar es que lo que para nosotros puede no ser importante para ellos se convierte en una marca permanente.
Ya se, diréis que teorizo, puesto que no soy madre. Y tenéis razón. Me hubiese gustado ser madre. Más de lo que nadie imagina. Pero las circunstancias no me lo permitieron. No obstante he aprendido mucho de mis amigos y amigas, padres y madres de hijos e hijas maravillosos y maravillosas.

He asistido a muchos momentos de celebración y otros tantos de dialogo y finalmente momentos dedicados a "marcar limites". El resultado es el esperado. Ahora son preadolescentes, adolescentes y jóvenes que viven sus crisis, sus éxitos y sus fracasos con normalidad.


Serán adultos con una mirada cálida y una capacidad de aventura maravillosa. Ya sabéis que el aserto popular afirma que "A quien Dios no le da hijos el Diablo le da sobrinos". A mi no me dio hijos, pero en cambio me ha dado sobrinos propios y sobrinos de mi familia urbana a los que adoro. Ellos son mi experiencia.

 
 Os hablo desde un punto en el tiempo en el que se necesitan palabras amables para crecer con fuerza. No puedes pedir bajo ningún concepto a una niña de dos años que se comporte con responsabilidad, con la responsabilidad propia de un adulto. No puedes pasar el día diciéndole y repitiendo a propios y extraños lo decepcionante que esa niña o es niño resultan porque no cumplen las expectativas. Tiene solo dos años, luego tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve...y pasada la primera década el mal está hecho. Se ha convencido de su torpeza, de su incapacidad para alcanzar metas. Desarrolla estrategias de escapismo emocional, dignas del gran Houdini.

El reconocimiento de un éxito por parte de quienes le rodeen llevará a esa preadolescente, a ese joven a esa adulta a un colapso emocional de dimensiones catastróficas. Curiosamente acepta mejor el fracaso, porque le han repetido una y mil veces que está hecha para el fracaso, que el halago o el éxito.

Cuando contemplas como otros se atreven a lanzarse al agua y nada y jugar con la vida tu continuas sentada en la orilla y no te mueves porque sabes tienes una certeza a prueba de estadísticas y argumentos en contra, que si decides entrar en el agua de la vida, no solo te ahogarás sino que los que te rodean sufrirán algún percance por tu culpa, el río se abrirá en dos como si fuese el Mar Rojo y el mundo experimentará convulsiones que tal vez provocarán que desaparezca.

Y todo porque tal vez has decidido hacer algo que se sale de tu rutina segura, de tus rituales, de esas pequeñas claves que te hacen sentir segura. Y al hablar de romper la rutina no me refiero a una actividad extravagante o peligrosa. Tal vez me refiero a un curso de creatividad literaria, de bailes de salón, de repostería.
Pero no te atreves porque siempre te dijeron que estarías destinada al fracaso. Bueno tal vez solo lo dijeron una vez, pero se quedó tan marcado a fuego, que no importa la edad que tengas, resuena en tus oídos, retumba en tu alma y te paraliza, te produce tal angustia, que eres incapaz de pensar racionalmente.
Escuchar como uno de los progenitores le dice al otro "es que est@ niñ@ es una decepción constante" te hace desear que el suelo se abra y la tierra te trague o en su defecto que el universo te convierta en invisible.
Buena parte del talento de este mundo empieza a perderse en la infancia. En otros casos nos encontramos ante seres resilentes, que superan todas las adversidades y logran todas las metas que se plantean y aparentemente llegan al final del camino intacto.


Pero por si acaso lo mejor no es someter a esos materiales nuevos, jóvenes y sonrientes a pruebas excesivamente duras. Puede que no estén preparados para sobrevivir y regenerarse y emocionalmente se quiebren como ramitas tiernas.
Anímale, dile que no se rinda, camina a su lado por si se cansa, explícale que un fracaso no significa el fin de la experiencia y no olvides decirle a todas horas cuanto le quieres, cuanto le amas, lo orgullosa, lo orgulloso que estás de él, de ella.

No eres su amigo o su colega, eres su padre, eres su madre, que es suficiente. Pero por favor no le falles, no le juzgues si lo suyo no son las matemáticas, pero en cambio puede contarte historias maravillosas sobre rayos de sol y mariposas. Cuéntale que las matemáticas parecen un rollo pero que necesita aprenderlas porque forman parte de la vida y que en el futuro pueden resultarles útiles.

Dile que se tome su tiempo. Que los seres humanos somos obras de arte y que eso implica que unos están acabados antes que otros. Que unos necesitan más retoques que otros. Que al final somos únicos y especiales y que todos somos una maravillosa mezcla de experiencia, teoría y emociones, digna de ser disfrutada y conocida.
No importa lo que te dijeran o escuchases...atrévete, lánzate a la vida, escribe, pinta, dibuja, baila, canta...si tu instinto te dice que pruebes hazle caso porque probablemente naciste para ello.

Olvida las veces que te dijeron "que no podrías" y entona un "puedo hacerlo, lo se". Un fracaso no es el fin del mundo.

Simplemente es una parte del proceso. Una parte importante. Si elaboras un pastel, no puedes considerar un fracaso si te han equivocado, en exceso o defecto, con el número de cerezas empleadas. Simplemente toma nota y rectifica la proporción. Sin dramas ni angustia. Naciste con instinto pero sin conocimientos. Solo eso. El instinto lo seguirás teniendo y los conocimientos a partir de la experiencia y la repetición los adquirirás.

Y lo más importante. No olvides disfrutar. Nunca lo olvides. Hazlo por ti no por los demás. Disfruta cada instante del proceso. Sonríe y relájate. La vida la pusieron a tus pies para que la disfrutes. Deja de pisar de puntillas y de pedir permiso. Esa parte del rio te pertenece. Deja que el niño que fuiste que la niña que nunca hacía nada bien, disfruten de esa nueva etapa.

 
Quieres pintar, pinta.
Quieres escribir, escribe.
Quieres bailar, baila.
Quieres cantar, canta.
Quieres actuar, actúa.
Hazlo ahora.
Tal vez el próximo segundo sea tarde.


Para
Marta y Raquel,
Enrique, Lola y Antonio,
Unai y Lucia Kam-Tu,
Lluna,
 Carla,
Sara y Pau,
Arnau y Abril
Alba y David,
Jan, Aran, Mara, Max 
Mar y Alba,
Pep y Valentina,
Paula y Lucia,
Martin y María
Ana
Andreu e Itzel
David (Cigrunet),
Aitana (Aitana y Rafael)
Rodrigo
Africa
 
 
Para sus padres y madres.
Gracias por todo lo compartido y vivido y lo que espero que nos
quede por vivir
 

1 comentario:

  1. Gracias a tí, por hacer partícipe de tu vida a nuestro pequeños herejes jajaajajaajaa. Tenemos pendiente la presentación tuya y de Aitana. TE QUIERO !!

    ResponderEliminar